Tomás Gómez
En menos de 24 horas el Albergue para Personas Indígenas de Turrialba vivió dos escenas muy diferentes: una protesta y un acto de agradecimiento.
Primero se dio el incidente del martes por la noche, cuando vecinos de la localidad realizaron un disturbio contra el centro donde se alojaban pacientes sospechosos de COVID-19, y la madre de un bebé contagiado que está internado en el Hospital de Niños.
La protesta incluyó hasta quema de colchonetas en medio de la calle.
La tarde este miércoles, por su parte, otros vecinos y autoridades llevaron flores al centro, que durante años ha dado cabida a los grupos indígenas del cantón y que se adaptó como instalaciones especiales durante la crisis del coronavirus.
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Movilización y preocupación
Luego de los actos violentos, la Municipalidad de Turrialba debió intervenir y trasladar a las personas afectadas a un nuevo centro, esta vez ubicado en el Liceo Rural de Grano de Oro, más cerca de su comunidad.
Las autoridades enfatizaron que el albergue seguirá funcionando. El ministro de Salud, Daniel Salas, hizo un llamado a las comunidades para que cooperen con esta dinámica, pues dijo que es uno de los métodos más eficaces para evitar la propagación del virus.
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Diputadas de la zona, la oficina de Naciones Unidas y la Defensoría de los Habitantes también llamaron la atención por la violencia en contra del grupo indígena. El alcalde local, Fernando Léon, calificó la protesta como “acoso”.
