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Rock in Río, siete días de altos decibeles y conciencia ambiental

(Río de Janeiro). Estrellas internacionales, una montaña rusa y más de 700.000 espectadores en siete días: el festival Rock in…

Por AFP

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Rock in Río, siete días de altos decibeles y conciencia ambiental
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(Río de Janeiro). Estrellas internacionales, una montaña rusa y más de 700.000 espectadores en siete días: el festival Rock in Río arranca este viernes con cabezas de cartel como Drake o Iron Maiden y actividades en pro de la Amazonía.

Este megaevento musical, que reunirá a un público especialmente joven de todo Brasil en el Parque Olímpico de Rio de Janeiro, cobra una nueva dimensión bajo el gobierno del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, un escéptico del cambio climático acusado a menudo de machismo, racismo y homofobia.

En su octava edición en Brasil -la vigésima si se cuentan las organizadas en Portugal, España y Estados Unidos-, el festival nacido en 1985 reafirma más que nunca su deseo de trabajar por “un mundo mejor”, su eslogan desde 2001.

“Nuestro compromiso va mucho más allá de los problemas ambientales, se trata de hacer del mundo un lugar mejor al dar voz a una juventud que durante mucho tiempo se ha visto privada de ella”, afirma Roberta Medina, vicepresidenta de Rock in Rio e hija del fundador del festival que se celebrará del 27 al 29 de septiembre y del 3 al 6 de octubre.

Del pop al metal

Este año la cantante Pink mostró su “Beautiful Trauma World Tour 2019” en lugares como el Casa Arena en Horsens, Denmark, (Michael Drost-Hansen / Ritzau Scanpix / AFP)

Para que toda esta juventud se sienta representada, la programación es más ecléctica, con jornadas dedicadas al hip hop (Drake), al pop (Pink), al rock (Foo Fighters, Muse), pero también al metal (Iron Maiden).

Pero más allá de las estrellas del escenario principal, otros conciertos ofrecen duetos especialmente creados para la ocasión, como el del británico Seal con la brasileña Xenia França, o el dúo franco-cubano Ibeyi con el rapero local Emicida.

“Tocar en Rock in Rio es siempre bestial”, expresa Andreas Kisser, guitarrista del grupo Sepultura y figura icónica del heavy metal brasileño, que ha actuado en prácticamente todas las ediciones desde 1991.

Derrick Green y Andreas Kisser,, de la banda Sepultura, cuando tocaron en la edición del 2017 de Rock in Río. (Mauro Pimentel / AFP)

“También estuve como espectador en 1985 y ya estaban Iron Maiden y Scorpions, que volverán este año. Reviviremos todo eso, será un día histórico para el metal”, dice a la AFP.

El 4 de octubre, Sepultura presentará una canción del nuevo álbum que tiene previsto lanzar en febrero.

Guitarras para la Amazonía

En el escenario, Andreas Kisser usará una guitarra con los colores del arco iris, un mensaje de tolerancia hacia la comunidad LGBT, que se siente maltratada por Bolsonaro.

“Cualquier cosa que ponga en valor el respeto por las diferencias es importante, y las personas deben entender que hay diferentes formas de pensar sobre el amor, la familia”, dice.

Para él, la intolerancia ha vuelto porque el presidente “pronuncia un discurso que denota falta de respeto y educación”.

En cuanto a la Amazonía, tema candente con el aumento de los incendios forestales, el guitarrista recuerda que Sepultura ha denunciado la deforestación desde la década de 1990 con los álbumes “Chaos A.D.” (1993) o “Roots” (1996).

“Brasil siempre fue un caos en materia ambiental (…) Se ha avanzado mucho en los últimos años, pero desafortunadamente estamos literalmente tirándolo todo a la basura”, concluye.

Durante Rock in Rio, los organizadores se asegurarán de que los contenedores de residuos estén menos llenos de artículos no reciclables, con “fuertes restricciones impuestas a los proveedores”, explica Medina, quien promete que “el 100% de los desechos serán reciclados o reutilizados”.

El espacio que albergó los Juegos Olímpicos de 2016 se convertirá en un verdadero parque de atracciones, con una montaña rusa y una tirolesa, pero también contará con instalaciones para fomentar el desarrollo sostenible.

La principal de ellas, montada en el velódromo olímpico y denominada “Nave: nuestro futuro es ahora”, ofrecerá a los espectadores “una experiencia sensorial” con 5.000 m2 de proyecciones que buscarán transmitir el mensaje de que “cada uno puede transformar el futuro a partir de ahora”. 

Varias guitarras autografiadas y otros artículos de músicos que tocaron en el festival fueron colocados a subasta para financiar un proyecto de reforestación en la Amazonía que desde 2016 ya ha plantado tres millones de árboles.

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