23 voces Cambio Climático

La acción climática desde las ciudades

Las ciudades, esos espacios urbanos donde desarrollamos nuestras vidas en comunidad, son reconocidas como causa y solución del cambio climático

Por Redacción El Observador

Tiempo de Lectura: 6 minutos
La acción climática desde las ciudades
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Jessie Vega Méndez, coordinadora de Acción Climática en el Centro para la Sostenibilidad Urbana

Las ciudades, esos espacios urbanos donde habitualmente desarrollamos nuestras vidas en comunidad, son reconocidas como causa y solución del cambio climático. Por un lado, son causa, esto porque, aunque sólo representan entre el 2 y 3% de la superficie del planeta, son el hogar de más de la mitad de la población mundial, lo que ocasiona que sean responsables por el 70% de la energía consumida y de alrededor del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero que ocasionan el calentamiento global.

Y desde el punto de vista de los impactos del cambio climático, son también los espacios más expuestos a amenazas como las lluvias intensas, las inundaciones, los deslizamientos, las sequías, las olas de calor y el aumento del nivel mar, las cuales -sumado a malas prácticas de desarrollo urbano no planificado y de incremento de desigualdades entre las poblaciones que las habitan, como la gentrificación- terminan convirtiéndolas en entornos altamente vulnerables ante el cambio climático.  

Sin embargo, las ciudades son también solución al cambio climático porque, desde la planificación y la gestión de estas, se pueden tomar acciones que colaboren con la descarbonización y la reducción de la vulnerabilidad, generando beneficios amplios, duraderos y estructurales en los diferentes sectores y poblaciones de la ciudad, que van más allá del tema climático. 

Por ejemplo, desde las políticas y normativas de ordenamiento territorial que se desarrollen en una ciudad, considerando los escenarios futuros de cambio climático, una urbe puede implementar estrategias transformadoras que limiten del desarrollo urbano en sitios de alta exposición a amenazas climáticas y permitan que el entorno construido actual y futuro integre acciones para reducción de emisiones y resiliencia, en coherencia con los ecosistemas de lo que es parte. Esto a mediano y largo plazo genera beneficios como reducción de costos por atención de emergencias y reconstrucción post desastre, mejora de la calidad de vida de la población al habitar espacios seguros y confortables conectados con la biodiversidad local y la reducción de desigualdades al promover el acceso a vivienda digna y segura para poblaciones en condiciones de vulnerabilidad social y económica.

Asimismo, los gobiernos locales se consideran actores imprescindibles para el éxito de la acción climática de los países, porque es a partir del conocimiento y la acción local que las acciones climáticas propuestas en los instrumentos de políticas nacionales sobre cambio climático cobran sentido y pueden llegar a impactar realmente los territorios y las personas. Por lo que, una buena parte de la política climática internacional y nacional en los últimos años, se ha dedicado a diseñar e implementar políticas, planes y programas que permitan asegurar la participación de los gobiernos locales en la toma de decisiones para la acción climática.

En nuestro país, el incentivo a la participación en la acción climática para los gobiernos locales se ha desarrollado mediante programas y proyectos  liderados desde la Dirección de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente y Energía en colaboración con aliados estratégicos, siendo los más representativos la categoría comunidades del Programa País de Carbono Neutralidad 2.0 que ha sido un incentivo para la participación y ejecución de acciones climáticas locales en el área de la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero y por el proyecto Plan A-Territorios Resilientes ante el Cambio Climático que acompañó a los veinte cantones más vulnerables ante el cambio climático a desarrollar instrumentos de planificación de la adaptación ante el cambio climático.

Y a nivel internacional, el Pacto de Alcaldes por el Clima y la Energía ha resultado ser el sistema de reconocimientos más apetecido por nuestros gobiernos locales que se han comprometido con la acción climática, ya que permite el reconocimiento internacional y el intercambio de conocimientos y experiencias con otras ciudades similares para potenciar las acciones climáticas locales. Actualmente, alrededor de 27 gobiernos locales en el territorio nacional son parte del pacto. 

Ahora bien, comprometerse con la acción climática desde los gobiernos locales implica diseñar y ejecutar una serie de acciones desde un enfoque participativo con dos objetivos principales: la mitigación y la adaptación ante el cambio climático. Ambos enfoques deben estar presentes con el fin de que se aumente el impacto positivo de las acciones, se maximice el uso de los recursos disponibles, se disminuyan las pérdidas y daños asociadas a los impactos del cambio climático y se reduzcan las posibilidades de implementar acciones contradictorias.

Desde el enfoque de la mitigación se debe procurar la ejecución de acciones que verdaderamente reduzcan las principales fuentes de emisión de la ciudad y aumenten los sumideros. Estas fuentes de emisión, en el caso de Costa Rica, para los cantones más urbanos están principalmente asociadas al transporte dentro de los límites de la ciudad, el uso de la energía eléctrica y fósil del sector privado y las emisiones por la gestión y el tratamiento de los residuos sólidos y líquidos. Por su parte, en los cantones rurales es más común encontrar que el sector ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra es el de mayor aporte de emisiones, seguido del sector transporte y el sector de residuos. 

