23 voces Cambio Climático

Los baby steps de la gobernanza climática ante la crisis: ¿nos alcanzarán?

El cambio climático es la emergencia más grave que hemos enfrentado como especie hasta la actualidad

Por Redacción El Observador

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Los baby steps de la gobernanza climática ante la crisis: ¿nos alcanzarán?
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Marvin Esteban Herrera Arguedas, asesor legal de Fundación Orgánica

El cambio climático es la emergencia más grave que hemos enfrentado como especie hasta la actualidad. La cantidad de fenómenos naturales que nos azotan se dan cada vez con mayor fuerza y frecuencia, y esto se ve reflejado también en que cada intenso verano se rompe el récord de calor registrado y, al mismo tiempo, el invierno suele ser cada vez más feroz en ambos hemisferios.

Es cierto que en el pasado la humanidad ha enfrentado problemas políticos, económicos y militares en diferentes regiones del mundo; sin embargo, ninguno de esos problemas jamás significó una verdadera amenaza para todos los rincones del planeta, como está sucediendo en este momento.

La inseguridad alimentaria, los migrantes climáticos, los incendios forestales masivos, como el ocurrido en Canadá este año, y el derretimiento de los polos son sólo unos de los tantos problemas que nos advierten del tema, eso sin hablar del peligro en el que estamos poniendo a todas las otras especies que habitan el globo con igual o más derecho que nosotros mismos, pues ninguna de ellas ha sido la responsable de colocar a la biosfera entera en este dilema.

¿Cómo podemos asegurar que este problema ha sido nuestra responsabilidad? Bueno, gracias a la tecnología y a nuestra capacidad de documentar la historia, la comunidad científica ha podido evidenciar que aproximadamente a mediados del siglo XX cruzamos las puertas de la Sexta Extinción Masiva. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), desde 1900 hasta la actualidad, al menos 875 especies animales han sido declaradas extintas.

Incluso el químico neerlandés, ganador del Premio Nobel de Química en 1995, Paul Crutzen, aseguró que para ese momento la humanidad había empujado al planeta hacia una nueva era del periodo cuaternario, abandonando el cómodo y fresco Holoceno que nos acogió por más de 10.000 años y colocándolos en una nueva era de incremento de calor constante, que él mismo catalogó como “Antropoceno”. Usualmente estos periodos tardaron miles de años en cambiar; sin embargo, por la influencia del ser humano y sus sistemas de producción, este periodo se aceleró.

Por otro lado, el Stockholm Resilience Center realizó un estudio en el 2009 para tratar de explicar la crisis desde un nuevo parámetro conocido como “los límites planetarios”. El estudio se refería al balance sostenible de más de nueve procesos que se interrelacionan para que exista una debida regulación climática, así como del ciclo del agua y el nitrógeno que resultan indispensables para mantener al planeta en estado relativamente estable y seguro. No obstante, ya hemos sobrepasado los umbrales de seguridad de, al menos, cuatro de estos parámetros ambientales esenciales para el correcto funcionamiento de la ecosfera, dos de ellos de forma grave.

A nivel regional, a pesar de que se tienen más de 50 años de estar hablando de la urgencia de regular y enfrentar esta problemática, aproximadamente desde la Convención de Estocolmo de 1972 cuando se empezó a hablar de un “derecho a un ambiente sano”, pareciera que aún no se ha tomado con la seriedad debida la problemática por parte de los actores más importantes en el asunto, incluso aunque suene risible, algunos de los mandatarios de los países más poderosos del mundo la han invisibilizado. Tal es el caso de Donald Trump, ex-presidente de los Estados Unidos, quien mencionó que “el cambio climático era un invento de los chinos para desestabilizar la economía”; tuitque al día de hoy continúa publicado en su cuenta personal, siendo esta apenas una de sus tantas osadas expresiones públicas en el tema.

