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‘Nightmare Alley’: el director Guillermo del Toro nunca deja indiferente a nadie

Popcorn506 para El Observador Guillermo del Toro (GdT), es un director que nunca deja indiferente. Es de los cineastas que más…

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‘Nightmare Alley’: el director Guillermo del Toro nunca deja indiferente a nadie
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Popcorn506 para El Observador

Guillermo del Toro (GdT), es un director que nunca deja indiferente. Es de los cineastas que más personalidad tiene, y eso lo refleja en una capacidad para crear universos que pocos otros tienen o han conseguido. Si acaso, al menos en este estilo, Tim Burton.

Nightmare Alley ha venido a corroborar esto, y aquí vamos a explicar por qué.

Y es que, partiendo de una muy buena película de cine negro de los años 40, del Toro ha creado una imponente historia en la que no cuesta nada sumergirse y formar parte.

Gran parte de que esto suceda es la maravillosa base en la que nos sitúa. El mundo del circo.

Y es que este mundo siempre ha estado acompañado de misterio, de magia, de seres extraordinarios y de historias que podrían resultar increíbles, aunque te las quieras creer del todo.

Lo que ocurre allí

Y esto es un poco lo que sucede aquí. Stanton Carlisle (Bradley Cooper) es una especie de buscavidas que, llevado por Zeena (Toni Collette), comienza a practicar el arte del engaño.

Un engaño que empieza por el aprendizaje, sigue con la práctica y termina con la confusión.

Sí, el mundo del circo, ese mundo en el que todo parece posible, puede no ser más que ese mundo. Ese en el que todos nos dejamos engañar y acabamos cayendo en un pozo del que cuesta mucho salir o, letalmente, resulta imposible.

Si comparamos esta película con alguna otras obras anteriores de GdT, podemos ver rápidamente que estamos ante algo muy complejo.

Es, realmente, una película mucho más ambiciosa, que pretende y toca una altura que está al alcance de muy pocos autores actuales. Es algo tremendamente elaborado desde distintos puntos de vista.

El diseño de producción es maravilloso, profundo y consistente. Pero lo mejor es que está acompañado y muy bien acompañado por una fotografía tan dulce como otoñal.

Y que es, simplemente, un perfecto retrato de las instantáneas que todos tenemos en mente de esas décadas tan lejanas. Y ya, tan de color sepia, en las que las historias narradas aún tenían más presencia que las visuales.

Una joyita…

Todo esto llevado a la pantalla con una suavidad en lo que se refiere a los planos y movimientos de cámara que hacen que uno se apoltrone en la butaca.

Y sabiendo que tiene un par de horas por delante para disfrutar de una de esas historias presentadas por un cuentacuentos.

Al mejor estilo de lo que tanta gente demanda a los grandes estudios: que vuelvan las películas de aventuras y entretenimiento de los años 80.

Y en relación a esto sabemos que no es este un remake de los que tantas veces se critican, sobre todo por apresurados o flojos.

No son películas comparables la original protagonizada por Tyronne Power y esta no juegan en la misma liga.

Pero podemos extraer un paralelismo que, a la vez, es tan pesimista como ilusionante.

Porque si en aquellos años 40 del siglo pasado, el marco histórico era la salida de la más tremenda guerra que ha asolado a la humanidad.

Y con todos los esfuerzos y sacrificios que eso conlleva, aquí estamos también en un punto en el que, creemos, podemos salir de una pandemia global que, a falta de conflictos bélicos, es lo peor que hemos vivido en varias generaciones (siempre hablando a nivel mundial y no local).

Debemos salir…

Uno puede querer verse representado por el protagonista. O no. Estamos en una situación complicada, pero podemos salir. Debemos salir.

Pero el aviso está ahí, en la muestra de que todo, hasta el proyecto más ilusionante, tiene que estar bajo una pauta de control y mesura.

No sabemos si será pura casualidad, pero algo así también puede ser proyectado sobre la película y sobre el trabajo general de Guillermo del Toro.

Y es que, a sabiendas de lo complicado que puede resultar un proyecto de tal envergadura como este, y de que se ha conseguido una tremendísima calidad, nos queda la sensación de que todo podía haber sido aún mejor.

O, al menos, eso nos ha hecho creer. ¿Será que hemos caído con todas en el mundo del circo también?