Sergio Arce
Evangelina llegó a Costa Rica con su patineta eléctrica con un solo objetivo: recorrerla de punta a punta y regresar a Alemania, país donde reside desde hace nueve años.
Sin embargo los planes cambiaron conforme ha recorrido la provincia de Limón: en entrevista con El Observador esta argentina oriunda de Mendoza dice que se enamoró de Costa Rica.
Tanto es su flechazo con este pequeño país que cambió su boleto de regreso para quedarse más tiempo del previsto, una semana más para ser exactos.
Y la conquista vino desde diferentes frentes: primero, los paisajes del Caribe; segundo, la comida y, tercero y lo más importante -según confesó- el cariño de la gente.
Evan -como le llaman afectuosamente sus allegados- contó que la gente (en particular los de Siquirres) se han volcado con muestras de afecto y atención que nunca había recibido.
Estas muestras se han traducido en hospedaje y comida, invitaciones a tomar, paseos por atracciones turísticas de la zona y, ante todo, la han cuidado incluso cuando está en carretera hacia la Zona Norte.
Incluso la Policía de Tránsito le regaló un par de insignias de recuerdo y hasta le regaló bebidas para el trayecto.
Por ahora Evangelina trata de avanzar un promedio de 60 kilómetros por día, aunque reconoce que es un viaje extenuante. Por eso trata de hacer algunas paradas para descansar y también para cargar la patineta.
Su plan es llegar hasta la frontera con Nicaragua. Aunque inicialmente había trascendido que su ruta incluía Panamá y la nación del norte, ella rectificó que solo es Costa Rica.
“El objetivo es recorrer cinco países en cinco continentes, pero estar aquí en Costa Rica me ha hecho repensar en que posiblemente quiera regresar a Latinoamérica”, expresó.
¿Incidentes desagradables?
Esta mendocina contó que en los primeros días en suelo nacional, específicamente en el Caribe sur, tuvo un par de incidentes poco agradables.
Uno de ellos fue un acoso verbal por parte de un hombre que caminaba con sus hijos pequeños. Así lo relató a un canal de televisión de su natal Mendoza.
Pero en entrevista con El Observador confesó que el hecho de que los ticos la han arropado con tanto cariño tras esos episodios, ha hecho que su estadía aquí valga la pena.
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En ruta a la frontera con Nicaragua
González viaja sola y, aunque reconoció sentir “miedo”, también comentó que ese sentimiento le permite seguir adelante con su proyecto “Un kilómetro más”.
Ella relató al canal mendocino que el nombre radica en el hecho de que no sabe lo que pasará en el siguiente kilómetro. “Es ir por la ruta y dejarse llevar por la aventura”.
“Es viajar diferente… es estar arriba en la tabla y ver diferente el paisaje, sentir el aire y dimensionás el paisaje de otra forma”, expresó.
González nuevamente agradeció el apoyo y cariño de los costarricenses en su ruta a la frontera norte. El viaje incluye Puerto Viejo de Sarapiquí y espera llegar a La Fortuna y posteriormente salir hacia Guanacaste.
Su única petición: a los conductores que no le piten cuando pasan a su lado, porque asegura que puede asustarse y caerse.
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