Desde la columna

¡Sí, soy uno de los más de 123 mil ticos que ha tenido covid!

Sí, desde el 5 de noviembre oficialmente integré el grupo de costarricenses que, a este domingo, sumamos más de 123…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 4 minutos
¡Sí, soy uno de los más de 123 mil ticos que ha tenido covid!
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Sí, desde el 5 de noviembre oficialmente integré el grupo de costarricenses que, a este domingo, sumamos más de 123 mil casos con covid-19.

Ese día recibí el nada deseado pero sí muy esperado resultado del laboratorio: positivo. Y llegó cuatro días después de haber presentado los primeros síntomas: tos y temperatura alta.

Pero en este entonces pensé que se trataba de un resfrío, porque me había empapado días atrás camino a mi casa. Pero al cuarto día me desperté sin gusto y olfato y fue cuando tomé la decisión de hacerme la prueba.

Lo que pasó por mi cabeza

¿Qué pasó por mi mente el día que recibí el resultado de la prueba de covid? Una mezcla de sentimientos: asombro, porque yo me había cuidado mucho, aunque también reconozco que en un momento relajé las medidas sanitarias, en especial cuando estaba con mis amigos.

Otro sentimiento fue el de fe (aunque se trata más de una creencia): fe en que saldría de este episodio confiado en mi sistema inmune. Pero ante todo en que mi hermana -quien vive conmigo- no haya resultado contagiada. Y gracias a Dios así fue.

También pensé en la gente con la que estuve seis días antes. Y como acto de responsabilidad la llamé, una a una para contarle sobre mi situación. Igualmente como ocurrió con mi hermana nadie resultó positivo con covid.

Y hablando de gente por un momento pensé: no lo voy a contar a nadie porque hay estigmas, hay prejuicios contra las personas con covid. Lo digo porque lo escuché de bocas de quienes lo vieron en carne propia.

Porque existe mucha desinformación en torno al covid. Existe mucho temor infundado alimentado por el desconocimiento.

Hermana y amigos que valen oro

Pero después me saqué de la cabeza esa idea del estigma por una razón: tengo amigos (as) maravillosos (as), que sé que estarán conmigo en las buenas y en las más duras. Y no me equivoqué. A cada uno (una) que le conté me mostró su corazón noble y desprendido.

Lo mismo que a mis compañeros de trabajo: llamadas o mensajes de texto diarios, ofrecimiento de traerme a la casa alguna medicina o comida y hasta algún video divertido para sacarme de la modorra.

Y mi hermana… mi hermana es un ángel enviado por Dios hace 40 años. Hace 10 años cuando sufrí un grave accidente ella me cuidó día, noche y madrugada. Y ahora lo volvió a hacer: se dedicó en cuerpo y en alma a atenderme y chinearme.

Una enfermedad que también ataca la mente

Porque, aunque ustedes no lo crean, esta enfermedad del covid puede ser peor si permitimos que nos desbanque mentalmente y si no contamos con contención emocional. En la medida de lo posible hay que estar positivos y confiados en que se superará este trance amargo.

Desde luego que no quiero parecer insensible con quienes han perdido a un familiar o allegado a causa de este virus. Es lo último que quiero hacer.

Mi mensaje va orientado a quienes están enfrentando esta enfermedad o la sufrirán, porque los casos se seguirán sumando.

Pero además de una actitud lo más positiva posible, también es importante comer bien, hidratarse constantemente y despejar la mente con un buen libro o una buena serie o película.

Esto hice en estos 14 días de cuarentena -a pesar de que la orden sanitaria me llegó al noveno día-, incluso aquellos días en los que el cuerpo tuvo sus horas más difíciles, de mayor e intensa lucha contra el virus de covid: calentura, escalofríos y dolor de cabeza.

El día más difícil fue el sexto y el covid me quiso doblegar. Pero no les miento: me dije a mí mismo que no permitiría que eso ocurriera.

Y no solo porque así me lo propuse, sino porque me tomé dos aspirinas y dos vasos con jengibre, miel de abeja y limón y, además, le pedí al Altísimo que me diera fuerzas para salir adelante. Los siguientes días fueron más tranquilos: dormí mejor, comí mejor y estuve más animado y optimista.

Fin de la cuarentena

Hoy domingo 15 ya puedo salir a la calle, tomarme un café en mis dos cafeterías favoritas o sentarme a reír con mis amigos debajo de un árbol. Pero no lo haré… seguiré en mi casa.

Y al igual que ocurrió hace 10 años, en esta ocasión tengo una mayor convicción de que la salud es el bien más preciado y menos valorado. ¡La damos por sentado!

Reconozco el trabajo de esos funcionarios de salud (de la Clínica de Pavas, CCSS y el Ministerio de Salud) que me llamaron todos los días para saber cómo estaba evolucionando.

Y ante todo valoro a tanta y tanta gente linda que me rodea y que me demostró su amor, cariño y apoyo.

Me siento bendecido porque su apoyo y el de mi hermana Marcela fueron esenciales para que yo lograra salir adelante y con más ganas de comerme el mundo. De seguir dando lata y quizás arrancar una carcajada con mis memes en redes sociales.

Si usted sabe de alguien que está con la enfermedad llámela, infúndale ánimo y extiéndale una mano de ayuda. ¡Hoy por esa persona, mañana puede ser por usted!

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