Desde la Columna
Teresa de la O para El Observador
Tercer mes de cuarentena… El tema Loco sonando en mi carro de regreso a casa, segunda margarita de cena. Sexto mes desde la primera vez que lo vi, cuarto mes desde la última vez que me besó. Respiro profundo, sonrío al no entender qué me pasa, miro el sillón y lo único que mi alma desea es que esté ahí conmigo, sentados mientras él lee y yo escribo mi blog, mientras compartimos conocimientos y me abraza hasta el alma.
¿Alguna vez has llegado a querer tanto a una persona sin haber vivido una ida al cine, una cena en casa o un atardecer en la playa?
¿Alguna vez te has conectado tanto con la mente de un hombre? ¿Recordás a ese hombre que admirabas tanto que sentías que babeás?
¿Recordás quien fue ese hombre que te hizo volver a escribir, que hacía que uno de tus momentos favoritos del día fueran las conversas con él, que te hacía perderte en él sin tan siquiera tener claro cómo?
Cuenta una leyenda que una vez un desconocido reaccionó ante una historia en Instagram de queja sobre el amor moderno, la cual concluyó en una invitación a un café en su lugar de trabajo.
Ella se vistió “como quien no quiere la cosa”, con un vestido negro, corto, pero con zapatos bajos, con el pelo arreglado pero poco maquillaje. Fue un café muy extraño, muy corto y agradable, pero recuerdo que terminó en la casa de su mejor amiga en una de esas noches de trago en vaso grande.
Ella, ¡soy yo! Él logró hacerle creer que estaban rompiendo sus muros, avanzando en un mismo son y le comenzó a dibujar sonrisas que se originaban desde el alma, ilusiones que se arraigaban, pero sin hechos concretos. Aun así, llegué a creer que el Universo y su magia estaban presentándose en mi camino y con la única palabra que podía descubrir tanto sentimiento… era locura.
Pasaron días y meses, continuaba esperando volverlo a ver, porque los mensajes y las videollamadas eran de todos los días. Cada vez que pensaba que me iba a decir que nos viéramos, me contaba sobre lo ocupado que estaba y yo seguía accediendo a una no relación y virtual, porque creía en cada palabra que WhatsApp le permitía escribir y en esa sonrisa que FaceTime le permitía mostrarme.
Un día decidí recordarme que la falta de tiempo no existe, sino la falta de interés.
Que el problema era estar aferrada a la persona equivocada, que no tenía tiempo para mí, que no me daba prioridad, que se escudaba en pretextos, que me daba largas. Un día me aferre a la objetividad y frialdad de aceptar que estaba aceptando menos amor del que merezco, que todo lo que estaba sintiendo, era simplemente un amor surreal que existía en mí, pero no en nosotros.
Estoy segura que este amor fue real en otra vida y que, en esta, vino a enseñarme que la soledad no quema, que ser vulnerable es positivo y que las energías pueden hacerte querer de manera surreal.
Dicen que encontrar a la persona indicada no están complicado, que uno va a sentir un chispazo muy cabrón, que vamos a querer intentarlo una vez más y se nos va a olvidar el puto pasado que nos jode tanto el presente.
¡Salud por un amor real!
Soy Teresa de la O. Una mujer de 32, enamorada de la vida. Consultora de profesión y aventurera de alma. Me fascina viajar, cocinar y hacer de todo y nada.
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