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Mank: una de las grandes películas que nos ha dejado el año

@Popcorn506 para El Observador Mank es una de las propuestas más interesantes que nos ha traído Netflix en las últimas…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Mank: una de las grandes películas que nos ha dejado el año
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@Popcorn506 para El Observador

Mank es una de las propuestas más interesantes que nos ha traído Netflix en las últimas semanas.

No es para menos, ver cómo uno de los mejores directores de la actualidad, David Fincher, retoma un viejo proyecto de su padre (Jack Fincher) y le da forma en la gran pantalla.

Una forma exquisita, todo hay que decirlo, y seguramente será recordada como una de las grandes películas que nos ha dejado el año más extraño de lo que llevamos de siglo.

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Lo que cuenta la cinta

Mank, además de ser el título de la película, es el apócope de Herman Mankiewicz. Se trata de uno de los mejores guionistas del Hollywood clásico que es, además, el protagonista de esta historia.

Porque lo que aquí se nos cuenta es esa parte de la vida de Mankiewicz, que va desde sus mayores problemas con los estudios hasta la consecución del Oscar al mejor guion por Citizen Kane.

El interés de Jack Fincher, a la hora de abordar esta historia, es la interesante biografía de Herman Mankiewicz. Su genialidad como escritor solo se pudo ver opacada por su tremenda adicción al alcohol y los problemas que esto le ocasionó a lo largo de su vida y su carrera profesional.

Además de una buena base, que era la historia, y su consecuente adaptación al guion que ha llevado a la pantalla, son otros los aspectos que hacen que la película pueda considerarse entre el top de estos últimos meses.

En el top de lo mejor

La elección del blanco y negro en la fotografía puede haber resultado curiosa para algunos e incluso desagradable para otros.

Para nosotros no ha dejado más que ser un acierto pleno, no solo porque es una fotografía muy hermosa a simple vista. Si no porque, de algún modo, ayuda al espectador a situarse en el contexto que nos retrata.

Aunque parezca un motivo infantil, no deja de ser cierto que la gran mayoría de imágenes que tenemos de esa época es en blanco y negro. Cualquier muestra de ropa, objetos o vehículos propios de los años 30 y 40 en vivo color habría supuesto un reto a la hora de fotografiar y una distracción para los de la butaca.

En cuanto al tipo de película, la verdad es que David Fincher ha demostrado ser un director bastante versátil, por lo que ni encaja ni deja de encajar en su estilo propio.

Pero está claro que el ritmo que lleva la película junto a los continuos flashbacks, tan difíciles de asentar en muchas historias, solo lo puede conseguir alguien de su talento.

No es fácil llevar todo ese material a buen término del modo en el que él se lo propone y con la elegancia que lo consigue. Porque, el resultado final es el de una obra de clase alta, de degustación pausada y de maduración soberbia.

La actuación estelar… de lujo

El rostro principal cayó en manos de Gary Oldman, uno de los mejores actores de su generación y uno de los mejores actores vivos.

Lleva muchos años demostrando que tiene un talento especial para la interpretación, ejecutando a la perfección papeles variopintos en películas de todo tipo.

Aquí, como protagonista absoluto, no desaprovecha la oportunidad y firma uno de sus mejores trabajos gracias al retrato de un personaje que daba mucho juego.

Nuestra recomendación, para hacer un plan cinéfilo perfecto, es verla justo después de un revisionado de Citizen Kane. O antes, da igual. De este modo, se apreciarán todavía más ambas obras. Aunque, tenemos que decir, la maestría de Orson Welles junto al talento del Mank original está todavía un poco por encima…