Tomás Gómez
En determinados momentos las actividades humanas pueden llegar a alterar el suelo y con ello activar los sismógrafos. La pasada Semana Santa fue un ejemplo de ello según los expertos.
Así lo detalla el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori) de la UNA en el más reciente informe sobre la influencia humana en la vibración de la tierra.
“Durante los días 26 al 28 de marzo de 2021, el desplazamiento de miles de personas desde el Valle Central y aledaños hacia las playas del país provocó un aumento de 1 a 6 nanómetros en la deformación vertical del suelo en estas zonas costeras”, indica la revisión.
El Ovsicori agregó que mientras esto ocurría, los sismógrafos del Valle Central más bien reflejaban la caída de actividades.
“La movilidad urbana indujo una reducción en el ruido sísmico en la región central del país”, agregaron.
Los expertos destacaron además que, tras la intensa actividad de desplazamientos, el Jueves y Viernes Santos reflejaron una menor actividad en todo el territorio. En esos días la afectación del suelo mejoró entre 2 y 4 nanómetros.
Cuando el encierro calmaba los sismógrafos
A lo largo de la pandemia, el Ovsicori ha evaluado los cambios en el “ruido antropocéntrico”, los cuales han venido variando según las restricciones vigentes.
Antes la pandemia, en un día laboral ordinario, las deformaciones podrían rondar los 30 nanómetros.
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Con la llegada de las restricciones iniciales la alternación cayó en 10 nanómetros.
Hasta ahora, uno los principales frenos según los sismógrafos había sido la Semana Santa pero del 2020. En ese momento, donde estuvieron algunas de las restricciones más intensas de movilización, la caída fue de 20 nm, un escenario muy distinto a de los últimos días libres.
