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Si el equilibrio se rompe… Tenemos a Camus

Silvia Solano para el Observador Albert Camus, era un escritor francés de origen argelino. Su novela El Extranjero fue publicada…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Si el equilibrio se rompe… Tenemos a Camus
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Silvia Solano para el Observador

Albert Camus, era un escritor francés de origen argelino. Su novela El Extranjero fue publicada en 1942.

Aujourd d’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas. (Hoy ha muerto mamá. O quizá fue ayer. No lo sé)

Es la frase con la que el autor decidió abrir su novela. Una frase tan potente que desde el inicio nos marca la pauta. Nos remueve. Resonará varias veces en nuestras mentes mientras llevamos el hilo de la lectura.

Los hechos se suceden en Argel, el autor nos describe el ambiente de una forma agradable, distanciada. Con frases como “Había dejado la ventana abierta y era agradable sentir derramarse la noche de verano sobre nuestros cuerpos morenos” nos dejamos guiar hacia una historia que va de la insensibilidad hasta la fraternidad humana.

La corta novela nos presenta un personaje que nos despierta una enorme sensación de alienación, de cómo el día a día puede consumir a las personas hasta llevarlas a la más profunda indiferencia. Por ejemplo, cuando Meursault dice: “En el fondo no existe idea a la que uno no concluya por acostumbrarse”

Con una sensibilidad exquisita como cuando el personaje principal se ve obligado a rendir las cuentas de sus actos y es sometido a un entorno totalmente hostil y privado de libertad; el escritor nos deja frente una pared cargada de un gran mensaje: la importancia de encontrarle un sentido a la vida.

En una frase el autor lo encierra así:

Comprendí entonces que un hombre que no hubiera vivido más que un solo día, podía vivir fácilmente cien años en una cárcel. Tendría bastantes recuerdos para no aburrirse.

Es lo que se es, deliciosamente descrito así por Camus:

Como si esta tremenda cólera me hubiese purgado el mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí, tan fraternal, en fin, comprendía que había sido feliz y que lo era todavía

Es mi momento preferido en la historia, el cierre perfecto. Podemos librarnos de las cuatro paredes en nuestras mentes o podemos no hacerlo.

Al final la elección es nuestra. Sin embargo, sí es cierto que bajo los preceptos sociales que rigen una época y la cotidianidad que transcurre con la misma; conseguir no estar inmerso, no ser un autómata más y nadar en otra corriente, no es tarea fácil aunque sí, posible.

Silvia Solano,  es amante de la literatura, los viajes y las buenas historias.
Blog: https://silabril.wordpress.com