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Organización israelí que perdió voluntarios en el ataque de Hamás pero sigue socorriendo a palestinos enfermos

Yael Noy (izquierda) trasnporta a palestinos enfermos, muchos de ellos niños, desde puestos de control en Cisjordania hasta sus citas médicas en Israel.

Organización israelí que perdió voluntarios en el ataque de Hamás pero sigue socorriendo a palestinos enfermos
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Yael Noy no viste uniforme militar, pero se describe a sí misma como si estuviera inmersa en una batalla tras el ataque de Hamas el 7 de octubre.

“Estoy luchando por ser buena”, asegura. “Estoy luchando por mantener la moral cuando ambas partes sufren un dolor tan terrible. Estoy luchando por ser la misma persona que era antes”.

Yael dirige la organización benéfica Road to Recovery (Camino a la recuperación), un grupo de voluntarios israelíes que transportan a palestinos enfermos -en su mayoría niños- desde los puestos de control en la Cisjordania ocupada y Gaza hasta sus citas hospitalarias en Israel.

O, al menos, lo hacía antes.

Los aproximadamente 1.000 voluntarios ya no pueden recibir pacientes de Gaza, gobernada por Hamás. Y cuatro de estos voluntarios están muertos, asesinados cuando milicianos palestinos irrumpieron en sus kibutz en el sur de Israel.

Entre ellos se encuentran Vivian Silver, una reconocida activista por la paz; Adi Dagan, a quien Yael describe como “divertido” y siempre dispuesto a intervenir y transportar a pacientes con poca antelación en su espacioso coche; Tammy Suchman, una abuela muy querida; y Eli Or-Gad, a quien le encantaba hablar de poesía.

Otros cuatro voluntarios perdieron a familiares cercanos el 7 de octubre.

Unas 1.200 personas murieron en el ataque de Hamás a Israel. Desde entonces, el ministerio de Sanidad de Gaza, gestionado por Hamás, dice que más de 17.177 personas han muerto en la ofensiva israelí que siguió.

Yael vive en el norte de Israel, pero sus padres son del kibutz Alumim, una de las comunidades del sur que fueron atacadas, y tuvieron que refugiarse aterrados mientras se desarrollaba el ataque.

Dos de sus sobrinos han estado luchando en Gaza, en la respuesta militar de Israel.

Los padres de Yael Noy.

Yael Noy
Los padres de Yael Noy vivían en uno de los kibutz atacados y ahora están desplazados.

Inmediatamente después del 7 de octubre, Yael dice que estaba tan conmocionada que apenas podía respirar.

“Algo se rompió en mi corazón y me dije que nunca volvería a hablar con la gente de Gaza”, me cuenta.

Pero después de unos días, decidió que no podía permitir que las atrocidades la cambiaran.

Ella y la mayoría de los voluntarios de Camino a la Recuperación han seguido transportando a palestinos desde Cisjordania a hospitales en Israel para recibir tratamiento contra el cáncer, trasplantes de órganos y diálisis renal. Tan pronto como pueda, asegura que irá nuevamente a recoger pacientes a Gaza.

Yael se niega a deshumanizarlos o equipararlos con Hamás, que Reino Unido y otros países clasifican como organización terrorista.

Como nosotros, ellos son víctimas de Hamás, así que creo que deberíamos seguir ayudándolos, porque no es su culpa”, asegura por teléfono.

“No podemos negarnos a ayudar a un niño con cáncer. Nuestros vecinos necesitan ayuda, por eso debemos ayudarlos”.

La activista se preocupa por las familias que conoce en Gaza, con el invierno acercándose y tantas casas bombardeadas que ahora son inhabitables.

El padre de un niño de 6 años, que había recibido un trasplante de órgano, envió un mensaje de texto a uno de los voluntarios de Camino a la Recuperación diciendo simplemente: “estamos bien. Vamos a morir aquí“.

Un niño y un adulto ante un edificio en ruinas en Gaza.

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Los bombardeos sobre Gaza se reanudaron tras una semana de tregua.

Yael también está muy preocupada por dos voluntarios de Camino a la Recuperación, Oded Lifschitz y Chaim Peri, que siguen secuestrados por Hamás.

Emocionalmente, se siente destrozada. Tiene tíos y primos que se oponen rotundamente a lo que está haciendo y la acusan de ayudar a Hamás.

Y no son sólo los familiares los que lo desaprueban.

“Cuando conduzco con palestinos a través de los puestos de control en Cisjordania, los soldados me preguntan cómo puedo hacer lo que estoy haciendo“, me dice. “Otras personas hacen la misma pregunta”.

“Ahora es peligroso incluso hablar del sufrimiento de los niños en Gaza: la gente me mira como si fuera el enemigo”, dice entre sollozos.

“Pero no lo hago por los palestinos, lo hago porque quiero estar orgullosa de ser israelí. Creo que, ya seas israelí o palestino, judío o árabe, las personas son personas. ”

Algunas familias palestinas la han contactado para saber cómo se encuentra. Pero en estos momentos, la situación es más difícil que nunca para esas pocas personas que nadan contracorriente tratando de salvar la brecha entre israelíes y palestinos.

“Incluso la gente de izquierdas dice que deberíamos arrasar Gaza. Ambos lados se han radicalizado cada vez más“, dice Yael.

“No sé qué pasará en el futuro. Pero sé que ambos seguiremos viviendo aquí, así que debemos encontrar una solución”.

Desde el 7 de octubre, algunos voluntarios de Camino a la Recuperación han dejado de participar o han decidido centrarse en llevar medicamentos a los israelíes desplazados mientras dure la guerra.

Pero otros voluntarios se han apuntado para asegurarse de que los palestinos enfermos de Cisjordania sigan llegando a las citas médicas que les salvan la vida.

Yael afirma que la organización benéfica necesitará apoyo del mundo exterior para seguir funcionando, ya que las donaciones desde dentro de Israel prácticamente han cesado.

Pero está segura de que, cuando sea posible, Camino a la Recuperación recogerá nuevamente a niños pacientes de Gaza, con la esperanza de que todos hayan sobrevivido.

“Puede que sea difícil, pero no podemos parar”, afirma. “Es mi misión y tengo que cumplirla”.


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