Harold Leandro
Hablar de José Pablo Gil es hacerlo de un titán del deporte. No tanto por sus triunfos, que son muchos, sino por la voluntad que se autoimpone para superar la mueca que le hizo el destino.
Cuando dejaba de ser una promesa en el tenis nacional, se convertía figura de este deporte y llevaba tres años de ser la primera raqueta tica en la Copa de Café, un accidente de tránsito cambió su vida.
A dos días de viajar a Estados Unidos -donde hizo la secundaria- para iniciar la universidad con otra beca deportiva, el carro en el que viajaba en el asiento de atrás sufrió un aparatoso choque.
Jopa, como se conoce en el mundo del tenis, fue expulsado del vehículo y sufrió fracturas en la pelvis, columna y vértebras, además de que se le perforaron los pulmones y un coágulo amenazaba su cerebro.
Pasó varios días en coma. Luego vino la constatación de que nunca volvería a caminar, las idas y venidas al Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare) y tratar de vivir lo más normal posible.
Hoy, a sus 24 años, aquel que de adolescente se debatía entre si le gustaba más el fútbol o el tenis, aprecia cada minuto de vida, cada acción que lo hace más independiente, que lo acerca más a la gente.
Por eso se convirtió en un “cruzado” en favor de los derechos de todas las personas con discapacidad y no solo los usan sillas de ruedas.
En paralelo, luego de jugar baloncesto en silla de ruedas, logró volver al tenis y ahora es seleccionado nacional que viajó este viernes a Argentina en procura de clasificarse a torneos internacionales.
Los objetivos están claros: Conquistar un cupo para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y conseguir fogueos para sus pupilos, pues se convirtió en entrenador de jóvenes que buscan superar su situación por medio del deporte.
De esto y mucho más, Jopa conversó en El Observador en un Facebook Live que usted puede observar en este vídeo.
Harold Leandro
