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Restricciones sanitarias más severas por COVID-19 podrían afectar su salud mental: ¡Préstele cuidado!

El anuncio realizado el viernes aquí en Costa Rica sobre el endurecimiento de las restricciones sanitarias en buena parte del…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Restricciones sanitarias más severas por COVID-19 podrían afectar su salud mental: ¡Préstele cuidado!
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El anuncio realizado el viernes aquí en Costa Rica sobre el endurecimiento de las restricciones sanitarias en buena parte del territorio, producto del incremento exponencial del casos de COVID-19 en las últimas dos semanas, desencadenó una oleada de incertidumbre generalizada que podría tener impactos en la salud mental de muchas personas.

No solo por la falta de claridad en cuanto la aplicación de estas medidas, sino también por las evidentes limitaciones a una cotidianidad que no termina de moldearse, precisamente por los ecos de una pandemia que cada día alcanza a más personas.

A este sábado 11 de julio Costa Rica registró un aumento de 386 casos de coronavirus, llegando a un total de 7.231 (el viernes fueron 6.845).

OBSERVE MÁS: Costa Rica llega a 7.231 casos de coronavirus tras aumento de 386 en un día

¿Qué clase de impactos en la salud mental podría desencadenar el actual momento en el país? La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó las primeras alertas en mayo pasado cuando advirtió sobre un aumento de casos de “aislamiento, miedo, incertidumbre y crisis” en las familias con duras consecuencias “psicológicas”.

Tanto así que el organismo ve muy probable “un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental por el sufrimiento inmenso de cientos de millones de personas” y los costes económicos y sociales a largo plazo para la población, indicó la OMS en aquel momento.

El ente rector de la salud en el mundo encontró, por ejemplo, un aumento de la prevalencia de la angustia de un 60% en Irán, un 40% en Estados Unidos y un 35% en China.

El psicólogo costarricense Eddy Arguedas anotó otros problemas relacionados con el encierro: aumento en el consumo de bebidas alcohólicas, mala alimentación, angustia, irritabilidad, problemas de sueño, incremento de la violencia doméstica y crisis emocionales.

Adicionalmente -explicó- se pueden producir otros problemas que pueden dañar los tres elementos que mejor definen a las personas en su sentido de bienestar: autonomía, afiliación y competencia.

 

Otro problema que este panorama podría desencadenar es el llamado “hambre de piel”. Esto es la falta de contacto físico producto de la enfermedad y que ha obligado a la gente a mantener o procurar el distanciamiento social; es decir, no más abrazos, no más besos, no más apretones de manos, excepto si se trata de personas de su burbuja familiar inmediata.

Incluso, el hecho de saber que un querido o allegado ha muerto, no solo por COVID-19 sino por cualquier otra enfermedad, ha reconfigurado ese momento íntimo y personal del adiós.

Se trata de un fenómeno neurológico que podría tener serias consecuencias a corto o largo plazo si no se le presta el cuidado oportuno.

De allí que Arguedas llamó la atención no solo por las acciones que cada persona pueda hacer para atender estos problemas, sino también hizo hincapié en el papel del Estado en la atención de los problemas de salud mental derivados de la pandemia, entre ellos el endurecimientos de las restricciones sanitarias.

Tanto así que la misma Organización de Naciones Unidas (ONU) llamó el mes pasado a los estados a prestarle cuidado a este tema, en especial porque previo a la pandemia existía un panorama muy difícil en salud mental. Estas son sus estadísticas:

  1. Cerca de la mitad de todos los problemas de salud mental comienzan a los 14 años.
  2. La depresión afectaba a 264 millones de personas en el mundo.
  3. El suicidio constituía la segunda causa principal de muerte en jóvenes de 15 a 29 años.
  4. Menos de la mitad de los países informaban que sus políticas de salud mental estaban alineadas con las convenciones de derechos humanos.
  5. En los países de ingresos bajos y medianos, entre el 76% y el 85% de las personas con problemas de salud mental no recibían tratamiento, a pesar de la evidencia de que se pueden realizar intervenciones eficaces en cualquier contexto.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) detalló algunos consejos valiosos para evitar caer en alguno de los inconvenientes antes mencionados. Y si la persona se encuentra en alguno de ellos es aún más relevante que preste atención:

  • Cuide su salud emocional. El hecho de cuidar su salud emocional lo ayudará a pensar con claridad y reaccionar ante la necesidad urgente de protegerse y proteger a su familia.
  • Tómese descansos y deje de mirar, leer o escuchar las noticias constantemente. Esto incluye redes sociales. Escuchar hablar de la pandemia reiteradamente puede afectarle.
  • Cuide su cuerpo.
    • Haga respiraciones profundas, ejercicios de estiramiento o meditación.
    • Trate de comer alimentos saludables y comidas bien balanceadas.
    • Haga ejercicio regular.
    • Duerma bien.
    • Evite el consumo excesivo de alcohol y drogas.
  • Hágase un tiempo para relajarse. Trate de hacer otras actividades que disfrute.
  • Comuníquese con otras personas. Hable con las personas en quienes confía sobre sus preocupaciones y cómo se está sintiendo.
  • Conéctese con sus organizaciones comunitarias, con sus círculos de contingencia (amigos y familia) y de fe. Si bien se han implementado medidas de distanciamiento social, considere conectarse en línea, a través de medios sociales, por teléfono o correo postal.
  • Y no dude en llamar al 911 en caso de una emergencia.

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