Sergio Arce
El caso del petroglifo que por error fue pintado de anaranjado y azul en el cantón de La Cruz, Guanacaste, genera diversas interrogantes sobre la existencia de estos grabados rupestres en Costa Rica.
Olman Solís, jefe del departamento de Protección del Patrimonio del Museo Nacional, indicó a El Observador que el país no tiene un registro actualizado sobre la cantidad y ubicación de los petroglifos, también conocidos como petrograbados.
Solis explicó que el proceso para levantar reviste varias complejidades, en particular el costo económico -no estimado- y el hecho de que muchas de estas piezas se encuentran en terrenos privados.
El especialista comentó que la base de datos Orígenes del Museo Nacional contabiliza 612 petroglifos.
“Sin embargo este número es menor, ya que muchos sitios que tienen petroglifos no han sido clasificados como tal en esta base”, agregó Solís.
El primer reporte de la existencia de un petroglifo en Costa Rica se reportó en 1901 en la literatura arqueológica.
En aquel entonces este apunte lo hizo el antropólogo Carl Vilhelm Hartman en Aguacaliente de Cartago. Seis décadas después, el Museo tuvo otros reportes en Palmar Norte (Zona Sur).
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¿Se podrá recuperar el que se pintó en La Cruz?
Solís visitó el cantón fronterizo con Nicaragua para valorar el estado del petroglifo pintado allí por parte de una cuadrilla municipal.
El experto en arqueología se mostró optimista con respecto a la restauración de esta pieza, que será trasladada hasta las instalaciones del Museo Nacional en Pavas.
Allí se le dará una cuidado y tratamiento especiales para que el petroglifo retome su estado previo. Una vez concluya esta etapa, la piedra de 1,5 metros de alto y 1 metro de ancho será llevada de vuelta a La Cruz.
En entrevista con este medio, Luis Alonso Alán, alcalde de dicho cantón, también se mostró confiado en la pronta restauración de este petrograbado.
Se pintó “por error”
De acuerdo con Alán, el incidente ocurrió hace una semana cuando uno de los integrantes de la cuadrilla -que estaba pintando unas piedras en el polideportivo- no se percató del petroglifo.
Este trabajador -dice el alcalde- no vio el enorme letrero que estaba al lado del petroglifo. Este rótulo contiene información acerca de la importancia arqueológica de este grabado rupestre.
De hecho, el letrero dice en letras grandes: “En el cantón de La Cruz valoramos nuestro patrimonio arqueológico”.
Cuestionado sobre la ausencia de un supervisor en el sitio o, al menos, de información previa sobre lo que los empleados encontrarían en este sitio de esparcimiento, Alán respondió que usualmente hay alguien que supervisa esas labores, pero que ese día no fue el caso.
“Hemos hecho un esfuerzo muy grande para recuperar espacios públicos. Por eso recolectamos basura y chapeamos y damos mantenimiento. El lunes pasado se ordenó pintar los poyos del polideportivo.
“Yo usualmente voy a darle vuelta a todos los trabajos que estamos haciendo, pero ese día yo no pude ni tenía señal.
“Pero la persona que lo estaba pintando, que forma parte de una cuadrilla de ‘chapia’, pintó todas las piedras con el afán de que todo se viera bonito.
“No lo voy a criticar porque es una persona de baja escolaridad (…) A mí me dio mucha pena, pero el muchacho nunca lo hizo con intención de hacerle daño”, contó.
Alán aceptó la responsabilidad por parte del municipio ante este agravio al patrimonio arqueológico del cantón.
“Yo mismo salí a asumir parte del error de lo que sucedió con esta situación. No se le puede trasladar la responsabilidad a alguien que no lo hizo con mala intención”, justificó el edil.
Dos petroglifos en el cantón
En La Cruz hay dos petroglifos: uno que estaba en el polideportivo -el que fue pintado- y otro en un mirador.
Alán lamentó que el primero se haya trasladado de su sitio original, en un potrero, a la instalación deportiva hace más de 20 años. Esto sin el menor estudio de conveniencia ni tampoco sin ningún resguardo especial.
Los petroglifos son considerados como arte rupestre que incluye cualquier imagen grabada o pintada (pintura rupestre) sobre superficies rocosas que registren rastros de actividad humana antigua.
