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Un impulso que cambia la vida

Silvia Solano para El Observador Un viaje de 87 días recorriendo más de mil kilómetros a pie sonaría como una…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Un impulso que cambia la vida
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Silvia Solano para El Observador

Un viaje de 87 días recorriendo más de mil kilómetros a pie sonaría como una aventura que merece la pena planear. Y sin embargo, Rachel Joyce en su novela El Insólito Peregrinaje de Harold Fry nos enseña que un impulso pude más que 20 años de costumbre y cotidianidad. Más aún si se trata de saldar una deuda afectiva con el pasado.

Motivado por el cariño a Queenie su amiga que le informa que está enferma de cáncer, Harold, nuestro protagonista emprende un viaje a pie que promete sacarle de su dormitante vida de pensionado, para despertar un cúmulo de emociones silenciadas que sólo el tiempo pudo permitirse “sellar”.

Bien lo expresa así en el libro, “Temía mover una sola extremidad, un solo músculo, no fuera a desatarse el alud de sentimientos que se esforzaba por mantener a raya”

Yo seguiré andando y ella tiene que seguir viviendo. ¿Se lo dirá de mi parte?”. Es una de las más hermosas e intensas frases que encontramos en este relato. Justo cuando Harold nos da las primeras pistas de su enorme pero acallado corazón.

Lo menciona el libro así en una de sus frases: “Lo que nadie sabía era el terrible peso que cargaba dentro de sí, el esfuerzo sobrehumano que suponía a veces aparentar que se era normal y se formaba parte de cosas que parecían fáciles y cotidianas, la soledad que implicaba todo ello

Con una narrativa en apariencia ligera, la escritora nos permite acompañar al señor Fry en un viaje personal, profundo e intenso; cargado de grande enseñanzas. Harold lo menciona así: “Ya no podía cruzarse con un desconocido sin reconocer que todas las personas eran iguales y únicas a la vez. Tal era la paradoja de la condición humana”

Iniciamos la novela conociendo sus personaje en apariencia sencillos y que desde una perspectiva más superficial parecen llevar vidas tranquilas, y sin mayores sobresaltos. No podríamos estar más equivocados. Nada nos previene del extraordinario giro que Joyce le da a está conmovedora historia.

El libro se acaba pero las emociones que despertó permanecen. Maureen lo expresa sabiamente en la novela, “Se sintió conmovida por el tumulto de emociones que puede albergar el corazón humano”

Silvia Solano,  es amante de la literatura, los viajes y las buenas historias.
Blog: https://silabril.wordpress.com