Paulo Villalobos
La tasa de política monetaria (TPM) se reducirá en 25 puntos base, para situarse a partir de este jueves en el 3,75%.
Esta es la quinta ocasión en el año que la tasa registra una disminución por acuerdo de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
La Autoridad Monetaria ajusta la tasa en forma prospectiva, con base en la evolución esperada de la inflación y sus determinantes macroeconómicos. Además el Banco analiza el entorno internacional.
Se denomina tasa directriz a este indicador, pues con él se intenta dar dirección al resto de tasas de interés del mercado.
Con el cambio de este jueves, la Autoridad Monetaria renueva la intención de rebaja en los intereses para este año, una medida que busca colaborar en la reactivación de la economía.
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Fuera de las fronteras costarricenses prevalece una alta incertidumbre relacionada a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. La guerra comercial entre los dos gigantes incide en la desaceleración de los flujos de comercio y de las proyecciones de crecimiento de socios del país.
Es la razón por la cual los bancos centrales optaron por relajar sus tasas de interés, lo que amplía el espacio para una política monetaria contracíclica. Esto significa que se realizan acciones gubernamentales dedicadas a impedir, superar, o minimizar los efectos del ciclo económico en Costa Rica.
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Cambios globales
En particular, el Sistema de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos redujo el rango meta para la tasa de fondos federales en 25 puntos base a un rango entre 1,75% y 2%, durante la reunión del 17 y 18 de setiembre de 2019, lo cual se suma a la disminución de 25 puntos base de julio pasado.
De igual forma, el Banco Central Europeo y otros bancos centrales, como los de Brasil, México, Chile, Perú, Nueva Zelanda, India, Tailandia y Australia también realizaron ajustes a la baja en sus tasas de interés de política monetaria.
En relación con la economía costarricense, el comportamiento de la inflación en los meses de julio y agosto estuvo de acuerdo con lo previsto en el Programa Macroeconómico 2019-2020 de enero y su revisión de julio pasado.
El impacto de la entrada en vigencia del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA), contemplado en la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, se mantuvo en línea con lo esperado: en agosto, la inflación interanual (2,86%) se ubicó en un nivel similar al del mes previo y se estima que un 27% (0,8 puntos porcentuales) de esa variación se explica por el efecto del tributo.
La inflación subyacente y la mediana de las expectativas de inflación a 12 meses se mantuvieron en torno al valor medio del rango meta.
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Por otra parte, los modelos de pronóstico de inflación utilizados por el Banco Central ubican la inflación dentro del rango meta para lo que resta de 2019 y para el 2020, pero los riesgos continúan sesgados a la baja, en razón de la persistencia de fuerzas deflacionarias (es decir, que tienden a desacelerar la inflación).
Entre esas fuerzas destacan:
- El lento crecimiento de la actividad económica y una brecha de producto negativa
- Una tasa de desempleo superior a la tasa de largo plazo en que se estabilizaría la inflación y
- Un crecimiento del crédito al sector privado inferior al crecimiento nominal de la economía.
Todos estos factores inclinaron a la junta directiva de la Autoridad Monetaria a reducir una vez más la tasa política monetaria.
Adicionalmente se acordó reducir la tasa de interés bruta de los depósitos a un día plazo (DON) en 21 puntos base, para ubicarla en 2,26% anual, también a partir del 19 de setiembre de 2019.
Paulo Villalobos
