Marco Marín
Sobre la cancha. En las graderías. En los alrededores del Carlos Ugalde. Todos los aficionados de San Carlos comenzaron a celebrar antes del pitazo final.
El mismo estratega norteño, Luis Marín, aceptó que se sintió campeón a falta de tres minutos para que el juez central finalizar el partido.
Segundos antes de que Christian Rodríguez se llevará el silbato a sus labios, un aficionado no pudo contener su alegría y fue el primero en invadir la cancha.
Poco después, decenas de seguidores imitaron la acción. Más tarde, una cimarrona desplegaría su espectáculo sobre el césped del estadio norteño.
El champán se hizo presente a medida que los jugadores sancarleños se felicitaban sobre el estadio Carlos Ugalde Álvarez.
“Muchísimo sabe. Una estrella nunca se borra. Ser campeón es lo más lindo que hay”, declaró el defensor central argentino Claudio Pérez mientras era felicitado por aficionados locales.
El jugador destacó la unión de grupo y el apoyo de la afición.
Con el pasar de los minutos, la fiesta comenzó a crecer, mientras que se instalaban las tarimas para que los nuevos campeones pudieran alzar su trofeo.
La celebración fue aún más dulce para los Toros del Norte ya que con el resultado se clasificaron a la Liga de Concacaf.
Una cimarrona, con sus integrantes vestidos de azul (uno de los colores de San Carlos), se unió a la fiesta sobre el terreno de juego.
Los saprissistas no guardaron rencor y así como los aficionados visitantes se unieron a la fiesta local, los jugadores tibaseños se hicieron presentes sobre el terreno de juego para recoger sus medallas de subcampeones.
Finalmente llegó el momento que todos habían estado esperando cuando el capitán, Carlos Acosta, alzó el trofeo de campeón junto a sus compañeros.
La invasión a la cancha fue tal que la tradicional vuelta olímpica no se pudo dar inmediatamente.
Y así celebró San Carlos su primer título de campeón.
Marco Marín
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