Desde la columna

Reprochable agresión a la prensa

Escribo esta columna llena de indignación, malestar y profundo dolor.  Me agobia preguntarme Qué está pasando con mi querido país?…

Por Berlioth Herrera

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Reprochable agresión a la prensa
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Escribo esta columna llena de indignación, malestar y profundo dolor. 

Me agobia preguntarme Qué está pasando con mi querido país? ¿Hacia dónde quieren empujarnos?

Este martes, en acto reprochable que no puedo dejar de denunciar, un grupo pequeño de manifestantes agredió a dos miembros de la prensa nacional, a nuestro compañero, el periodista de El Observador Marco Marín y al fotógrafo del diario La Nación, John Durán.

Ambos profesionales, estaban haciendo su trabajo de forma honesta. 

En el caso de Marco, había acompañado a los manifestantes  en su recorrido desde el centro de la capital hacia la Asamblea Legislativa, a dónde llegaron a protestar, entre otros temas por el proyecto de regulación de huelgas que discutieron y aprobaron los diputados en primer debate.

Los comunicadores narraron que algunos manifestantes reaccionaron enfurecidos , como se puede constatar en todos los videos y que la molestia se originó por unas fotos que hizo Durán del dirigente sindical Albino Vargas.

También, se identificó a uno de los agresores como César López, agremiado y representante de la Asociación Sindical de Empleados del Instituto Costarricense de Electricidad (Asdeice).

Han pasado las horas, luego del desagradable incidente y estoy todavía esperando conocer cuál es la justificación de los sindicalistas a este acto deplorable. 

¿Qué puede justificar el uso de la violencia? ¿Qué ganan con insultar y golpear a dos muchachos que están haciendo su trabajo?

La violencia no es ni será una forma de solucionar nada, es un acto repugnante y cobarde.

Cuando se acaban los argumentos y el uso de la razón se recurre a los insultos, al atropello y a los golpes.

En los últimos días, he visto con tristeza, personas que a punta de gritos e improperios buscar “manifestar” su descontento o “hacer valer sus derechos”. 

¿Y los derechos de los demás? 

Uno puede estar molesto, sentirse preocupado por el rumbo del país, por las decisiones que se toman o se dejan de tomar, pero la violencia no es una salida y no hay nada que la justifique.

Quienes cobardemente se escudan detrás de incitar a la violencia flaco favor le hacen a nuestra nación.

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