Paula Ruiz
“Espero que esta noche, con mi música, sea un recuerdo que dure para siempre”.
Esas fueron parte de las solicitudes de Bad Bunny al público tico que estuvo encendido durante dos horas de concierto.
Baile, perreo, fuegos artificiales, luces, 41 canciones, sonrisas y hasta vino, formaron parte del itinerario del “conejo malo” durante esta noche.
¿Cómo olvidarla? Si fue capaz de subirse en un aparato que simula una palmera para pasearse en el aire sobre el público.
También, subió a varias personas al escenario para que les enseñaran a perrear, entre ellos, una chica que aprovechó para posar sus manos sobre el cuello del puertorriqueño.
“Mi música la hago con mucho cariño para que la tengan en momentos de tristeza o de fiesta”, confesó el puertorriqueño.
Del otro lado de la tarima, un público que no falló. No paró de corear y bailar cada una de las canciones.
Bad Bunny no tuvo reparo en poner a todo el estadio a corear “si tu novio no te m…” y pues claro, censurado para la web, pero cantada a todo pulmón por los presentes.
Una de las partes más curiosas sucedió antes de interpretar “Celoso” ya que se sentó en el escenario junto a sus bailarines a tomar vino y a preguntarle al público si eran celosos.
En ese momento, interactuó con una pareja que estaba en la primera fila del concierto.
Ellos, le contaron a Benito que llevan 4 años de relación. La pareja, emocionada, culminó la escena con un beso que se proyectó en todo el estadio.
A pesar de todo, la canción más escuchada fue “Titi me preguntó”, reconocida por adolescentes, jóvenes y adultos en el estadio.
El cantante no paró de agradecer al público por apoyar a quienes lo siguen su desde 2016 o bien, aquellos que comenzaron a seguirlo a partir de “Un verano sin ti”.
La playa se fue…
El telón se apagó a las 10 p.m.
“Después de la playa” fue la canción que puso punto final a la noche que el cantante pidió no olvidar.
Cerró entre un juego de pólvora, el movimiento máximo de caderas de sus bailarines y música al ritmo de timbales, trompetas y merengue.
El fin llegó, pero quedó la satisfacción de haber tenido un espectáculo en Costa Rica, qué sirvió de “hombro” para un país que sufrió el día anterior con una derrota abultada en el Mundial de Catar.
Y no es para menos, el “oe, oe, ticos, ticos” también formó parte de las dos horas de concierto.
Benito, su nombre de pila, destacó que es un puertorriqueño que representa a todos los latinos, entre ellos, a los costarricenses.
Tan sólo cinco minutos después de culminado el espectáculo, las palmeras que adornaban el escenario, comenzaron a ser quitadas por el staff. Así fue, como la noche cayó y la playa, se fue de San José.
