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Vulnerabilidad en época de supermujeres y más ahora en medio de una pandemia

Teresa de la O para El Observador Somos parte de una generación, de una nueva era, que nos enseñó que…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Vulnerabilidad en época de supermujeres y más ahora en medio de una pandemia
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Teresa de la O para El Observador

Somos parte de una generación, de una nueva era, que nos enseñó que todo lo podemos, pero que nos hizo olvidarnos de qué es en realidad lo que nosotras queremos ser y hacer. 

¿En estos días de cuarentena se han permitido frenar ese corre-corre diario, parar un momento y respirar, verse en el espejo y tomarse el tiempo para admirarse, pensar en silencio o simplemente permitirse ser? Ya no nos maquillamos a diario, ya no hay incomodidad con los tacones, ya disfrutamos del cabello secado al viento... ya no jugamos a las apariencias que la sociedad nos dicta.

Me causa curiosidad cómo ahora somos supermujeres, porque ya no ha bastado con solo ser mujeres. Supermamás, superprofesionales, superamigas, superparejas, superlibres, superfiesteras, súper súper súper. Yo no sé si a ustedes esto les ha calado, pero les voy a contar un poquito de lo que en el último año me he enfrentado conmigo misma, a ver si se identifican.

¿Recuerdan que en el artículo pasado les decía que me había rendido de varias cosas y que quise pensar que quizá soy una mujer nada habitual en nuestro ecosistema social? Pues en ese patín de vida llevo ya treinta tantos años, pero el universo se encargó de irme poniendo en situaciones que me iban rompiendo de a poquitos hasta hacerme ver que no quiero ser una “supermujer”, que no quiero tener que jugar a la fortaleza inquebrantable, a la que soluciona todo y más, a la que si no es súper entonces no es suficiente.

Yo de algo estoy segura, y es que realmente admiro a las mujeres que son lo que sueñan ser, pero sin haber perdido esa dulzura, ese acogimiento y esa vulnerabilidad que la naturaleza nos regaló. 

A veces llegamos a olvidar que el hecho de ser mujer es más que suficiente; que el ser y el hacer lo que deseamos es lo natural y que no debemos demostrárselo al mundo mientras batallamos. 

En esas delgadas líneas, quizá muchas nos hemos perdido y hemos creado muros muy altos y anchos para protegernos mientras nos hacíamos respetar en una oficina, mientras encarábamos a quien nos irrespetaba por unos “shores corticos”, mientras nos la ingeniábamos para poner cara de que estábamos perfectamente bien, mientras jugábamos a las heroínas resolviendo lo que nos cruzara en el camino.

Mientras hacíamos creer que no pretendíamos ser la novia, que las flores son polísimas, que me hace menos que me paguen una cuenta, que yo tengo manos para abrir la puerta del carro, que obvio no me voy a enamorar, que no estoy cansada, que no necesito un abrazo…que soy una super mujer y todo lo puedo sola.

¿Y si tan solo obedecemos a la naturaleza, quien nos ha mandado a hacer un alto en el camino a través de una pandemia y vemos un ratito hacia adentro?

Puede que nos demos cuenta que somos y estamos en donde realmente deseamos. Puede que nos demos cuenta que no tenemos más para dar, que estamos listas y somos merecedoras de recibir, porque estamos en números rojos con nosotras mismas. Puede que tan solo aprendamos a decir no, sabiendo que podemos, pero que no queremos, que estamos cansadas, que no es de nuestro interés, etc. Puede que tan solo decidamos sanar, perdonarnos, aceptarnos.

Ojalá que al cierre de esta pandemia podamos abrir los brazos y decirle al universo que estamos listas para recibir, decirle a la sociedad que estamos listas para dejar de aparentar.

Ojalá paremos de sentirnos menos porque aceptemos que nos cansamos; ojalá sintamos esa vulnerabilidad que amor nos saca. Ojalá aprendamos a sentirnos merecedoras de recibir: de la vida, de nuestra familia, de nuestra pareja, de nuestros amigos, en general del universo y sus maravillas. Mi mayor deseo es seguir caminando habiendo interiorizado que no necesito ser una súper heroína, sino una mujer real.

Soy Teresa de la O. Una mujer de 32, enamorada de la vida. Consultora de profesión y aventurera de alma. Me fascina viajar, cocinar y hacer de todo y nada.