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El instinto de ternura versus el instinto de agresividad en la sexualidad

Por Margarita Murillo para El Observador El instinto de protección al desvalido: sabemos que a los seres humanos nos quedan…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
El instinto de ternura versus el instinto de agresividad en la sexualidad
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Por Margarita Murillo para El Observador

El instinto de protección al desvalido: sabemos que a los seres humanos nos quedan pocos instintos, casi todos han sido lastimados por prácticas culturales. Por ejemplo, con este instinto de protección al desvalido nació la famosa frase del “instinto de maternidad”.

Situación real, pero que carece de un gran referente; solo se lo estábamos dejando a las mujeres, como si ellas por “cargar” al bebé en su útero ya desarrollaban el instinto. Si fuera así, todas reaccionaríamos igual y no habría frustraciones y tensiones; se traería el conocimiento “desde adentro”.

Las que somos mamás sabemos que eso simplemente no es cierto. Ambos, hombres y mujeres, poseemos el instinto de sensibilizarnos ante el dolor del otro e inmediatamente tendemos a buscar proteger, resolver, atender, cuidar.

Este instinto se puede observar también en los animales. Por ejemplo: los delfines cuidan de los náufragos; una perra puede amamantar un gato; una cerda ha criado bebés de tigre; una tortuga macho cuidó de un bebé rinoceronte. ¿Cómo sucede esto? Pues la respuesta es: por el instinto.

No obstante, en la cultura se ha estimulado este instinto más en las mujeres que en los hombres. Incluso, si un hombre es “demasiado tierno”, va a ser juzgada su masculinidad.

Culturalmente, no naturalmente, esperamos que los hombres “no sean tan tiernos”. Error grandísimo, pues entonces estamos dejando libre el otro instinto: el de agresividad. La cultura estimula la ternura en las mujeres y la agresividad en los hombres.

Estos son dos instintos, que juntos, y nunca separados, son necesarios para expresar nuestra sexualidad.La agresividad nos permite sentir la fuerza, expresarla, disfrutarla. La ternura nos permite sentir la suavidad, la intensidad, y a su vez, controla la fuerza que posee, para convertirse en un orgasmo.

De no utilizarse estas dos fuerzas, entonces el resultado es: violencia. El instinto de ternura sin agresividad no permite sentir profundamente el placer. El instinto de agresividad sin ternura expresa violencia, no orgasmo.

En este artículo mencioné dos instintos que necesita utilizar la energía sexual para poder actuar y hacerse presente de manera saludable en la vida diaria.

Si desean profundizar sobre estos instintos pueden leerse los libros de Erich Fromm; “Anatomía de la destructividad humana” y “Del tener al Ser”. Son sobre estos referentes teóricos sobre los que hemos basado nuestra propuesta de educación de la sexualidad.

Margarita Murillo es psicóloga y máster en sexualidad clínica.
Autora del libro “Cómo enseñar sexualidad”
Instagram: @margaritamurillo
Facebook: Margarita Murillo Sexóloga

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