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Tica Camila Pino lleva su pasión por el ballet alrededor del mundo

Reconocer el talento costarricense en cualquiera de sus formas, siempre es una notica muy agradable. A los cuatro años, la…

Por Elizabeth Rodríguez

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Tica Camila Pino lleva su pasión por el ballet alrededor del mundo
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Reconocer el talento costarricense en cualquiera de sus formas, siempre es una notica muy agradable.

A los cuatro años, la bailarina nacional Camila Pino dio sus primeros pasos en el ballet. Hoy, a sus 21 años, se unió al Ballet Universal de Corea del Sur (Universal Ballet Company) basada en Seúl. Ya le ofrecieron un contrato profesional para ser parte del cuerpo de baile.

“A los 16 años se me ocurrió que ser bailarina profesional podría ser una opción. Yo veía todas las carreras que estaban disponibles en las universidades pero ninguna me gustaba. Después de darle vuelta al asunto, empecé a buscar escuelas para mejorar mis habilidades y poder ser profesional”, detalló Pino a El Observador.

La formación de una bailarina profesional de ballet, como cualquier otra forma artística, es muy compleja y comienza desde edades muy tempranas. A los 18 años, la joven debió de estar lista para comenzar una carrera como bailarina pero que en su caso, a esa edad, apenas empezaba a entrenar profesionalmente. “Era algo que quería pero no sabía si había futuro en esto”, comentó.

Su primera profesora de ballet clásico en Costa Rica fue Fury Darlington, la directora de la Academia Superior de Ballet Clásico en Curridabat. Fury destacó que siempre estuvo impresionada con Camila por su talento natural. Sin embargo explicó que Camila nunca estuvo enamorada del ballet.

“El ballet estaba enamorado de ella y no ella del ballet. Al principio ni quería ser bailarina, o seguir una carrera. Yo diría que le gustaba más el reto de lograrlo. Pero, eventualmente, el ballet clásico la encontró y le dijo que este era su destino”, detalló.

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Bienvenida a Seúl

Camila Pino mostrando su talento en Estados Unidos. (Cortesía)

Luego de hacer múltiples audiciones, Camila fue aceptada en varias escuelas en Estados Unidos y Canadá, pero finalmente se decide por Kirov Academy of Ballet, ubicada en Washington DC. En junio del 2018, se graduó del Programa Pre-profesional y buscó otros rumbos para seguir mejorando.

“En la academia en Washington no sentí que fuera un desafío sino que era algo positivo. El hecho que alguien hiciera algo de mejor manera, me inspiraba a trabajar más para ser igual que ellas”, relató la bailarina.

Después de participar en una competencia, un juez que formaba parte del Universal Ballet Company la vio y le ofreció ser parte de la compañía. Durante un año y cuatro meses bailó como aprendiz. En el 2020, inició formalmente como parte del cuerpo de baile.

“Los edificios, la gente, la comida, la forma en que te tratan es diferente. (…) Pero en la compañía lo primero que me llamó la atención fue que las otras chicas que estaban conmigo ya eran profesionales hace años y ya todas sabían lo que estaban haciendo. Tenían mucha más experiencia y se veía, a la par de ellas yo me sentía como una bebé”, bromeó.

El Universal Ballet Company cuenta con una planilla de 70 bailarines de más de una docena de países.

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El futuro de Costa Rica en el ballet clásico

Camila Pino en sus primeras presentaciones en Estados Unidos. (Cortesía Camila Pino)

El nivel costarricense en la enseñanza del ballet clásico tiene sus altos y bajos. Jóvenes como Camila buscan mejores oportunidades fuera del país, porque en Costa Rica hacer una carrera profesional como bailarina de ballet clásico es inviable.

“En Costa Rica hay muchas academias de ballet clásico que no tienen idea de lo que están haciendo, y tienen en sus manos la responsabilidad de formar la vida y el cuerpo de un estudiante”, señaló la profesora Fury Darlington.

“Los padres y madres tienen que hacer su tarea y realmente investigar dónde van a matricular a sus hijos e hijas para aprender ballet clásico. Hay que eliminar el fraude, porque hay mucho de eso en Costa Rica”, concluyó.

Por ahora, jóvenes como Camila bailan y dedican su vida a perseguir un sueño muy lejos de casa.

“He aprendido que todo se puede si hay determinación y trabajo duro. No deberían de tenerle miedo a tomar decisiones diferentes, tampoco a salir del país para buscar mejores oportunidades de entrenamiento o trabajo. No deberían de tener miedo de hacer lo que les gusta”, resumió la joven, con un brillante presente y futuro.

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