Josué Alvarado
La Cámara de Comercio de Costa Rica (CCCR) alerta sobre la situación financiera, operativa, administrativa y médica que atraviesa la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Para el presidente de esta cámara comercial, Julio Castilla, la institución está en “Cuidados Intensivos”. Por esto, la Junta Directiva y la presidenta, Martha Esquivel, deberían de rendir cuentas.
“Hoy por lo que entendemos, no sabemos cuál es el estado real financiero de la CCSS”, comentó Castilla en una entrevista con El Observador.
Por otro lado, señaló que un informe de la firma Deloitte al que tuvieron acceso, más las recientes publicaciones en medios de comunicación sobre la huida de personal hacia el sector privado reflejan lo que ocurre a lo interno de esta institución benemérita.
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Enemigos de la formalidad
Castilla también dijo que se siguen presentando casos en los que se obstaculiza la formalidad de las empresas, lo que genera un doble efecto negativo: contra las finanzas de la CCSS y contra el micro, pequeño o mediano empresario que debe detener su negocio.
“Ahí son enemigos y no amigos de las personas que quieren formalizarse (…) A nosotros nos llama la atención que venga la OCDE y que nos diga lo que sabemos hace años”, añadió.
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Castilla hace referencia al informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), presentado hace una semana, en el que se concluye que Costa Rica pierde competitividad debido a los altos costos de la formalización y los altos cargos a la planilla.
En el informe no solo se señala el alto costo, sino el destino de estos recursos que se cobran a los empresarios.
El documento critica que algunos de estos fondos se usen para el financiamiento de otras instituciones, que no son el sistema de seguridad social, como por ejemplo el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Banco Popular.
“Esta es una forma muy regresiva de financiar estas instituciones, ya que dificulta la creación de empleos formales, erosionando las bases tributarias”, señala el informe.
Según Castilla, además de los altos costos, la extensa tramitología y profunda burocracia solo generan la muerte de las empresas más pequeñas, puesto que las grandes hasta dedican departamentos a las tareas que impone el Estado.
