Hermes Solano
Durante las conclusiones en el juicio por el asesinato de la anestesióloga María Luisa Cedeño, la fiscal que llevó la investigación del caso, Grettel Rosales, analizó la evidencia encontrada en el allanamiento del apartamento del acusado Luis Carlos Miranda.
Además, señaló elementos encontrados en el teléfono celular del administrador de empresas, principalmente mensajes de conversaciones que tuvo con diferentes personas.
Una de ellas es del 22 de julio de 2020, dos días después del homicidio.
Según lo mencionó Rosales, ese día el encartado Miranda intercambió mensajes con un hombre llamado Orlando Lara.
“No les dijiste nada, ni que estoy en forense con pruebas de homicidio”, fue uno de los mensaje que Miranda le habría enviado a Lara, según lo presentó la fiscala durante sus alegatos, colocando las imágenes de esos mensajes.
“Ya listo, ni un rasguño”, indicó momentos después en el intercambio que tuvo.
Un día antes, el 21 de julio, había tenido una conversación con otro hombre de nombre Antonio, en el que le indicó que al parecer María Luisa Cedeño había metido a alguien a la habitación.
“Es el mismo móvil que daba Bodaan”, indicó la representante del Ministerio Público.
A Miranda lo detuvieron el 25 de julio de 2020, cinco días después del crimen. La detención se realizó en el sector de Jacó, donde él tenía apartamento.
Artes marciales
Rosales señaló elementos que salieron del allanamiento efectuado al apartamento de Miranda, así como a la revisión, con perro especializado incluido, de su carro, un Mercedez Benz.
En la habitación se ubicó un maletín que contenía equipo para practicar artes marciales.
Para la fiscalía es relevante este hecho porque la hipótesis que han manejado es que el golpe que le produjo el desprendimiento del tallo cerebral, que le produjo la muerte a la mujer, fue de alguien especialista en este tipo de deportes.
“Es posible que la lesión mortal de la víctima haya sido producida por mecanismos empleados en estos artes marciales”, indicó la fiscala.
Sin embargo, no detalló si en ese equipo se encontró alguna prueba, como rastros de sangre o huellas.
Tampoco detalló sobre de quién era la sangre encontrada por el perro Bako en el carro de Miranda.
La inspección del can determinó rastros de sangre en la manilla de la puerta, en la parte alta de la cajuela, así como en la palanca de cambios y en el panel del dash.
Sin embargo, no indicó si la sangre pertenecía a la victima o eran de otra persona.
