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Popcorn506 para El Observador
En las últimas semanas, hemos podido disfrutar de una serie que ha pasado ligeramente desapercibida para el público.
Decimos ligeramente, porque no lo ha sido del todo y porque tenemos la esperanza de que, poco a poco, irá asomando su cabeza desde lo más profundo de los catálogos, según la vaya descubriendo más gente.
Hablamos de Tulsa King, una de esas producciones que tienen un gancho principal y para las que solo hace falta un poco más de boca a boca. Porque, en realidad, la serie tiene de todo y funciona bien.
El gancho de Tulsa King (en Paramount+) es Sylvester Stallone. Y es curioso, porque muchos de sus trabajos en el terreno de lo audiovisual ya se están retrasando a las partes de producción.
En parte, es lógico, dado que ya tiene una edad considerable para llevar a cabo esos papeles de héroe de acción que le caracterizaban allá por los años 80 y 90.
¿Y qué es Tulsa?
Pero también sorprende que figuras que han sido de primerísimo nivel en el mundo de Hollywood acepten tan deportivamente una retirada progresiva.
Eso dice mucho de él y, a los que llevamos años siguiendo su cine y sus papeles, nos ayuda a entender lo que nos presenta en Tulsa.
Dwight Manfredi es un capo de la mafia neoyorquina que, tras haber pasado 25 años en prisión, sale de la cárcel y se ve obligado a abandonar la urbe, ya que sus jefes lo envían a Tulsa, una lejana ciudad en el estado de Oklahoma.
A nosotros, espectadores, nos suena un pueblo lejano, de esos en los que nunca pasa nada. Y, aunque no lo conozcamos de primera mano, el instinto no nos falla.
Así que nuestra complicidad con las primeras impresiones de Manfredi son casi instantáneas.
Al igual que nuestro disfrute por sus primeras aventuras y desventuras allí, en donde alguien venido de la gran manzana va un paso por delante, aunque haya estado un cuarto de siglo por detrás.
Como en casa al verla
Como hemos dicho, Tulsa King es una serie de reciente estreno. Pero, en realidad, nos sentimos como en casa cuando la vemos.
Es una serie que no arriesga y que da pasos sobre seguro. El protagonismo pleno de Stallone, los equilibrios que aportan personajes un poco más cómicos como los de Martin Starr o Jay Will, y la trama más amorosa, o morbosa, junto a Andrea Savage.
Todo esto con un trasfondo muy enfocado a los tejemanejes famosillos, claro. Aunque, a pesar de la violencia y de la acción, no deja de entreverse un matiz un poco casero. Como si fueran mafiosos aficionados.
En su justa medida
Hablando, precisamente, de la violencia y de la acción, tenemos que decir que la calidad y la cantidad están muy mesuradas, en su justa medida.
Ni cansa, ni satura ni aburre. Al contrario, se disfruta mucho, porque se nota que hay gente que sabe detrás. Y, en este tipo de series, en las que el tono es bastante variable, se agradece que sea así.
Cuando decimos gente que sabe, nuestras miradas se van, directamente, a Taylor Sheridan, artífice de muchas otras series y también partícipe en grandes películas como Sicario, de Villeneuve, o High or Hell Water, de David McKenzie.
La primera temporada está completa y son nueve capítulos que se pasan volando. Aunque no sea la serie de nuestras vidas y, lo más criticable, no arriesgue o innove, es una serie que se disfruta, entretiene y acompaña.
Tanto es así que, a pesar de ese desapercibimiento que mencionamos al comienzo, ya está confirmada una segunda temporada en la que irán avanzando las tramas y los planes mafiosos del nuevo rey de Tulsa.
A todo esto, ¿alguna vez has pensado en ir a vivir a Oklahoma? Tal vez no esté tan mal…
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