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Pareja de biotecnólogos ticos brilla en Holanda

Graduados del TEC avanzan investigaciones sobre mejoramiento genético en vegetales Desde que estaba en el Colegio Calasanz, Rafael Chan Navarrete…

Por Sylvia Alvarado

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Pareja de biotecnólogos ticos brilla en Holanda
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  • Graduados del TEC avanzan investigaciones sobre mejoramiento genético en vegetales

Desde que estaba en el Colegio Calasanz, Rafael Chan Navarrete supo que quería ser científico. No en vano fue parte de la primera generación de graduados en Biotecnología del Instituto Tecnológico de Costa Rica.

Años más tarde, se fue a Holanda, básicamente por dos razones: Su novia, Ana Marcela Víquez, a quien vio por primera vez en los pasillos del TEC, estaba cursando una maestría en Wageningen, la mejor universidad del mundo en agricultura y ciencias de la vida y justamente ahí había una oportunidad para optar por una beca y cursar un doctorado en mejoramiento genético. El viaje de Chan valió la pena. No solo fue escogido entre 70 personas de todo el mundo para investigar en el uso eficiente de nitrógeno en la espinaca, sino que se casó con Ana Marcela.

Chan revisando las flores y semillas en plantas de lechuga

Hoy comparten una hija “holandesa” de tres años y también, la pasión por el mejoramiento genético.  Ambos han realizado investigaciones en salinidad de los tomates y en los últimos años, Ana Marcela se ha dedicado a la investigación de semilla verdadera de papa, para que puedan ser sembradas en lugar del tubérculo mismo, minimizando así problemas sanitarios y acelerando su proceso de mejora genética. Pero como la patria siempre la llama, está buscando proyectos hortícolas para conectar más a Holanda con Costa Rica.

“Mi esposa es muy, muy buena. De hecho, empezó el doctorado después que yo y se graduó antes; también habla mejor el holandés”, dice Chan, muy orgulloso.

Chan es un investigador científico en Enza Zaden, una de las empresas productoras de semillas más grandes del mundo. “Trabajo como mejorador en temas de biotecnología en el departamento de vegetales de hoja, como la espinaca, la escarola y principalmente la lechuga. Básicamente soy el puente que existe entre la investigación y el mejoramiento genético comercial.  Tenemos que mantener la innovación de manera que podamos entregar un producto de calidad y beneficioso para el consumo”.

Se calcula que 460 millones de personas en el mundo consumen a diario un vegetal producido por semillas de esta empresa holandesa, de ahí que la investigación de Chan ayuda a que éstas se adapten mejor a las condiciones del cambio climático, duren más en los anaqueles y sean más resistentes a los hongos y por tanto puedan ser producidas de manera limpia, o con menos fungicidas. Se calcula que una de cada dos lechugas consumidas en Europa en el 2018, provenía de semillas de esta compañía.

La patria, whattsapp y el queso Turrialba

“Seguimos viviendo en la ciudad universitaria; es como estar en las Naciones Unidas, un intercambio cultural constante. Se oyen muchos idiomas y conocemos gente de países que ni siquiera había oído nombrar.  Y claro que siempre añoramos la patria… la familia, los amigos, el clima y la comida, como el queso Turrialba o, en esta época, las empanadas de chiverre.  Solo tomamos café de Costa Rica gracias a los envíos de la familia y a una tienda que encontramos aquí que vende café de Tarrazú”.

Diariamente se mensajean con la familia via whattsapp, tienen una pared con fotos de todos para que su hija los tenga presentes y anualmente aprovechan los 25 días de vacaciones que tienen por ley para pasar navidad aquí.

Dice Chan que no se imagina de viejito en Holanda y que les gustaría volver para aportar. “Costa Rica sigue siendo un país agrícola, pero la gente relaciona la agricultura con pobreza y poco desarrollo; sin embargo tiene un gran potencial para ser un motor económico. Holanda es más pequeño que Costa Rica y le da de comer a toda Europa porque han invertido en tecnología”.

Cuando regresen, los Chan-Víquez quisieran traerse en la maleta el nivel de enfoque y eficiencia en el trabajo y la apuesta por la investigación que tienen en los Países Bajos. “Si nuestra empresa privada invirtiera más en investigación podríamos ofrecer mayor valor y darle mucho más al mundo”.

Talvez por los 9083 km que los separan de Costa Rica, pueden valorar cosas que muchos ticos damos por sentadas. “Hasta que uno está afuera valora el calor humano de los ticos y el nivel de los servicios de salud, por ejemplo. Mi hija nació con una alergia y aquí no lograban determinar bien qué era. Fuimos a Costa Rica y en cuestión de un día en el Hospital de Niños determinaron la causa y el tratamiento. Es una bendición para los ticos tener ese nivel de médicos y esa calidad de atención. Un hospital como ese se lo desean en cualquier lugar del mundo”.

Tal parece que la calidad profesional de personas como los Chan-Víquez también.

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