¿Cuál tico no se ha comido un churchill en el Paseo de los Turistas? Ese sitio ingambeteable a la hora de conocer Puntarenas…
Bueno, pues ese lugar que de ordinario reportaba febril actividad comercial lleno de quioscos, restaurantes, áreas de juegos para niños y poyos para sentarse a conversar, todo frente al imponente mar chuchequero, está hoy de rodillas ante el embate del coronavirus.
Así se observa en un recorrido hecho por El Observador en días recientes, luego de que comenzaran las medidas sanitarias ante la pandemia, como el cierre de bares, playas, parques y la instrucción de quedarse en casa y por el momento no “turistear”.
La primera mirada cuando uno llega al Paseo es la ausencia total de vehículos parqueados frente a la avenida. Este es el anuncio de dos situaciones difíciles: no hay turistas y las personas que cuidan carros no tienen trabajo.
Ya al andar pocos pasos se confirman la pasmosa situación: todo el Paseo está desértico, desolado, íngrimo.
Casi todos los negocios están cerrados, como el emblemático “Capitán Moreno”.
En algunos tramos están los dueños o los empleados, pero solo para cuidar que no se roben los muebles ni que le hagan daño al negocio, pues no venden ni atienden a los escasos transeúntes.
Los otrora tramos llenos de guindajos con toda clase de chucherías como inflables, paños, camisetas, sandalias, anteojos para sol, sombreros, gorras, artesanías, también están cerrados.
Incluso, todos los poyos están libres y solo las palomas, de vez en cuando, se detienen un rato para descansar en ellos.
Y, no podría ser de otra forma, en la playa no hay un alma, pues las autoridades sanitarias y gubernamentales prohibieron asistir a ellas en todo el territorio nacional para evitar aglomeraciones.
Dos semanas de sequía
Javier Araya es uno de los dueños del quiosco Mar del Plata, donde venden el gustado churchill.
El comerciante relató a El Observador que ya acumulan más de 15 días sin ventas aceptables, lo cual repercute en forma muy negativa en su negocio, pues han bajado hasta un 80% las ganancias.
“Es preocupante, pues ya tenemos dos semanas sin mayor movimiento. Tenemos abierto solo para cuidar el mobiliario”, lamentó. Dijo que la situación se agrava porque “el Gobierno es poco lo que hace y las medidas que toma es poco lo que nos beneficia”.
A falta de turistas…condición de calle
Tal vez siempre han estado allí pero no se notaban por el mar de gente que siempre aportaba algarabía y colorido al Paseo de los Turistas.
Hoy, que no hay mayor movimiento se ven con gran facilidad. Ente los tramos y restaurantes viven personas que no tienen techo, algunos con problemas de alcoholismo.
Hacen “ollas comunes”: un fogón improvisado en tres piedras y en una olla grande cocinan cabezas de pescado que les regala algún pescador y le agregan verduras que consiguen por ahí. Eso se convierte en su única comida del día.
Pedro Olmos es uno de ellos. Afirmó que es técnico eléctrico y maestro de obras, pero que no tiene trabajo desde hace dos meses.
“Estamos aquí varados, cocinando (y señala el fogón) porque no tenemos dinero ni trabajo. Tenemos que estar pidiendo para poder comer.”
A su lado está Marta Eugenia Serrano Berrocal. Ella dice ser docente y que el próximo año volverá a ser nombrada como maestra, pues “fui suspendida por mi alcoholismo”.
“Soy licenciada en primer y segundo ciclo de la Universidad de Costa Rica y tengo una maestría en psicopedagogía de la Universidad Latina”, aseveró al tiempo que sostuvo que vislumbra un futuro incierto por la pandemia.