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Sexualidad: Entre la moral y el placer

Quiero aprovechar, precisamente el hecho de estar abordando la dimensión erótica de la sexualidad, para mencionar dos posiciones que nos…

Por Margarita Murillo

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Sexualidad: Entre la moral y el placer
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Quiero aprovechar, precisamente el hecho de estar abordando la dimensión erótica de la sexualidad, para mencionar dos posiciones que nos han dañado y que han limitado el crecimiento sexual integral de todos nosotros y todas nosotras.

Me refiero a dos grandes posiciones o tendencias opuestas y todavía consideradas incompatibles. Estas son:

  1. El tabú, la vergüenza, un discurso moralizador. El erotismo tenía que ser refrenado y hasta aniquilado, e incluso ignorado, como una parte muy fecunda, maravillosa y fuerte del desarrollo sexual humano. Todo esto se aniquila para dejar pasar a un mal entendido aspecto espiritual, llegando a espiritualizar la sexualidad y abordando de forma limitada sus problemas
  2. El punto de vista comercial, la pornografía, la promoción del placer por el placer, el consumismo sexual. Aquí lo espiritual fue aniquilado y dio paso a la celebración erótica desenfrenada produciendo incongruencia amorosa y mucha confusión, porque llegamos a creer que hay que hacer cuanto se nos antoje, que incluso no es más que el resultado de la comercialización y prostitución de la dimensión erótica.  No son nuestras reacciones eróticas normales, sino la respuesta desenfrenada a una sexualidad sin límites, sin valores; es decir, una sexualidad que no se puede ni siquiera llamar humana.

Estas dos posiciones las vemos manifestarse continuamente en nuestra sociedad, en nuestras familias.  Y es cuando nos encontramos con la dualidad ante ¿qué permito y qué no permito?

En realidad, estas dos posiciones, ocasionarían la pérdida de los valores humanos relacionados con la experiencia sexual.

No se trata de buscar respuestas que nos mutilen o corten lo erótico, o que pretendamos anular la excitación propia del desarrollo sexual con justificaciones espirituales, incluso llegando a pedir que se nos aniquile esa alegría, picardía, ternura, y sobre todo, la manifestación del placer por medio de palabras, gestos, acciones, en todos los momentos de nuestro desarrollo. 

Llegar a aniquilar la fuerza erótica significa morir a nuestra fecundidad, a nuestra creatividad, a nuestro sentido del humor, y volvernos secos, indiferentes, demasiado controlados cognoscitivamente, es decir de forma racional sin tomar en cuenta lo afectivo.

No es como beberse un trago de agua

Y por otro lado dejar sin freno, como nos venden de forma barata, que si lo sentimos, en cualquier momento e incluso creernos la mentira de que no importa con quien estemos, ni en las condiciones en que estemos, creernos de forma infantil “que no nos va a pasar nada de nada” ni  a nivel espiritual, afectivo o físico, porque si sentimos deseo desenfrenado hay que dejarlo salir “sin tapujos”, incluso llevemos nuestros preservativos en el bolso o bolsillo “por si acaso”.

Eso es confundir la necesidad de responsabilizarnos de nuestros actos. Es creer que la sexualidad es algo así como beberse un trago de agua, que en el momento menos esperado se me presenta la “oportunidad” y yo no debo desaprovecharla porque eso sería una verdadera tontería de parte mía, yo debo aprovechar al máximo sin medir consecuencias ni dimensiones de mi desarrollo personal, social y universal.

He ahí el eje medular del problema. Nuestra verdadera dificultad esta en mirar ese otro significado de lo que es sexualidad, no seguir creyéndonos esa venta barata de promocionar lo sexual como un acto mecánico fácil, y creernos todopoderosos, sin tomar conciencia que necesita de mi parte un compromiso completo.

Es buscar y asumir una formación, buscar la sanación de mi historia sexual, así como recibir información adecuada e instrucción integral, y dejar de creer que todo surge como generación espontánea o que vendrá por obra y gracia, o aún peor que se resuelve por obra y gracia. 

¿Cómo saber el equilibrio que necesito para desarrollar mi sexualidad, la de nuestra relación de pareja y el desarrollo de nuestros jóvenes y niños?

Hay que tomar conciencia, que, así como he tenido que desarrollar hábitos de alimentación y mayor conciencia de mis necesidades en salud, también debo asumir mi desarrollo sexual, como parte integral de mi ser, con toda su responsabilidad.

Margarita Murillo es psicóloga y master en sexualidad clínica. Autora del libro: “Cómo enseñar sexualidad”.
Web: http://sexoamoryvida.com/
Correo: [email protected]
Instagram: @margaritamurillo
Facebook: Margarita Murillo Sexóloga