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Bochorno, selfies y tensa cordialidad en el debate verdiblanco de Repretel

El termómetro registró 21 grados en el sector de La Aurora de Heredia a las 6:30 p.m. de este miércoles,…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Bochorno, selfies y tensa cordialidad en el debate verdiblanco de Repretel
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El termómetro registró 21 grados en el sector de La Aurora de Heredia a las 6:30 p.m. de este miércoles, una hora antes del debate verdiblanco organizado por Repretel en un enorme estudio de producción ubicado en esta zona industrial.

Mientras los precandidatos esperaban su turno para quitarles el brillo de la cara, en una sala adjunta del estudio los refrescos con mucho hielo corrían con facilidad.

Los presentes apaciguaban la sensación de bochorno con sorbos apresurados de agua o gaseosas.

No en vano el expresidente José María Figueres preguntó si el aire acondicionado del estudio tenía mayor potencia, porque él se sentía como en Puntarenas al mediodía.

Y la periodista y conductora Djenane Villanueva no dejaba de refrescarse con un coqueto abanico.

Saludos cordiales, hasta ahí

Pero esta sensación, lejos de abandonar este sector herediano, se hizo más pesada conforme pasaban los minutos producto de una tensa cordialidad entre quienes acompañaban a los cinco precandidatos… y entre ellos.

Los saludos no faltaron, pero se limitaron a lo estrictamente protocolario. Cada aspirante podía estar acompañado por dos personas, quienes fueron ubicadas en cinco mesas altas adornadas con helechos, anturios y lirios, entre otras flores.

Mientras la espera se extendía lentamente la esposa de Roberto Thompson, Shirley Calvo, no perdió la oportunidad para tomarse selfies sin moverse de su silla. Con ella estaba en la mesa el alcalde de San Ramón, Nixon Ureña.

Pasos más adelante estaba Cinthya Berrocal, esposa de Figueres, quien llegó al estudio del debate con tenis y un conjunto fresco de dos piezas.

Este look le permitió a ella subirse a una mesa para tomar fotos de su marido, quien ya estaba en uno de los podios. También lo estaban los restantes aspirantes, quienes no se dirigieron ni la palabra, ni la mirada… ni siquiera esas que matan.

Notas y más notas

Claudio Alpízar no dejaba de tomar notas; Rolando Araya revisaba una que otra nota, lo mismo que Figueres y Carlos Ricardo Benavides.

Y quienes tampoco dejaron de tomar notas fueron los acompañantes de los aspirantes, quienes se mantuvieron queditos en sus asientos designados en el salón adjunto.

Al igual que los precandidatos, estas personas tampoco se dirigieron la palabra durante todo el debate.

El silencio únicamente era alterado por los dos televisores dispuestos para seguir el minuto a minuto.

Y claro, ese tentador ruido de los vasos con hielo que circulaban con agua o gaseosas para calmar la sensación de bochorno, que se quedó hasta el final del debate, cuando el reloj marcó las 9:19 p.m.

Con las luces apagadas en el set también se apagaron -por ahora- los dardos que la mayoría de los precandidatos se lanzó entre ellos en las casi dos horas de debate.

En las afueras del estudio el ambiente era más distendido, pero no porque se hablaran entre ellos.

Si no porque sus allegados no dejaron de aplaudirles sus respuestas, confiados en que estas tendrán algún impacto entre el electorado.

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