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@Popcorn506 para El Observador
Elvis está vivo. Me lo dijo un amigo cuando el sol empezaba a caer.
No, no estamos locos, ni tampoco defendemos la teoría de que Elvis siga vivo. Pero esos versos de la canción de Andrés Calamaro reflejan parte de nuestro sentir cuando, más de cuatro décadas después de su desaparición, vemos que el espíritu del rey sigue vivo.
Tan vivo que su biopic se ha convertido en una de las sensaciones de lo que llevamos del año.
No. Para qué dejarlo aquí. No nos vamos a reprimir: Elvis va a ser una de las mejores películas de 2022 y se mantendrá como biopic musical de referencia durante largo tiempo.
Y esto, para que quede constancia, a pesar de que en los últimos años hayamos disfrutado de otros dos títulos del género que recordaban a sendos ídolos musicales del siglo XX: Bohemian Rhapsody (2018) y Rocketman (2019). No son malas películas, ni mucho menos, pero ésta se queda por encima.
El genio
El artífice de esta genialidad es Baz Luhrmann, un director con experiencia en el género y que aquí logra el mejor título de lo que lleva de carrera, lo cual no es poco.
Entre sus méritos aquí, sin duda está la puesta en escena tan brillante y épica que es capaz de lograr, elevando la figura de Elvis hasta lo que realmente ha quedado en la mente de la gente: la de un superhéroe del rock.
Sin duda, uno de los grandes méritos fue la elección de Austin Butler y, posteriormente, su impresionante actuación.
Salvo por lo que puede referirse a su rostro, y sabemos que esto es algo significativo, todo lo demás lo clava. Es impresionante.
Hace falta un talento especial, además de muchas horas de estudio y entrenamiento, para lograr una imitación de tal calibre.
Qué decir de la voz, sobre todo de su entonación, de sus matices en la pronunciación y el deje al hablar. Claro que, para apreciar esto, es imprescindible ver la película en versión original, sin desmerecer a los actores de doblaje, donde los haya.
Tom Hanks
¿Saben quién está también bastante fantástico en Elvis? Tom Hanks. Desde que fue consagrado como el ganador de dos Oscar más simpático de Hollywood, Hanks ha querido probar otras cosas.
Y como ocurre con la mayoría de las figuras públicas universalmente reconocidas y adoradas, no siempre ha funcionado.
Pero a Hanks este tipo de papeles le funcionan bien. Tom Parker: Un personaje de la vida real que fue un canalla, un fraude y una sanguijuela.
Envuelto en diez toneladas métricas de barbilla de látex, con una nariz falsa y puntiaguda que olfatea el aire en busca de dinero, y hablando con un agrietado acento de chico holandés, el Parker de Hanks es una invención maravillosa, un hombre congenialmente malévolo, y por una vez te olvidas de que estás viendo a Tom Hanks.
Según lo vemos nosotros, el éxito de la película no solo viene de un guion bien ensamblado y de una dirección muy decidida.
Aquí influyen factores que muchos pueden achacar al azar y otros a la conjura de ciertos dioses.
Pero que la figura de Elvis haya caído en manos de Luhrmann solo puede significar un regalo divino, porque en manos de cualquier otro director no habría podido brillar tanto, como lo hizo en sus últimos años en Las Vegas, por ropa y por música.
Y es que tal vez solo los más puristas entre sus seguidores son los que podrían poner alguna pega, o los que de verdad no puedan soportar una película musical.
Pero a la mayoría de la gente, sobre todo a los que puedan tener conocimiento y cariño por la figura y la música de Elvis, les va a gustar mucho más.
Son imágenes que homenajean de un modo muy acertado a uno de los personajes populares más influyentes del siglo pasado y lo hacen con unas medidas ajustadas, sin caer en términos que podrían haber llevado a la caricaturización de este.
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