En ese sentido, una ciudad baja en emisiones es aquella en la cual se han implementado acciones climáticas relacionadas con los siguientes temas:

  • Movilidad sostenible: priorizando el desarrollo de infraestructura orientada al transporte que le permita a la población preferir medios no motorizados o el transporte público, antes que el vehículo particular, que es la principal fuente de emisiones en el sector transporte para el país. Al tiempo que se promueven políticas y acciones de uso del suelo mixto que permitan a las personas reducir la distancia entre su lugar de trabajo y su residencia, haciendo más factible el uso de medios de transporte bajos en emisiones. 
  • Gestión de los residuos sólidos: diseñando estrategias que le permitan a la ciudadanía priorizar la reducción, la reutilización y el reciclaje de los materiales, antes que su disposición final. 
  • Tratamiento de aguas residuales: fomentando el diseño y construcción de sistemas de tratamiento que permitan la correcta gestión de estas aguas, en vez de su descarga directa a ríos. 
  • Energía: priorizando el uso eficiente de la energía eléctrica entre todos los sectores de la ciudad y apoyando programas y proyectos que contribuyan a la descarbonización del uso de combustibles fósiles en el sector privado.
  • Construcción sostenible: fomentando políticas, regulaciones y proyectos que permitan que las nuevas construcciones y las remodelaciones de construcciones actuales fomenten buenas prácticas de uso de los recursos naturales en los procesos de construcción y operación de los edificios. 
  • Biodiversidad: aumentando la arborización urbana para el fomento de los servicios ecosistémicos como la captura de carbono, en espacios públicos como parques, aceras y calles, y en espacios privados como antejardines y espacios comunes de condominios.
  • Educación: como eje transversal de la acción climática la educación a toda la población se vuelve una acción siempre presente y necesaria, ya que permite crear hábitos en casa y en el trabajo que benefician el clima y el bolsillo.

Por otro lado, desde el enfoque de la adaptación, se procura la implementación de acciones que contribuyen al ajuste de los sistemas naturales y humanos ante los impactos actuales y futuros del cambio climático, reduciendo las condiciones de vulnerabilidad de la ciudad y aprovechando las oportunidades para potenciar la resiliencia de sistemas económicos, sociales y ambientales. 

En ese sentido, las acciones de adaptación en ciudades están orientadas a los siguientes temas:

  • Ordenamiento territorial: gestionando que los tipos de uso del suelo en la ciudad sean coherentes con las tasas de renovación, capacidad y asimilación que presentan los ecosistemas, evitando el fomento de desarrollo urbano en sitios de alto valor para la biodiversidad o en áreas altamente expuestas a las amenazas climáticas.
  • Gestión del riesgo: promoviendo las acciones para reducción del riesgo, atención de la emergencia y recuperación post desastre, que consideren las amenazas climáticas y los grupos poblacionales más vulnerables ante el cambio climático.
  • Gestión del recurso hídrico: desarrollando acciones para que la población pueda contar con agua ante diferentes escenarios de escasez de agua y sequía. Así como, el fomento del aprovechamiento y la gestión del agua en todas sus formas, siendo particularmente importante la captación, el almacenamiento y la infiltración del agua en el suelo como una forma de aprovechamiento del agua pluvial, para evitar aumentos de escorrentía superficial que generen inundaciones urbanas. 
  • Seguridad alimentaria: garantizando el abastecimiento y el suministro de alimentos, mediante la agricultura urbana y el incentivo a la producción y los mercados locales.
  • Infraestructura: incorporando en los procesos de construcción, operación y mantenimiento de infraestructura pública y privada, análisis de riesgos que permitan diseñar acciones para blindar la infraestructura ante los impactos del cambio climático. 
  • Biodiversidad: mediante estrategias de protección, recuperación y conservación de las áreas silvestres protegidas y otras formas de áreas de protección presenten en la ciudad, así como del fomento de las soluciones basadas en las naturales en espacios públicos y privados para la promoción de los servicios ecosistémicos.
  • Gestión costera: en ciudades costeras la adaptación procura que se desarrollen acciones de protección, recuperación y conservación de ecosistemas marinos y costeros como manglares, arrecifes de corales, pastos marinos, entre otros, evitando el avance de las aguas, así como acciones para mejorar la infraestructura de puertos y en caso de que lo amerite,  la reubicación de poblaciones hacia sitios más seguros. 

Con el desarrollo de estas acciones climáticas, con un enfoque integrado tanto de mitigación como de adaptación, se fomenta como resultado final que las ciudades sean resilientes, es decir, que se vea el cambio climático como una crisis a partir de la cual podemos generar oportunidades de cara al futuro, las cuales le permitan a nuestras ciudades responder rápida y eficazmente ante momento de crisis y en situaciones de normalidad, ejecutar continuamente acciones para la reducción de las desigualdades, asegurando y mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos y sus ecosistemas. 


Este artículo forma parte del especial 23 voces del cambio climático de El Observador.  

Dirigido por Berlioth Herrera. Coordinado y editado por Michelle Soto.

Sobre la autora

Voz #8. Jessie Vega Méndez es la coordinadora de Acción Climática en el Centro para la Sostenibilidad Urbana