23 voces Cambio Climático

Cada opción cuenta: Cambiando nuestros patrones de consumo y producción

Por Pablo Evia Desde una perspectiva individual, es posible que se perciba el cambio climático como algo distante o complicado…

Por Redacción El Observador

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Cada opción cuenta: Cambiando nuestros patrones de consumo y producción
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Por Pablo Evia

Desde una perspectiva individual, es posible que se perciba el cambio climático como algo distante o complicado de comprender. Es probable que su influencia se restrinja a conversaciones sobre las alteraciones en el clima, como variaciones en la temperatura, patrones de lluvia o desplazamientos en los momentos de inicio de las estaciones. 

No obstante, en elecciones aparentemente simples, como la selección de los alimentos, las prendas que vestimos o los medios de transporte que utilizamos, rara vez dedicamos la debida atención para comprender plenamente el impacto medioambiental que tales decisiones pueden generar. 

Por ejemplo, la organización World Wide Fund for Nature (WWF), una ONG dedicada a la conservación de la vida silvestre y a la reducción del impacto humano en el medio ambiente, ha calculado que se requieren aproximadamente 2.700 litros de agua para la fabricación de una camiseta (t-shirt). Esta cantidad de agua equivale al consumo promedio de una persona durante 900 días. 

Por otra parte, nuestras opciones relacionadas con la alimentación también ejercen un impacto considerable en el entorno ambiental. Numerosas investigaciones han profundizado en las implicaciones en términos de uso del agua y del suelo, además de la contaminación asociados a nuestros hábitos alimenticios. Se estima que aproximadamente el 35% del total de emisiones de gases de efecto invernadero proviene del sistema de producción alimentario a nivel mundial, que abarca desde la producción hasta el transporte y almacenamiento de alimentos en todo el mundo. Paralelamente, alrededor del 80% de las zonas de cultivo en el planeta están dedicadas a la producción de carne y sus derivados (por ejemplo, lácteos), lo que representa un total de 3.900 millones de hectáreas. 

El crecimiento de la población y el aumento en los estándares de vida a nivel global se suman para generar una mayor presión sobre el suelo y otros recursos naturales no renovables, lo que implica a su vez una mayor degradación de nuestro medio ambiente. Por último, es común escuchar ejemplos que ilustran el tiempo necesario para la biodegradación de productos fabricados con plástico. Por ejemplo, se ha difundido que las bolsas plásticas requieren 20 años para descomponerse, mientras que las pajillas para bebidas pueden tardar hasta 200 años en descomponerse.

Todos estos datos nos sirven para confirmar que nuestros actuales patrones de producción y consumo no son sostenibles en el tiempo, y están desencadenando la denominada triple crisis planetaria: cambio climático, contaminación y pérdida en la biodiversidad. 

Para evitar estas crisis se necesitan “cambios transformadores”, urgentes y ambiciosos, en la forma en que vivimos; es decir, necesitamos una reestructuración fundamental de todo el sistema de las causas fundamentales de la degradación de la naturaleza.  

Necesitamos crear un futuro en el que las personas y la naturaleza prosperen, pero ello dependerá de cómo la sociedad valore la naturaleza y, aún más importante, lograr integrar esta valoración en nuestras decisiones diarias. 

Esta tarea no es fácil, ya que un cambio de paradigma no puede ser simplemente impuesto por algunas instituciones (por ejemplo, el gobierno), sino que debe respaldarse en prácticas y decisiones cotidianas. Por ejemplo: se ha estimado que si una persona cambia el consumo de carne vacuna por frijoles una vez a la semana durante un año, mantendrá el equivalente a 331 kilogramos de dióxido de carbono (CO2) fuera de la atmósfera.

¿Cuánto representa esto en términos de impacto ambiental? Renunciar a la carne una vez a la semana en favor de frijoles, en el transcurso de un año, equivaldría a no quemar 144 litros de gasolina o al 5% del uso de electricidad de un hogar promedio. Si estos cambios individuales se traducen a nivel de la sociedad, el impacto es muy importante.

Nuestra labor en investigación en temas de economía ambiental, desde el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE) y la sede de América Central de Ambiente para el Desarrollo (EfD), consiste en tratar de generar evidencia para influenciar cambios de comportamiento y políticas públicas concordantes con un desarrollo verde e inclusivo. 

Nuestra visión es convertirnos en una red sólida e internacionalmente reconocida de académicos con frecuentes intercambios de ideas y métodos de investigación que se refuercen mutuamente, contribuyendo al logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 que consiste en garantizar el consumo y la producción sostenibles, desde una perspectiva económica, pero con un enfoque verdaderamente sistémico e integral, hacia el diseño de cambios transformadores en estilos de vida, consumo de alimentos, generación de residuos y circularidad.  

Sin embargo, debemos estar conscientes como individuos de que cada pequeña acción cuenta. Al hacer cambios en nuestros hábitos cotidianos, podemos ayudar a crear un futuro más sostenible. 

Además de los cambios individuales que podemos hacer, también es importante exigir a nuestros gobiernos que tomen medidas para abordar la crisis climática. Podemos hacer esto votando por candidatos que apoyen políticas climáticas o contactando a nuestros representantes electos para exigirles una conducta acorde con un futuro responsable. 

En la lucha contra el cambio climático, cada uno de nosotros posee un rol fundamental. Al colaborar en conjunto, tenemos el poder de forjar un porvenir más sustentable para nuestro planeta.


 

 

Este artículo forma parte del especial 23 voces del cambio climático de El Observador.   Dirigido por Berlioth Herrera. Coordinado y editado por Michelle Soto.

Sobre la autora Voz #17. Pablo Evia es coordinador del programa colaborativo SCOPE (Sustainable Consumption and Production) de Environment for Development (EfD)