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Las pérdidas que llegaron con el COVID-19

Licda. Katherine Arce para El Observador Diciembre del 2019. La llamada: Las noticias anuncian “Un nuevo virus está atacando la…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Las pérdidas que llegaron con el COVID-19
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Licda. Katherine Arce para El Observador

  • Diciembre del 2019. La llamada: Las noticias anuncian “Un nuevo virus está atacando la ciudad de Wuhan, en China”.
  • Enero del 2020. La negación: “Esto no va a ocurrir aquí, estamos muy lejos”.
  • Febrero del 2020. La rabia: Mientras se informa al mundo como el COVID’19 ha golpeado fuertemente a España, Italia, Francia. “¿Por qué no se han tomado medidas antes?
  • Marzo del 2020. El miedo: “¿qué va a pasar? ¿y si un ser querido o yo enfermamos? ¿y si no hay medios?, ¿y si me quedo sin trabajo?, ¿y si no tengo cómo pagar por las necesidades básicas?”

De la mano del miedo, vinieron los cambios. De repente dejamos de salir a menos que sea bajo estricta necesidad, los fines de semana dejaron de ser excusa para los encuentros amistosos alrededor de comida y bebidas, y las visitas a familiares y amigos/as se pausan por tiempo indefinido.

La estabilidad laboral y económica se tambalea, la tranquilidad con la que conversábamos con otros/as se convirtió en paranoia y miedo a infectarse, la libertad con la que salíamos se esfumó, la sensación de que todo estaba bien se desvaneció, los abrazos y besos a nuestros seres queridos se diluyeron…y la vida como la conocíamos se evaporó. Ya no es, ya nunca será igual.

La incertidumbre es ahora la compañera diaria. La sensación de vulnerabilidad humana golpea en cada instante. El mundo, el continente, el país, la comunidad, la familia, usted y yo estamos viviendo día con día un conglomerado de pérdidas que en otro momento nos hubieran parecido inimaginables. Como de película de ficción. Hoy son una realidad.

La pandemia trajo consigo no solo el miedo por enfrentar la enfermedad y la fragilidad de la vida humana, sino también una serie de duelos que son importante de reconocer(nos).

No hay una “receta estándar” para manejar las pérdidas. Sin embargo, parte fundamental de aprender a lidiar con ellas es justamente reconocerlas y por ende, aceptar las emociones que les acompañan: dolor, tristeza, abrumo, rabia, decepción, culpa, impotencia, y un largo etcétera.

Escudriñar la manera en que nuestros duelos impactan a nuestra mente, cuerpo, emociones, comportamientos y espiritualidad es otra tarea esencial. Aceptar que no podemos ser tan productivos/as como solíamos y entender que está bien.

Que concentrarse en hacer tareas que antes parecían sencillas ahora puede resultar algo titánico por terminar y que por ello no es sano sobreexigirse en estos momentos.

Que el cuerpo pareciera que no responde ni es tan activo como lo era hace tan solo unas semanas.

Que cuestionarnos sobre lo que más valoramos en nuestra vida es algo natural en estos momentos de vulnerabilidad… Pretender que estamos viviendo esto como sociedad y seres humanos, y que nada de estos procesos emocionales son una realidad puede impactar de forma negativa nuestra salud mental y bienestar a corto y largo plazo.

Y es justo aquí, cuando en estos momentos, podemos actuar de forma más concreta. No podemos controlar todo lo que está pasando en el mundo y en el país, pero sí podemos elegir cómo reaccionamos ante la situación y vivimos nuestras pérdidas. Es ahí donde está el poder.

#QuédeseEnCasa

Licda. Katherine Arce Robles Psicóloga especialista en temas de género