Para nadie es un secreto que la regla general del sistema que nos ha regido en el último siglo ha sido uno donde el interés económico prevalece sobre prácticamente cualquier cosa natural en el mundo “siempre y cuando que pueda servir para el provecho humano”, visión dada desde el libro del Génesis en la Biblia, y la cual es puramente antropocentrista.

No todo es desesperanza, pues si algo nos ha caracterizado y diferenciado como especie en este planeta ha sido nuestra capacidad de adaptación, nuestra empatía y nuestra capacidad mental para resolver los problemas que enfrentamos. Hoy más que nunca tenemos la posibilidad de establecer alianzas interdisciplinarias entre diferentes personas para poder enfrentar y mitigar este problema.

Los avances tecnológicos y los estudios más recientes nos dan un panorama más claro sobre cómo podemos influir de manera más eficiente y resiliente en el tema de la acción climática. De igual manera, como nunca antes de la historia, poseemos herramientas de comunicación inmediata a nivel global que nos facilitan la creación de redes de apoyo para que quienes nos sumemos a este movimiento encontremos un respaldo organizativo e informativo, lo cual ayuda a lidiar con lo que ha sido uno de los mayores obstáculos en el tema, la desinformación.

En el pasado era más fácil que se dieran abusos contra el medio ambiente por que, primeramente, no se tenía una conciencia real sobre la interconexión que tiene el ser humano con la naturaleza (o al menos dicho conocimiento parecían solo recordarlo las culturas originarias). Actualmente se reconoce de manera formal esa relación intrínseca del ser con el entorno.

Recientemente se ha avanzado de forma sin precedentes en la legislación ambiental, de hecho ninguna otra rama del derecho ha tenido tanto crecimiento y reconocimiento en el ámbito internacional en los últimos años; esto porque evidentemente, el derecho como herramienta de resolución de conflictos de la sociedad, ha tenido que evolucionar para guiar la lucha contra esta innegable emergencia, pues mediante leyes y tratados internacionales se está obligando a los Estados a velar por esta protección (ver resolución de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del 2021) y a tomar en cuenta la opinión o participación de los pueblos en las decisiones que puedan llegar a afectar el ambiente en el cual subsisten. Debemos seguir por este camino y buscar la democratización de la información, para que todo este conocimiento no se quede entre los académicos y profesionales, sino que pueda ser puesto en práctica por los pueblos.

Enfrentar la crisis climática requiere un enfoque integral, colaborativo y biocentrista, por eso la gobernanza climática emerge como una herramienta esencial para abordar estos desafíos, permitiendo la coordinación de esfuerzos a nivel global, nacional y local.

Este es el momento en que esos “pequeños pasos”, que se han dado poco a poco a lo largo de casi un siglo, por fin empiezan a convertirse en pasos paulatinos y cada vez más alargados con el fin de generar el cambio que queremos. Eso sí, para eso debemos trabajar de forma conjunta y desde todas las áreas, tanto las ciencias naturales, como las ciencias sociales y las económicas, la política, la enseñanza, las artes y todas las demás áreas del desarrollo humano deben colaborar en el cambio resiliente del comportamiento en nuestra sociedad. Es una obligación que todas las áreas trabajen de forma conjunta para sanar al planeta y proteger a todas las especies que en él habitan.

La responsabilidad es sólo nuestra. Las viejas mentalidades que una vez rigieron en el planeta y que sólo les interesaba enriquecerse a costa de los recursos naturales, ya empezaron a ceder su mandato a la nueva generación, una que viene siendo alertada del problema desde que estaba en pañales, no por las voces de sus padres y abuelos, sino por las manifestaciones de la mismísima naturaleza y que, por esta misma razón, es la más preparada de la historia para generar ese giro de 180 grados que todes necesitamos.


Este artículo forma parte del especial 23 voces del cambio climático de El Observador.   Dirigido por Berlioth Herrera. Coordinado y editado por Michelle Soto.

Sobre el autor Voz #15. Marvin Esteban Herrera Arguedas, es un joven costarricense líder en temas ambientales y asesor legal de Fundación Orgánica

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