AFP
(Washington, EE.UU.). El asediado gigante de oficinas compartidas WeWork, que ha estado en una situación financiera desesperada durante años, anunció el lunes que se había declarado en quiebra en un intento por negociar una reducción de su deuda.
La empresa de coworking dijo que su quiebra afecta las operaciones en Estados Unidos y Canadá, pero “se espera que las operaciones globales continúen como de costumbre”.
La declaración de quiebra fue un giro radical de los acontecimientos para la empresa con sede en Nueva York, que alguna vez fue una startup favorita que prometía remodelar el sector de oficinas a nivel mundial.
En un momento, atrajo grandes inyecciones de inversores, incluidos SoftBank y la firma de capital de riesgo Benchmark. WeWork fue considerada la startup estadounidense más valiosa en 2019, con un valor de 49 mil millones de dólares.
Pero la difícil rentabilidad, el aumento del teletrabajo, la caída de los inquilinos y años de costes masivos han afectado duramente a la empresa.
A principios de agosto, WeWork advirtió al regulador del mercado de valores estadounidense (SEC) que temía por su supervivencia: “Existen dudas sustanciales sobre la capacidad de la empresa para continuar como empresa en funcionamiento”.
No obstante, la empresa dio un giro positivo a la noticia de la quiebra.
“Ahora es el momento de impulsar el futuro abordando agresivamente nuestros arrendamientos heredados y mejorando dramáticamente nuestro balance”, dijo el director ejecutivo de WeWork, David Tolley, en un comunicado.
“Definimos una nueva categoría de trabajo y estos pasos nos permitirán seguir siendo el líder mundial en trabajo flexible”.
En términos prácticos, los procedimientos del Capítulo 11 permiten a una empresa renegociar su deuda con los acreedores y presentar un plan para reorganizar su negocio, mientras permanece bajo la protección de la ley por un período que puede extenderse a lo largo de varios años.
WeWork espera negociar una reducción “significativa” de su deuda. En particular, el grupo espera “rescindir los contratos de arrendamiento en una serie de lugares” que no generan suficiente dinero, señalando que las empresas propietarias “han sido notificadas con antelación”.
La agencia de calificación S&P dijo el 1 de noviembre que WeWork estaba en “incumplimiento selectivo” después de no cumplir con las condiciones establecidas por los tenedores de deuda.
La gente trabaja en mesas dentro del espacio de trabajo cooperativo “WeWork” el 13 de marzo de 2013 en Washington, DC. (Archivo / AFP)
Años de problemas
WeWork había sido una estrella célebre en la economía colaborativa, dejando una huella gigantesca en los sectores inmobiliarios comerciales de las principales ciudades del mundo.
Pero los inversores se cansaron de su mesiánico entonces director ejecutivo Adam Neumann, de sus enormes costos operativos y de la falta de ganancias en 2019, cuando intentó salir a bolsa.
El extravagante Neumann, que fundó WeWork en 2010, fue despedido después de que fracasara la oferta pública inicial.
La caída de WeWork solo se aceleró durante la pandemia de coronavirus, que provocó cierres de oficinas y el aumento del trabajo desde casa.
La compañía se ha apresurado a vender parte de su negocio, renegociar arrendamientos y cerrar sucursales, pero aun así perdió más de mil millones de dólares en el primer semestre de 2023.
La caída de WeWork también desestabilizó gravemente al grupo japonés SoftBank y su Vision Fund, que había invertido mucho en la empresa, dañando así la imagen visionaria de su director ejecutivo, Masayoshi Son.
WeWork finalmente salió a bolsa en 2021 a través de una empresa de adquisición con fines especiales.
Las acciones de WeWork valían sólo 80 centavos al cierre de la negociación en la Bolsa de Nueva York el lunes por la tarde, para una capitalización de mercado de 44,5 millones de dólares.
