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Bajocero: estreno español que deslumbra en Netflix

@Popcorn506 para El Observador Bajocero es una película española dirigida por Lluís Quílez, que ha conseguido deslumbrar en los últimos…

Por Berlioth Herrera

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Bajocero: estreno español que deslumbra en Netflix
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@Popcorn506 para El Observador

Bajocero es una película española dirigida por Lluís Quílez, que ha conseguido deslumbrar en los últimos días desde su estreno en Netflix. Es alentador ver que la plataforma estrena películas como esta, que se centran en entretener al espectador y, sin pretensiones mayores, consigue impactar con muchas otras virtudes.

Martín (Javier Gutiérrez) es un policía encargado de conducir un furgón durante el traslado de unos presos de una cárcel a otra. Este traslado se hará por la noche, durante el frío invierno del interior de España. El perfil de los presos es bastante peligroso, y esto hace que las medidas de seguridad que se toman sean bastante estrictas. No ayuda que Ramis (Luis Callejo), el compañero de Martín, sea un policía conocido por su carácter violento, y esto provoca aún más tensión desde antes de iniciar el trayecto.

Este punto de partida es una introducción perfecta para lo que nos queda por ver: hora y media de auténtica tensión en la que el convoy sufrirá un ataque y los presos pelearán por escapar de él, ante la resistencia de los policías y la amenaza exterior desconocida.

Todo esto se apoya en la gran labor de los actores más presentes en la cinta. Principalmente, Javier Gutiérrez y Karra Elejalde. El primero, auténtico protagonista de la historia, ya no necesita ninguna descripción ni cumplido. Lleva años en la cima interpretativa del cine y la televisión en España, con un talento virtuoso que le permite saltar de la comedia al drama o a la acción como quien se pasa un bolígrafo de una mano a la otra.

Frente a él, más veterano, Elejalde es todo un titán que, del mismo modo, se desenvuelve bien en cualquier género, pero que aquí nos pone los pelos de punta en su papel antagónico, casi desequilibrado o despiadado, y completamente creíble.

Destacamos también a Luis Callejo como ese poli duro e inclemente que ya hemos visto en muchas películas y que, aquí, consigue darle un toque personal, especial y distintivo, sabiendo guardar sus mejores bazas y dosificarlas según avanza. Y, por último, a Isak Férriz, que encarna a Montesinos y que, de nuevo, le da un aire muy creíble a un personaje que podría haber caído en tierra de nadie, sin saber en qué lugar colocarlo.

El inicio es potente, pero ese ritmo y esa tensión no defraudan durante el resto de la película. Gran parte del mérito lo tiene la dirección, que se centra en conseguir desde un inicio ese tono de peligro inminente, tanto a la hora de ir presentando a los personajes, como los escenarios en los que nos sitúa y el tipo de planos que utiliza.

Muchas veces, las películas potentes se van desinflando según avanzamos al segundo acto, o se pierden, aunque luego remonten para un clímax en lo más alto. No es el caso de Bajocero. Aquí la tensión se mantiene todo el tiempo y, sin llegar a ser agobiante, Quílez la sostiene y suministra con la precisión ideal para que nos mantengamos agarrados al sofá.

El juego con la incertidumbre, el saber tan poco o menos que los propios personajes y la sensación de impotencia ante unos acontecimientos que van superándose progresivamente son las claves para que esta película se haya convertido en trending a nivel mundial.

Películas eficaces, que proponen y resuelven y que, en muchos casos, es lo que más se demanda. La muestra está en sus excelentes resultados. Esta es la muestra de que no hacen falta guiones complejos y tremendamente elaborados, sino personajes bien construidos y una dirección que piensa en el espectador para conseguir lo que hace que a tantos nos apasione la gran pantalla, aunque en este caso sea pequeña.

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