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Pandemia altera búsqueda de refugio de migrantes; mientras sistema carece de soluciones duraderas

El 2014 cerró con 9.371 extranjeros reconocidos como refugiados en Costa Rica. Seis años después, la cifra – contrario a…

Por Manuel Sancho

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Pandemia altera búsqueda de refugio de migrantes; mientras sistema carece de soluciones duraderas
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El 2014 cerró con 9.371 extranjeros reconocidos como refugiados en Costa Rica. Seis años después, la cifra – contrario a lo que muchos piensan – ha bajado; si bien las solicitudes en trámite subieron.

Mucho ha sucedido en el último lustro, con crisis en dos países (Venezuela y Nicaragua) que aumentaron la migración y propiamente las solicitudes de refugio; y hoy una pandemia que altera el camino de quienes buscan asilo en nuestro territorio, pues son perseguidos en el suyo.

Tras el pico de solicitantes nicaragüenses, luego del estallido de la crisis en abril del 2018, las proyecciones eran sobrecogedoras con miras a terminar este año con 50.000 peticiones. El cierre de fronteras ordenado en marzo pasado cambió el panorama.

Allan Rodríguez, coordinador de la Unidad de Refugio de la Dirección General de Migración y Extranjería, señaló que en este momento las solicitudes son de foráneos que detienen de forma irregular y realizan esa gestión. Con la emergencia sanitaria, la institución hizo ajustes para atender los trámites de forma más expedita.

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Revertir el camino, renunciar al trámite

Decenas de nicaragüenses optaron por volver a su país en lugar de aguantar la pandemia en Costa Rica. (Manuel Sancho/El Observador)

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) sostiene el sistema en nuestro país. Por ejemplo mantiene la instalaciones en Upala, en las cuales Migración funciona para atender todas las solicitudes de la Zona Norte; y donde del 1 de enero al 7 de junio se recibieron 885 peticiones. Ante la emergencia, el ente reiteró que los Estados deben garantizar la seguridad de los migrantes.

La oficial superior de protección del Acnur en Costa Rica, Kelleen Corrigan, afirmó que si un migrante decidiera regresar a su país tras activar el proceso de refugio, debe tener condiciones de voluntariedad y seguridad. El organismo también enfatizó en que deben estar informados.

A finales de abril, El Observador informó que más de 1.000 nicaragüenses optaron por regresar a su país y renunciar a la gestión de asilo. La cifra ya subió a 3.000 según datos de Migración.

“Como me decía un señor, por lo menos allá tengo mi casa. Me llevo algo de lo que había logrado ahorrar y con eso podré sobrevivir mucho más tiempo allá que en Costa Rica que es muy caro. (…) También evidencia que muchos que había salido no necesariamente venían por un tema de persecución. Sino que la situación económica los había obligado a salir”, explicó Rodríguez.

Las solicitudes iniciaron con una tónica alta el 2020, pero se desplomaron con el cierre de fronteras. En enero 4.288 personas pidieron refugio (3289, el 77% nicaragüenses); 4.287 en febrero; 2.323 en marzo; y apenas 22 y 23 en abril y mayo (ver gráfico abajo).

Según Migración ninguna persona ha señalado la emergencia por COVID-19 como motivo de su huida del país vecino. “El movimiento ha sido más hacia Nicaragua que de Nicaragua hacia Costa Rica”, aseguró el jefe de la Unidad de Refugio.

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Asistencialismo y empleo

Acnur otorga una tarjeta con dinero a ciertos solicitantes de refugio. El llamado Programa de Asistencia Humanitaria en Efectivo se hizo como producto financiero con el Banco Nacional. Se da a ciertos solicitantes en “extrema vulnerabilidad” según Corrigan, no automático.

Jean Pierre Mora, asociado de relaciones exteriores del organismo, detalló que la tarjeta es solo para este proyecto. Los fondos provienen de la propia agencia.

Allan Rodríguez, de Migración, opinó que la existencia de esta tarjeta – en un contexto tan complicado – podría motivar a una persona a plantear la solicitud solo para recibir el dinero.

“Hay población en condición bastante precaria (…) podría ser un mensaje que – con la mejor intención se pueden plantear este tipo de programas – pero podría constituir un llamado para aquellos en condición vulnerable y que no necesariamente reúnan las condiciones para ser reconocidos como refugiados”, consideró el funcionario.

Mora insistió que el beneficio no es automático y tiene un proceso.

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Costa Rica es uno de los países que más recibe solicitudes de refugio y el impacto de crisis de otros países como Nicaragua, Venezuela y Colombia. Debido a esa experiencia en asilo, Rodríguez apuntó a que el Estado debe afinar las estrategias y el uso de los escasos fondos internacionales.

El encargado de la Unidad priorizó:

  • ampliar las capacidades del Estado, para que no solo se dependa del sostén de Acnur
  • invertir en programas de integración de las personas refugiadas así como los 100.000 solicitantes más allá de tarjetas asistencialistas
  • generar proyectos para que migrantes trabajen en las comunidades de acogida
  • trabajar con las comunidades

Por su parte Acnur amplió la mirada al enfoque internacional bajo una “responsabilidad compartida”, en la cual la atención de las personas refugiadas se trabaje de forma mundial, y no solo en los países de acogida.

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Hasta inicios de junio pasado, un total de 8.348 migrantes cuentan con el estatus de refugio en territorio costarricense. Los principales países de dónde salieron son:

  1. Nicaragua – 3.150 (disparado por la crisis del 2018)
  2. Colombia – 2.424 (que vivió un cruento conflicto interno por años)
  3. El Salvador (también sufrió una guerra durante toda la década de 1980 e inicios de 1990)
  4. Venezuela – 847

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