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El trabajo de un pueblo limonense para convertirse en el santuario del manatí

El Caribe Norte costarricense tiene todos los ingredientes para ser un santuario natural, pero todavía se desconoce en que magnitud,…

Por Allan Arroyo

Tiempo de Lectura: 5 minutos
El trabajo de un pueblo limonense para convertirse en el santuario del manatí
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El Caribe Norte costarricense tiene todos los ingredientes para ser un santuario natural, pero todavía se desconoce en que magnitud, o que tan grande es ese privilegio.

La zona es el hábitat del manatí, uno de los animales “más nobles” de la vida marina, pero también poco conocido y en peligro de extinción.

El único mamífero marino que se alimenta de plantas habita en la costa del Caribe, desde Florida en Estados Unidos hasta el norte de Brasil.

La temperatura del agua, los humedales y otras condiciones propias de la zona favorecen su permanencia.

Manatí en Barra del Colorado. Foto: Fedrick Hodgson Molina / Fundación CR Wildlife

En Costa Rica se identificó una subespecie conocida como Manatí Antillano, (nombre científico: Trichechus manatus manatus). Es evidente que están desde hace muchos tiempo, pero hasta este año se sabrá con mayor exactitud cuantos de ellos quedan.

Desde Bijagua de Upala donde vive, rodeada del bosque que atrae desde monos hasta dantas, la investigadora Sofía Pastor, conversó con El Observador sobre el animal que no duda en describir como su preferido.

Ella es líder de la Fundación CR Wildlife, que en alianza con el Dr. Héctor Guzmán del Instituto Smithsonian, desarrolla el programa de conservación Seacow Conservation.

“Desde tiernos, hasta elementales en la lucha contra el cambio climático.” Así describe la experta a estos animales, también conocidos como “vacas marinas.”

En 2014, el manatí fue declarado símbolo de la fauna marina de Costa Rica y de la esperanza e interés de la niñez costarricense en la protección de los recursos naturales presentes en el territorio nacional.

La iniciativa caminó en la Asamblea Legislativa tras la propuesta de dos niños estudiantes de la provincia de Limón.

Espera conteo

Según la Fundación CR Wildlife, por más de 30 años se han tratado de hacer estimaciones poblacionales sobre el manatí, pero con poca precisión.

Los humedales en Costa Rica son de agua turbia, lo que dificulta el uso de tecnología más accesible como los drones, para el conteo de especies en el mar.

Fue hasta el año anterior que se pudo utilizar una técnica de monitoreo para estudios bioacústicos. El fin es tener un primer dato sobre la cantidad de manatíes en Costa Rica, por medio del sonido.

Esa técnica fue utilizada hace unos cinco años en Panamá y se confirmó su eficacia, por lo que se aplica en Costa Rica.

Pastor contó que el artículo científico está avanzado pero ahora no puede revelar los resultados. Será en este 2023 cuando se publique el conteo.

“La información científica de la población de manatíes, acompañada del conocimiento local, nos permite entender cuándo y cuáles son los espacios del refugio que más utilizan. Gracias a ello podemos tomar acciones más precisas para la conservación de la especie,” agregó la experta, quien reconoce que se interesó por este animal al conocerlo en sus clases de biología.


Foto: CostaRica.org

Barra del Colorado se ubica en el extremo norte de Costa Rica, fronterizo con Nicaragua. A 35 km de Tortuguero y pertenece al cantón de Pococí, Limón. Viven poco más de 3.000 personas

Foto: Kenneth Vargas Torres. Área de Conservación Tortuguero. Sinac.

El Refugio de Vida Silvestre de Barra del Colorado es el más grande de Costa Rica con cerca de 31 kilómetros de ríos, canales, lagunas y pantanos.

Más información en el Área de Conservación Tortuguero


Territorio protector

“Nuestro enfoque es conservación y coexistencia.” Así resume Sofía el objetivo de la fundación, en el que no están solos. Su principal aliado es el pueblo de Barra del Colorado, con el que vienen trabajando desde hace dos años.

En las investigaciones, de la que participan diferentes sectores de la comunidad, se pudo conocer que las principales amenazas para el manatí son: la degradación del hábitat y las colisiones con botes de motor, en medio de las aguas turbias y oscuras.

El transporte en bote es indispensable para la actividad cotidiana y comercial de la zona, sin embargo se busca un balance en la relación con el ambiente.

El plan apuesta a la educación y por eso se colocaron los primeros letreros para advertir sobre la posible presencia de estos animales. El llamado es a bajar la velocidad en el agua.

Barra del Colorado se perfila a ser un santuario del manatí, para su conservación y como complemento de toda la actividad turística.

Sus habitantes son optimistas del desarrollo que el proyecto puede generar. Una zona que destaque en el mapa por su actividad sostenible.

Educación y escucha

Sofía Pastor, de la Fundación CR Wildlife, reconoce que el trabajo ha sido largo y aún falta. En este 2023 espera aumentar la relación con esta comunidad para cumplir la principal misión: escuchar.

“La estrategias es escuchar a la comunidad y trabajar desde ahí. Somos una fundación que busca ser un generador para las comunidades,” dijo a este medio.

Ya cuentan con una red de emprendedores y aliados que les avisan en caso de un avistamiento del manatí. También, el grupo se prepara para atender proyectos de turismo y conservación.

Otra de las grandes visiones del proyecto es la educación ambiental. “Visibilizar el valor y cambiar el chip” que tiene la población de Barra del Colorado, explica la vocera.

“Que expandan la visión sobre la vida silvestre que les rodea,” es el trabajo que realizan con los menores de la comunidad.

Para ello se creó el Club Mananí, como los mismos estudiantes lo nombraron, y que cuenta hoy con 17 participantes.

Apenas el comienzo

“Decidimos empezar ahí como un plan piloto, primero haciendo lazos con la comunidad para ir probando el método, si funcionaba o no, porque en teoría ahí están las mayores poblaciones del manatí,” explicó Pastor.

Una visión a mediano plazo es que este modelo se pueda replicar en lugares como Tortuguero, donde ya tienen contacto con la población.

Además tienen en el horizonte que el proyecto de conservación llegue a toda la costa del Caribe Sur hasta Sixaola, frontera con Panamá, y que sea modelo para la región centroamericana.

La tarea es seguir conociendo la cultura de estas poblaciones, sus actividades económicas y el modo de vida.

“Todo lo que se descubra en Costa Rica es esperanza. Antes no sabíamos nada, y ahora sabemos algo. Van a quedar muchas preguntas pero ahora sabemos más de lo que sabíamos hace tres o cuatros años, ” concluye la entusiasta investigadora, Sofía Pastor, sobre el Manatí.