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House of Dragons… la adicción ‘in crescendo’

Popcorn506 para El Observador Casi nadie se atreve a negar que Game of Thrones ha sido una de las series…

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House of Dragons… la adicción ‘in crescendo’
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Popcorn506 para El Observador

Casi nadie se atreve a negar que Game of Thrones ha sido una de las series con mayor repercusión en lo que llevamos de siglo.

Puede ser el máximo paradigma de lo que ha supuesto una superproducción pensada para la televisión pero que, a la vez, podría haberse proyectado en una gran pantalla.

Fue una serie larga, adictiva, impactante e influyente. Y, aunque tenía sus buenos antecedentes en la misma productora que la creó, HBO, sin duda fue la guinda del pastel, la que llevó a los mayores excesos y mayores pasiones.

También la que llegó a provocar discusiones y rupturas a causa de teorías, apoyos y spoilers.

Pero llegó el momento, ya hace unos años, y la serie se terminó. El fuego de los dragones se acabó y rápidamente muchos pensaron, y pensamos, en la posibilidad de que alguien alargara el tema, por delante o por detrás. Porque, en el fondo, esto trata de dinero y aquí hay mucho.

Todo lo que nos gusta de lo anterior

Y ahora, por fin, ha llegado el otro momento, el que vaticinábamos y esperábamos. House of Dragons es la precuela deseada sobre la casa real más atractiva y morbosa de las que vimos en la primera serie.

Y ¿qué tiene esta nueva serie? De momento, y llevamos solo seis capítulos de la primera temporada, prácticamente todo lo que nos gustaba de la anterior.

Es decir, tiene personajes con muchos conflictos, tiene familias interesadas y enfrentadas, tiene tensión e intriga y, por supuesto, tiene sus dosis de sexo y sangre.

Aquí, se nos cuenta lo que acontece a la familia Targaryen dos siglos antes de lo que ya conocemos. Es el momento en el que el famoso rey Viserys ve peligrar su línea de sucesión al no poder engendrar un hijo varón.

Y que el conflicto quede entre dejar el reino a su hija Rhaenyra o que caiga en manos de su hermano Daemon, cuyas acciones e intenciones no parecen para nada sanas.

Estos tres personajes son los principales, los que más interés despiertan y sobre los que pivota el avance de la serie.

Los personajes

El primero, Viserys, está encarnado por un rostro conocido para muchos de los amantes del cine británico y con un estilo un poco más independiente de lo que podríamos imaginar: Paddy Considine.

Este actor, que también escribe y dirige, nos parece una elección maravillosa para el papel. Su talento y su rostro encajan a la perfección, y sabe llevar las riendas de las tramas y escenas en las que participa.

Frente a él, su hermano Daemon, interpretado por Matt Smith que sí puede resultar más conocido para el público general y que, igualmente, nos parece la elección perfecta para un personaje como el que tiene que ejecutar.

Maravillosas las sensaciones que transmite de locura, lujuria y crueldad, desequilibrando la balanza que tan cuidadosamente contempla Viserys.

Y, por último, la joven Rhaenyra, que al principio está interpretada por Milly Alcock, impresionante, y luego por Olivia D’Arcy, también maravillosa.

Este personaje es tan intrigante y voluble que nos tiene despistados y enamorados, sin que podamos saber aún qué nos va a deparar, pero sí que queremos estar cerca de ella.

Es muy similar a lo que sucedía con la madre de dragones que tanto nos cautivó en la serie original.

En cuanto al resto de aspectos que pueden decantar el amor o el odio por una serie, nuestra sensación es que deambula por criterios similares a la original.

El estilo de producción, el cuidado en muchos de los detalles de ambientación y decoración, vestuario, efectos especiales o la música, por poner algún ejemplo.

Nos queda la duda sobre el ritmo o la acción que pueda deparar el resto de la temporada que aún queda por estrenar.

Pero, sinceramente, lo que pensamos es que la velocidad irá en aumento y nos llevará hasta una cumbre casi insostenible en la season finale, dentro de unas semanas.

Ahí, de nuevo, y como hicimos hace años, volveremos a aferrarnos a los reposabrazos, a mordernos las uñas o a desahogarnos en las redes sociales rogando y suplicando que pasen rápido los meses intermedios entre temporada y temporada.