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La cortesía de cubrirse

En los últimos dos años, la vida de la mayoría de la gente ha dado un vuelco a causa del…

Por Berlioth Herrera

Tiempo de Lectura: 6 minutos
La cortesía de cubrirse
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Alia Khan (@ifdc_org)

En los últimos dos años, la vida de la mayoría de la gente ha dado un vuelco a causa del COVID-19, y nuestras vidas en el hogar y el trabajo siguen pasando por uno de los cambios más radicales que hemos visto en generaciones. Nuestra forma de vestir (y la manera en que la vestimenta refleja nuestros valores e influye en la economía) también ha empezado a cambiar, ya que seguimos usando tapabocas e inclinándonos por un estilo de vida de mayor protección.

Resulta interesante que esta metamorfosis provocada por una pandemia siempre ha sido la norma para quienes llevan un estilo de vida islámico, denominado a veces “estilo de vida recatado”. A los musulmanes, cuyo poder adquisitivo colectivo es de alrededor de 2 billones de dólares, se les enseña a adoptar el recato con elegancia como una forma de vida digna. Ahora que cubrirse para protegerse se ha convertido en una práctica habitual para muchas personas, creo que pone de relieve los beneficios que siempre ha ofrecido la moda islámica, al tiempo que contribuye a desestigmatizarla y eliminarla como excusa para juzgar a quienes la usamos. También creo que esta coincidencia impulsará a la moda islámica a convertirse en un actor global más importante en la definición del estilo en los próximos años.

El firme compromiso de los musulmanes con el estilo de vida recatado tiene su origen en el verso del Corán que narra que la vergüenza de Adán y Eva al verse desnudos los hizo cubrirse. La moda islámica tiene un propósito pragmático para los musulmanes, puesto que representa el “fitra”, que es el estado original de pureza. No obstante, los atuendos musulmanes han sido a menudo objeto de ataques.

El mundo occidental ha calificado a las mujeres musulmanas de débiles y oprimidas por cubrirse la cabeza. Se han organizado movimientos para prohibir el hiyab, sin importar las muchas ocupaciones y personas dignas que se cubren la cabeza o la cara con orgullo y sin reproches: cirujanos, enfermeros y panaderos, que lo hacen para proteger la salud de las personas, o incluso practicantes de otras religiones como judíos, católicos, sijs, hindúes y budistas. Imaginen que alguien hubiera obligado a la madre Teresa a descubrirse la cabeza.

Sin embargo, la moda islámica también tiene algunos beneficios prácticos y avalados por la ciencia. Por ejemplo, no todas las musulmanas se ponen el velo facial, pero algunas de las mujeres pertenecientes a la pequeña minoría que lo usa han dicho que taparse el rostro las hace sentir más seguras y les permite ser discretas. Además, filtra la suciedad y el polvo, y es una mejor protección que no cubrirse con nada en situaciones como el uso del transporte público. Además, al ser de tela, es menos probable que sea tan sofocante como un cubrebocas N95.

Durante la pandemia, la mascarilla facial protectora se convirtió en un guiño mundial al velo. Taparse la cara ahora es un gran gesto de cortesía hacia las personas que nos rodean. Además, luego de llevar cubrebocas durante más de un año, algunas mujeres comparten ahora la opinión de algunas musulmanas de sentirse protegidas con el rostro cubierto, en especial de la atención masculina no deseada.

Una mujer filipina con un cubrebocas quirúrgico reza en la mañana de la Fiesta del Fin del Ayuno (Aíd al Fitr) afuera de la Mezquita del Globo de Oro de Manila en mayo de 2021. (Eloisa Lopez/Reuters)

Aun así, los velos faciales están prohibidos en Francia y, en abril, el Senado francés aprobó una enmienda que les prohíbe a las menores de 18 años usar el hiyab, el velo más común. Incluso el burkini, una prenda versátil de ropa deportiva inigualable en cuanto a comodidad, estilo y protección, se considera una amenaza, ya que lo usan principalmente las mujeres musulmanas. En Francia nunca hubo una reacción contra los trajes de neopreno, de aspecto similar, para practicar esnórquel o buceo. Cuando se impuso una multa de 135 euros a quienes no llevaran cubrebocas durante la pandemia, noté un doble criterio muy claro, dado que el país multa con 150 euros a quienes usan el velo facial.

Después de décadas de críticas, es peculiar ver al mundo adoptar lo que para mí es una faceta más de la moda islámica. Sin embargo, creo que este cambio es un indicador de que la moda islámica desempeñará un papel más importante en la configuración de las normas de estilo y la economía en los próximos años.

Mi propio trabajo en la moda y el diseño islámicos me ha ayudado a comprender que la mejor manera de evolucionar proviene de una base construida sobre una sabiduría milenaria; las buenas ideas rara vez son nuevas. He visto cómo las industrias de la moda y el diseño pueden ser una gran fuente de construcción de relaciones y disipación de falsas impresiones.

