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¿Los perros y gatos pueden ser celosos? Esto dice la ciencia sobre ciertas conductas animales

El instinto de territorialidad que desarrollan animales domesticados como perros o gatos suele ser confundido con celos. Sí, así como…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 2 minutos
¿Los perros y gatos pueden ser celosos? Esto dice la ciencia sobre ciertas conductas animales
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El instinto de territorialidad que desarrollan animales domesticados como perros o gatos suele ser confundido con celos.

Sí, así como usted lo lee: celos, que no son más que emociones o sentimientos atribuidos hasta ahora a los seres humanos. Esto en vista de que requieren complejos sistemas cerebrales para que se desarrollen.

¿Pero de verdad las mascotas o animales de compañía también pueden desarrollar estas emociones?

La BBC publicó hace algunos años los resultados de un estudio realizado en California relacionado con los perros y “los celos”.

Los científicos analizaron el comportamiento de 36 perros, distribuidos en diferentes casas, y descubrieron que estas mascotas también sucumbieron cuando sus dueños mostraron afecto hacia perros de peluche.

Más de tres cuartas partes de los perros estudiados solían tocar o empujar a sus dueños cuando estos interactuaban con los animales de peluche.

Un tercio intentó interponerse entre sus dueños y el perro impostor, mientras que un cuarto de los perros del estudio atacó al perro rival, consignó la BBC.

En el caso de los gatos no existe ninguna publicación de etología clínica (comportamiento) en felinos domésticos sobre esta materia.

¿Esto hace a los animales celosos?

Mauricio Jiménez, director del Hospital de Especies Menores y Silvestres de la Universidad Nacional (UNA), se separa de la creencia de que los animales tienen la capacidad de desarrollar emociones humanas como los celos.

El especialista subrayó en que, por más que haya quienes así lo sientan o crean, los animales no se pueden humanizar.

Sin embargo, explicó que los procesos de domesticación de muchos y muchos años los animales tienen patrones de conducta, como el sentido de protección de una persona, espacio u objeto.

También está la territorialidad, que debe ser tratada con cuidado, porque hay animales como los perros que manifiestan este instinto en situaciones cotidianas como la hora de la comida.

Incluso, Jiménez habló de los reforzamientos negativos: cuando las mascotas están expuestas a gritos o malos tratos por parte de sus personas responsables desarrollan una territorialidad peligrosa.

Y aquí no se trata de una raza en particular.

¿Hay señales previas?

Los animales territoriales como los perros externan esta conducta hacia personas, espacios, objetos o comida.

¿Por qué ocurre? Porque el animal se siente amenazado por otro de su especie, por una persona desconocida o, incluso, por alguien cercano que se acerca a su comida u objeto favorito.

¿Cómo lo demostrará? Ya sea orinando sobre esos recursos que intenta proteger, ladrar, gruñir, mostrar los dientes o, en el peor de los casos, hasta morder.

Por eso el especialistas de la UNA subrayó en la importancia de los reforzamientos positivos. Por ejemplo: caricias, premios y palabras de tranquilidad, no altisonantes.

Si el panorama escala a un estado de agresividad desmedido entonces el dueño debe acudir con un especialista en comportamiento animal. El hospital de la UNA es una alternativa.

Dicho lo anterior: es prematuro y hasta poco probable -dice Jiménez- hablar de animales celosos. Mucho menos de “mascotas tóxicas”, como es común leer en algunos foros de mascotas.