Sergio Arce
“Mi primer viaje a Costa Rica fue el comienzo de uno de los romances más profundos de mi vida”.
Con estas palabras describe Evangelina González su amor con nuestro país. Un romance que comenzó en el 2021 cuando recorrió buena parte del territorio en patineta eléctrica.
Y en este 2024 no hace más. que crecer, a tal punto -y con dos visitas a cuestas: la otra fue en el 2022- que publicó un documental en su canal en YouTube llamado Alinfinitoo.
En este video de poco menos de 25 minutos, esta argentina residente en Alemania le detalla a sus 65.000 seguidores en esta plataforma las razones del por qué está enamorada de Costa Rica.
Cómo llegó aquí
“Todo comenzó en el 2021. Iba en tren de Fránkfurt a Múnich¡ y me acababan de aprobar un proyecto deportivo la marca de mi E-skate: Bewatt.
“Iba a recorrer cinco países en cinco continentes con mi skate eléctrico. Estaba en ese tren con mi laptop en las rodillas, pensando en el proyecto y planificando los países que iba a recorrer.
“Elegí Portugal para comenzar en Europa. Y al pensar en los demás continentes, me surgió la gran duda: “¿Cómo decidir qué países recorrer?” Tenía que elegir países de tamaño pequeño/mediano, seguros para una mujer viajando sola, y que me ofrecieran un escenario cinematográfico.
“Al realizar la primera búsqueda sobre América, escribí en el buscador: “Países más seguros de Latinoamérica” y apareció por primera vez en mi radar: Costa Rica.
“Vi los escenarios magníficos de volcanes y selvas. Y honestamente no investigué más. Lo hablé con Emilio Scotto, el motociclista con el récord del viaje más largo en moto y mi ídolo. Me dijo: ‘Tenés que hacer Costa Rica por el Pacífico'”, relató Evangelina.
La gente, la comida, los escenarios
Ella contó que al llegar a Costa Rica solo tenía reservado un voluntariado en el Pacífico Sur, en Uvita. Allí intercambiaría trabajo por hospedaje y comida por unas semanas.
Desde que llegó al país todo comenzó a parecerle una muy grata aventura, según relató a El Observador: desde la conectividad de los buses, la limpieza del aeropuerto Juan Santamaría y los paisajes.
“Tomé mi bus con dirección a Osa y allí descubrí que se puede llorar al ver el mar, las palmeras y un paisaje prístino”, expresó.
“Las sorpresas siguieron todos los días. Las ticas que trabajaban conmigo en el hostel eran las más dulces, pacientes y pícaras que había conocido luego de recorrer 40 países por el mundo.
Evangelina González logró grandes amistades en sus viajes a Costa Rica, que espera volver a ver ahora a finales del año (Foto cortesía / Evangelina González).
“Más sorpresas: fui con Bar, un chico de Israel, a surfear y en un momento miré hacia atrás, con ese paisaje verde intenso y la niebla de la temporada de lluvias, y miré a mi colega con los ojos llorosos y le dije: ‘¡Este lugar es increíble, no puedo creer que esto exista!'”.
“No fueron más que sorpresas, ¡y las que me quedaban por vivir! Me fui a Costa Rica sin esperar nada, sin leer nada (muy mal hecho) y con varios dolores en el alma. Y Tiquicia me sanó el pesar, me hizo valiente, me acalló los problemas y los reemplazó por amigos, paisajes, pura vida y paz.
“En Costa Rica fui feliz por primera vez”, concluyó.
