Redacción El Observador
Mario Piedra
En un mundo donde la biodiversidad está amenazada y los ecosistemas frágiles luchan por sobrevivir, surge una luz de esperanza en forma de una audaz iniciativa llamada BIOTA. Esta iniciativa comprende la importancia vital de las comunidades locales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) de renombre en la vanguardia de las batallas de conservación. Sin embargo, también reconoce los desafíos financieros que a menudo frenan estas iniciativas, limitando su potencial para generar cambios duraderos y transformadores.
En BIOTA, creemos que el futuro de la conservación reside en la colaboración y la innovación. La conservación ya no puede depender únicamente de métodos tradicionales de financiamiento. Necesitamos una solución que sea tanto poderosa como sostenible.
En respuesta a esta llamada de acción, Digital Acceleration Partners (DAP) se ha asociado con FUNDECOR para dar vida a BIOTA. Pero, ¿qué hace que esta iniciativa sea verdaderamente revolucionaria? La respuesta radica en la convergencia de la tecnología financiera de vanguardia y la pasión por la conservación.
Lejos de los mecanismos de conservación centralizados basados en impuestos, BIOTA abraza la tecnología como el motor de cambio. La tokenización de activos naturales se convierte en la piedra angular de esta revolución. Mediante el uso de contratos inteligentes, la iniciativa crea créditos de biodiversidad que están intrínsecamente vinculados a los servicios ecosistémicos respaldados por la ciencia. “Estamos transformando la naturaleza en un activo tangible que puede ser protegido y valorado”, suele decir Alejandro Solís, CEO de DAP.
Estos créditos de biodiversidad no solo son un concepto teórico, sino una realidad palpable. Nuestro objetivo es brindar a las comunidades locales y a los dueños de la tierra un motivo claro para ser guardianes de sus entornos. Los créditos no sólo reconocen su esfuerzo, sino que también los empoderan financiera y moralmente para liderar el cambio.
El enfoque de BIOTA no se detiene aquí. El proyecto se basa en la tecnología inteligente y en la trazabilidad transparente. Estos principios no sólo aseguran la autenticidad de los créditos, sino que también hacen que el proceso de conservación sea accesible y comprensible para todos. “La transparencia es crucial para generar confianza en este nuevo enfoque”, sostiene Laura García, una reconocida experta en sostenibilidad.
El alcance del proyecto es verdaderamente global y ambicioso. No se trata sólo de la conservación en una región, sino de un cambio de paradigma que podría resonar en todo el mundo. “BIOTA no es sólo una solución; es un modelo a seguir”, enfatiza Manfred Kooper, experto en sostenibilidad de EY. “El éxito de esta iniciativa podría dar lugar a una nueva era de financiamiento de la conservación”.
Actualmente, el proyecto está en pleno auge, con estudiantes de la Universidad de Georgetown trabajando en el desarrollo de una estrategia de penetración en el mercado. Además, el apoyo invaluable de EY está permitiendo la creación de un pricing benchmark, una herramienta esencial para garantizar la equidad y la justicia en la valoración de la biodiversidad.
En BIOTA, la conservación ya no es sólo una preocupación ambiental y climática, sino una oportunidad tangible de cambio. Este es un llamado a los inversionistas corporativos a unirse a esta revolución, a las comunidades locales a liderar con valentía y a todos nosotros a abrazar un futuro donde la tecnología y la pasión se fusionen para salvar nuestro planeta. “La conservación ya no es un lujo, sino una necesidad”, concluye Solís. Y BIOTA está aquí para hacer que suceda.
Este artículo forma parte del especial 23 voces del cambio climático de El Observador. Dirigido por Berlioth Herrera. Coordinado y editado por Michelle Soto.
Sobre el autor Voz #22. Mario Piedra, director ejecutivo de la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central (FUNDECOR)