A lo largo de la historia, las culturas occidentales tuvieron formas de vestir más recatadas en general hasta que la producción en serie posibilitó un nuevo sistema de consumo de alta rotación que llevó a los consumidores de clase media a cambiar de estilo con frecuencia como señal de “progreso”. Conforme la cultura de la imitación y replicación dio paso a un lucrativo ciclo de ganancias en la industria de la moda, el exhibicionismo competitivo (instigado en parte por cambios sociales como las nuevas olas del feminismo) superó al recato.

Aunque no ha salido indemne de esos cambios, la moda islámica tiene sus raíces en algo más concreto: la creencia de los musulmanes de que sus valores permanecen gracias a la promesa de Dios de preservar su fe hasta el final de los tiempos. La moda islámica seguirá creciendo porque forma parte de un camino valioso para nosotros, no de una tendencia. Quienes la adoptan lo hacen por los principios de un estilo de vida que se nos ha transmitido por generaciones. Para mí, eso significa un compromiso de por vida con este atuendo, que viste la población de más rápido crecimiento en el mundo.

También es innegablemente distinguido y elegante. El icónico look hollywoodense del pañuelo en la cabeza, famoso gracias a actrices contemporáneas como Jennifer López y que se remonta a Audrey Hepburn y Grace Kelly, muestra nuestro típico hiyab. Esto, junto con un elegante vestido largo de noche con cuello alto, manga larga y sin escote en la espalda, no demasiado ajustado, y que también es un atuendo de día con mucho estilo, es un imán para los fotógrafos de moda.

A medida que la moda islámica va ocupando su lugar en la cultura general, es alentador ver cómo va ganando aceptación y aprecio, en parte por el enorme mercado potencial que las marcas ven en los clientes musulmanes. La moda islámica en esencia se ha vuelto una tendencia popular, ya que el mundo de la moda se esfuerza por ofrecer prendas para cubrir el cuerpo con estilo. El creciente número de adaptaciones y colecciones recatadas de las marcas principales (por ejemplo, el Pro Hiyab de Nike o la línea de hiyabs y abayas de Dolce & Gabbana) también nos invita a entender quiénes somos como musulmanes y a ver el estilo de vida recatado como una ventaja en lugar de una amenaza.

No todas las adaptaciones están dirigidas a nosotras, aunque hacen que las marcas principales tengan que aprender sobre la influencia de las creencias de los musulmanes en sus elecciones de moda recatada. Tomemos como ejemplo el atuendo negro que envolvía por completo a Kim Kardashian en la Gala del Met de 2021. Algunas personas lo compararon con el burka que usan algunas mujeres musulmanas, pero no veo el parecido del burka con ese traje ajustado que resalta la figura. Los comentaristas pasaron por alto una comparación mejor: el look de Rihanna, con un conjunto que sí hacía pensar en una abaya con hiyab, parecía una auténtica oda a la moda islámica.

De cualquier manera, la gala confirmó un mensaje clave: el acto de cubrirnos no es ninguna obligación. Y aunque como musulmanas nos resulte envidiable que no haya habido reacciones negativas contra el rostro completamente cubierto de Kardashian, ni contra el hiyab de Rihanna y ni siquiera contra la casi total desnudez de Kendall Jenner, mientras que a nosotras se nos ha criticado mucho por nuestra forma de vestir, todo lo acontecido fue un recordatorio de que las elecciones de vestimenta no son una invitación a que nos juzguen. Más bien, esto abre la puerta a un nuevo nivel de respeto y a la esperanza de no ser atacadas por nuestros valores basados en la fe.

Hay que señalar que el codiciado grupo global de consumidores musulmanes no está interesado en los diseñadores que creen que tienen que liberarnos. Es probable que sea visto como algo ofensivo ofrecernos diseños que nos desnuden el vientre, pero nos dejen el pañuelo en la cabeza, y que nos haga sentir explotadas. Tendrán éxito los diseñadores que entiendan por qué valoramos tanto la moda islámica y que sepan cómo renovar la tradición islámica (no deshonrarla) con estilo.

En la actualidad, todas las maneras de cubrirse se han convertido en el gesto más cortés. A pesar de que fue necesaria una pandemia para apreciarlo, creo que la oportunidad que representa para todas las personas y las empresas, musulmanas o no, es significativa.


Este artículo es parte de Puntos de Inflexión: Agenda Global 2022, una serie que se publica para cerrar el año y consta de ensayos, fotografías y gráficos sobre acontecimientos y tendencias observados durante 2021, pero cuya influencia continuará a lo largo de 2022 y más adelante.); Alia Khan es fundadora y presidenta del Consejo Islámico de Moda y Diseño.; (Nota sobre material gráfico: Este ensayo es acompañado por tres fotos, incluyendo un retrato del autor.