Josué Alvarado
En Costa Rica cada vez es mayor la cantidad de personas adultas mayores y menor la cifra de personas en edad para trabajar. En otras palabras, la población está envejecimiento y lo hace aceleradamente.
Esta es una situación que se registra en toda la región latinoamericana. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alerta que en Chile, Uruguay, los países del Caribe y Costa Rica la disminución de trabajadores será todavía más significativa.
“Estos cambios demográficos probablemente aumenten la presión económica sobre los sistemas de salud, el riesgo de sostenibilidad de algunos sistemas de pensiones y los retos para los procesos de producción y el conjunto de la economía”, dice el Informe de Perspectivas Económicas de América Latina 2021 de la OCDE.
Según datos del Ministerio de Salud Costa Rica atravesará un crecimiento anual sostenido de la cantidad de adultos mayores a partir del 2025. Para el 2030 el 13% de la población tendrá 65 años o más y para el 2045 un 18%, es decir, será más de un millón de personas en este rango de edad.
Se calcula que para el año 2040 sea la misma cantidad de menores de 15 años que mayores de 65.
“El envejecimiento de la población también supone que las familias tendrán que cuidar a los miembros de mayor edad durante más tiempo en ausencia de sistemas asistenciales universales. Las mujeres serán las más afectadas, porque son las que tradicionalmente soportan la mayor carga de cuido”, dice el mismo informe.
Atención a la informalidad
Esa población que sigue trabajando es la que también alimenta sistemas como el de pensiones o el de salud pública, cuando paga junto con los patronos las cargas sociales. Con el paso del tiempo, estos ingresos también irán disminuyendo conforme mermen los trabajadores.
Ante este escenario y los efectos que podría tener dicho envejecimiento en el país la OCDE recomienda a Costa Rica prestarle atención a la informalidad que se registra actualmente, pues entre mayor informalidad menor recaudación de recursos financieros.
Los trabajadores informales son aquellos que laboran en empresas no constituidas, reciben el pago en especies, no aportan impuestos y sus empleadores tampoco pagan las cargas sociales. En algunas ocasiones algunos ni siquiera reciben pago. El sector empresarial formal califica a los informales como “competencia desleal”, pues ellos sí pagan lo que establece la ley.
En entrevista con El Observador el jefe de la Unidad de América Latina y el Caribe, en el Centro de Desarrollo de la OCDE, Sebastián Nieto, dijo que una de las medidas para mitigar los efectos económicos del envejecimiento de los trabajadores es atender la informalidad.
Según el experto hay que buscar “qué tipos de apoyos concretos, bien focalizados, se necesitan” para disminuir la cifra de estos trabajadores, llevarlos a la formalidad y así suplir financieramente los sistemas de salud y pensiones.
“Las elevadas tasas de informalidad en América Latina (alrededor del 56% antes de la pandemia) suponen que un alto porcentaje de los futuros ancianos tienen menos probabilidades de recibir una pensión de un sistema contributivo”, dice el reciente informe de la OCDE.
Informalidad: crecimiento constante
Desde el último trimestre del 2017 y hasta el inicio de la pandemia la cantidad de personas con un trabajo informal no ha dejado de crecer en Costa Rica.
Para el cierre del 2017 la cantidad de trabajadores informales llegaba a 819.201. Con el paso de los meses la cifra creció hasta llegar a 1.040.025 en el primer trimestre del 2020.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), tras la pandemia el número de personas en la informalidad se mantiene cercano al millón.
