Hermes Solano
Antonio Ayales dijo adiós a 28 años como Director Ejecutivo de la Asamblea Legislativa el viernes. Decidió acogerse a su pensión, a la que tenía derecho desde 2012.
Se va, dice, con la satisfacción no solo del deber cumplido, sino de dejarle al Congreso un edificio nuevo y cargado de modernidad, que era su gran objetivo desde que asumió el cargo.
Cuando se le pregunta sobre su principal legado, no duda en señalar la construcción de la nueva Asamblea Legislativa, pues sin dudarlo dice que el anterior edificio “daba vergüenza”.
“Lo más importante es este edificio. Cuando llegué acá las condiciones de la Asamblea eran terriblemente lamentables”, dijo sin tapujos, recordando que en un momento había hasta 12 edificios en un diámetro de un kilómetro con oficinas legislativas.
“Eso dificultaba mucho una sana administración”.
En entrevista con El Observador, Ayales hizo un recuento de su paso por el primer Poder de la República, de los momentos más difíciles y si en algún instante le picó “el gusanito” por ocupar una curul.
“La mayor parte de mi vida laboral la desarrollé aquí y no me arrepiento. Me siento orgullosísimo de haber estado al frente de la organización durante tantos años a la par de ilustres hombres en la presidencia de la Asamblea Legislativa”, mencionó para resumir sus casi tres décadas en el cargo.
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Ayales recordó su paso por el Congreso. (Hermes Solano / El Observador)
Modernizarlo
Ayales tomó la decisión de irse en este momento porque asegura ya el Congreso en este edificio, que se habilitó en 2021, está en funcionamiento de manera total.
Por eso espera ya despertar el lunes sin recibir mensajes y llamadas; menos quejas, de lo que está pasando alrededor de la Asamblea Legislativa.
Dice que su objetivo siempre fue modernizar el Congreso y que lo logró.
“Hemos avanzado mucho en tecnología, las transmisiones del Plenario y Comisiones, y trabajamos en el expediente electrónico para eliminar el papel”, explicó.
“Ese ha sido mi tema, modernizar el Parlamento, adaptarlo a los tiempos modernos. Siempre fue el objetivo, y no me arrepiento. Salgo con una gran satisfacción. Falta por hacer, como crear una escuela legislativa, que es necesario”, siguió en su respuesta.
Para lograrlo tuvo que atravesar muchas dificultades, incluso teniendo el “enemigo en casa”, como él mismo lo señala, pues en medio del proyecto de la construcción del edificio hubo muchos diputados en contra.
Y es que dice Ayales que lidiar con legisladores es un trabajo complicado, para el que hay que aplicar mucha paciencia.
“Muchísimo, muchísimo, muchísimo… Hay que tener una gran paciencia y de alguna manera decirle al diputado que sí, que va a atender su problema dentro de las posibilidades”, contó.
“Muchas veces la gente cree que los recursos son infinitos y no es así, hay un presupuesto y no se puede comprar nada que no esté presupuestado”.
Antonio Ayales en sus últimos días como director ejecutivo del Congreso (Hermes Solano / El Observador)
Nunca una curul
En todos los años trabajando a la par de diputados, Antonio Ayales dice que nunca pensó en ser candidato y buscar una curul.
“Nunca, mi vida no ha sido de política activa. Me gusta la política, sin embargo, no fue un tema que me ilusionara”, aseguró el hoy ya exdirector ejecutivo.
“Me dediqué a la labor legislativa sin distingos de color político”, añadió.
El pasado jueves, los legisladores le rindieron un homenaje en el Plenario; cada uno de ellos le agradeció y se despidió de él.
El Directorio Legislativo escogió el miércoles a Karla Granados, quien era la jefa de Protocolo del Congreso, como nueva Directora Ejecutiva. El nombramiento es de manera interina, mientras se hace el concurso.
Ayales dice que no se desligará del todo en las primeras semanas, pero que su deseo es poder levantarse este lunes con la tranquilidad de no tener que resolver problemas.
Se marcha con las buenas cosas en la retina y también con momentos difíciles, como las manifestaciones del Combo ICE en el 2000 y las del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos en 2007.
“Las manifestaciones del pueblo fueron muy fuertes y hubo que agarrarse duro, fue cosa seria”, recordó.
Para él, eso es cosa del pasado y ahora disfrutará de su pensión, que quiso reiterar era la del régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), además de dedicarse a viajar y a proyectos con su familia.
