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Popcorn506 para El Observador
Cada cierto tiempo, aparece un regalo en forma de serie o película que nos hace mucha ilusión y nos devuelve la fe en el entretenimiento audiovisual.
Hablamos de obras que no esperábamos, que nadie nos había anunciado y que, para más inri, no tienen nada que ver con lo que hemos visto hasta ahora.
Hablamos de series como The Bear, que apareció en nuestro Disney+ o Star+ para algunos, el mes pasado y que hemos podido disfrutar como en los viejos tiempos. Lo hemos hecho paladeando semana a semana con el gusto de la incógnita y la obligación de la espera.
Peculiar, atípica
The Bear es una serie peculiar. Podríamos decir que es atípica en cuanto al formato, inicialmente, ya que se aleja de las duraciones largas y nos deja satisfechos en tan solo 30 minutos. O menos.
A la vez, y aunque mucha gente la quiera encuadrar en el segmento de las comedias, estamos frente a un producto sobrio. Es mucho más serio que la mayoría de las comedias de esta duración y, claro está, en el lado opuesto de aquellas que se apoyan en las risas enlatadas para sobrevivir.
La serie nos habla de Carmy Berzatto (Jeremy Allen White), un afamado chef de nivel mundial vuelve al pequeño local que regentaba su hermano recién fallecido. Esto para tratar de reflotarlo como negocio a pesar de las dificultades personales, familiares y económicas a las que se tiene que enfrentar.
El tema de la cocina y la hostelería no es algo nuevo. Los avatares de los chefs se han tratado muchas veces anteriormente, y una de las más conocidas de los últimos años es la animada Ratatouille, que a tantos niños y mayores ha hecho disfrutar.
El mundo de la cocina
Con un tono mucho menos apacible, The Bear puede recordar en parte a la más reciente Boiling Point, que fue una de las sensaciones del año pasado y en la que se ve el mundo de los fogones desde un punto de vista menos idealizado. Si no la han visto ustedes, tengan cuidado. Una ligera aproximación les puede mantener pegados a la pantalla durante un par de horas.
Los esfuerzos que sacuden al día a día de los cocineros, más los problemas en los que se van metiendo para poder salir adelante nos entretienen y nos van mostrando los pequeños matices que definen a cada uno de los personajes.
Hay mucha tensión, mucho lenguaje soez y momentos en los que a uno le viene la respiración profunda para recuperarse. Eso es bueno.
Una de las claves en el poder de esta serie es que aciertan en el modo en el que retratan el día a día más cotidiano de las cocinas.
Da la sensación de que, en lugar de estar en el sofá viendo la tele, estamos entre sartenes y cuchillos, con alguien que nos respira en la nuca pidiéndonos más rapidez a la hora de cortar las verduras.
Esta tensión que palpita a cada fotograma se hace verdaderamente intensa en los momentos clave de cada capítulo, y solo se suaviza cuando los “sí, chef” que se van escuchando se convierten en algo tan familiar que nos parece parte de la rutina y los echamos de menos si no salen.
Es en ese momento en el que nos damos cuenta de que no estamos más en el sofá viendo tranquilamente la televisión, sino que nos han metido en la cocina y sentimos el calor de los fogones, el metal de los trastos y los olores maravillosos que llegan a la vez, pero sin mezclarse, haciéndonos engordar prácticamente sin catarlos.
Más elementos que dan valor
Una serie no puede ser tan potente sin apoyarse en una historia buena y un reparto consistente.
Solo han salido siete capítulos y da la sensación de que esto está pensado para mucho más largo plazo, porque no hay pieza que haya desentonado aún.
Como las cocinas profesionales y las recetas más exigentes, todo suena a planificación inteligente, a que cada detalle tiene su razón de ser, y esto se va demostrando poco a poco en estos capítulos. Vamos, que no hay puntada sin hilo.
Y qué podemos decir de estos actores, no tan conocidos para el gran público, pero capaces de transmitir una credibilidad suprema, alejados de los que se garantizan el aplauso solo por su fama.
Aquí estamos ante un reparto que, salvo alguna excepción como la del protagonista o la del más esporádico Oliver Platt, tiene la experiencia suficiente como para deslumbrarnos.
Pero también la inocencia necesaria como para mostrar el descaro frenético que proyecta el conjunto de la serie.
Por ponerle una pega, se nos ha pasado demasiado rápido, ya que se puede ver la temporada entera en una sola tarde. Por suerte, creemos que tampoco es necesario esperar dos o tres años para que saquen más platos. Perdón, más capítulos. ¿Oído, chef?
https://www.youtube.com/watch?v=FFYg7S6Y2UQ
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