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Una política de empleo para enfrentar las asimetrías regionales, de género y etarias

Por Ennio Rodríguez. Presidente Colegio Ciencias Económicas La transición en el patrón de crecimiento, experimentado desde la década de los ochenta,…

Por Desde la Columna

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Una política de empleo para enfrentar las asimetrías  regionales, de género y etarias
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Por Ennio Rodríguez. Presidente Colegio Ciencias Económicas

La transición en el patrón de crecimiento, experimentado desde la década de los ochenta, hacia el sector externo de la economía, significó un salto cualitativo y cuantitativo en el crecimiento productivo del país hacia una serie de actividades económicas que han permitido una mayor diversificación y especialización productiva.

Costa Rica ha podido insertarse en cadenas de valor altamente competitivas y se ha convertido en uno de los países más exitosos de Latinoamérica al incursionar en la llamada economía del conocimiento que demanda una fuerza laboral altamente calificada.

No obstante, a pesar del éxito relativo de un sector exportador dinámico y competitivo, siguen prevaleciendo rezagos en el aparato productivo; sobre todo en actividades económicas para el mercado doméstico, algunas de las cuales se caracterizan por problemas de baja productividad e incipientes encadenamientos productivos.

Asimismo, se han identificado cuellos de botella para diseñar y consolidar programas de capacitación y calificación del capital humano, que puedan cumplir con los requerimientos que demandan los nuevos sectores exportadores para el desarrollo de sus inversiones.

Este rezago ha sido particularmente evidente en las regiones fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM), lo cual ha limitado las posibilidades de un crecimiento más inclusivo y menos asimétrico, en términos de la participación laboral y la generación de empleos formales y mejor calificados y remunerados.

El deterioro de los indicadores de empleo de los últimos años, agravado por la crisis de la pandemia, nos pone en una posición crítica, como el segundo país en América Latina con la tasa de desempleo abierto más alta después de Venezuela.

Según los últimos datos de la encuesta continua de empleo, a febrero de 2021 la tasa de desempleo abierto y de subempleo promedio alcanzaron el 18,5% y el 17,1% respectivamente. Mientras tanto, la tasa correspondiente al desempleo femenino se ubicó en un alarmante 25,0%.

Si a estos datos les agregamos la tasa de desempleo juvenil (43,8%) y el porcentaje de puestos de trabajo en la economía informal (46,63%), para el primer trimestre de 2021 tenemos un panorama muy preocupante.

Pero, además, estos datos son los promedios nacionales, los cuales pueden ocultar desigualdades territoriales en cuanto a la participación laboral y oportunidades de empleo formal en las distintas regiones del país, en particular, en los territorios más periféricos: las costas y las zonas fronterizas.

Enfoque de género y etario

Reducir la desigualdad y la pobreza solo se logrará con un aumento sostenido del empleo formal en todos los segmentos de calificación de la mano de obra, en especial del empleo juvenil y de las mujeres.

El aumento en las brechas salariales y de participación laboral de estos grupos es insostenible y contraproducente para el crecimiento inclusivo y el aumento de capacidades productivas.

En las condiciones actuales de pérdida del bono demográfico, es indispensable definir arreglos institucionales y políticas para garantizar una mejor y mayor inserción de las mujeres al mercado de trabajo, no solo porque esto contribuye con la productividad, sino también porque es una condición determinante para mejorar el ingreso de los hogares y, en consecuencia, el bienestar de los dependientes, en su mayoría personas menores de edad. Disponemos de un potencial bono de género si logramos combatir las causas de la exclusión de las mujeres del mercado laboral.

Enfoque territorial-sectorial

A su vez, para enfrentar las asimetrías territoriales, se hace urgente diseñar e implementar una estrategia nacional de empleo con carácter territorial y sectorial, con capacidad de tomarle el pulso a los ciclos de transformación productiva y que articule, mediante intervenciones de precisión, la oferta y la demanda de empleo, que se derivan de las nuevas dinámicas de producción y de los mercados de trabajo.

El eje central de la estrategia debe ser una política nacional de empleo, que genere y promueva las condiciones para el desarrollo de los mercados de trabajo, de acuerdo con las características de los territorios y la identificación de actividades económicas líderes, generadoras de empleo formal, mientras se promueve una agresiva estrategia de formalización de las actividades productivas del sector informal.

A través del monitoreo del mercado de trabajo en las distintas escalas territoriales es posible identificar actividades económicas líderes y especializadas, con capacidad de generar economías de aglomeración, a partir de las cuales se generan las condiciones para el desarrollo de “clústeres ocupacionales” dinámicos.

Mediante estudios prospectivos territoriales y sectoriales, se podría disponer de información precisa que oriente las decisiones de formación del recurso humano, de acuerdo con las tendencias y dinámicas de los sectores productivos.

Esto es particularmente importante para definir áreas de especialización laboral, creación de capacidades y promoción de programas de calificación y reclutamiento de la mano de obra, de una forma más descentralizada y precisa.

Política de empleo

Una política de empleo estratégica e integrada sectorial y territorialmente y con énfasis en atacar los factores de exclusión laboral deberá incluir los siguientes objetivos orientadores:

  • Educación dual para los grupos excluidos de la fuerza laboral o del empleo formal como jóvenes, mujeres y otras personas, especialmente aquellas sin conclusión de estudios secundarios.
  • Fortalecimiento de las redes de cuido para facilitar la incorporación laboral particularmente de las mujeres: la Red Nacional de Cuido Infantil y la Red de Atención de las Personas Adultas Mayores.
  • Un programa nacional de incentivos y simplificación de trámites a la formalización de los trabajos y emprendimientos informales.
  • Contribuir con la sistematización, procesamiento y presentación de información relevante y oportuna sobre el comportamiento del mercado de trabajo y sus principales variables. Disponer de información confiable, producto del análisis exhaustivo de las bases de datos disponibles (big data), determinante para el diseño e implementación de políticas de empleo de precisión, que respondan a las necesidades y expectativas de los distintos usuarios y entes públicos y privados encargados de la toma de decisiones. Esto a partir de alianzas estratégicas y de un trabajo de cooperación interinstitucional con las organizaciones del sector.
  • Definir las herramientas para darle seguimiento al comportamiento de las inversiones, el desarrollo de nuevos negocios y actividades emergentes con potencial de generación de encadenamientos productivos y articulación con las cadenas globales de valor.
  • Interpretar y dar seguimiento a los cambios y procesos de transición productiva, que determinan el comportamiento de la oferta y demanda del recurso humano, para definir las medidas de adaptación a dichos cambios.
  • Identificar con anticipación y precisión los requerimientos y necesidades de recurso humano por el lado de la demanda. Por el lado de la oferta, recomendar acciones efectivas y precisas para que los entes encargados de los programas de formación y capacitación de capital humano puedan responder a tiempo con las exigencias de la demanda, tanto en cantidad como en calidad.