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No todo lo que brilla es Oro (A propósito de un abusador de personalidad brillante)

*Melina Dada / Terapeuta integral Mucho se ha escrito y dicho en redes sociales estos últimos tiempos sobre el trastorno de…

Por Desde la Columna

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No todo lo que brilla es Oro (A propósito de un abusador de personalidad brillante)
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*Melina Dada / Terapeuta integral

Mucho se ha escrito y dicho en redes sociales estos últimos tiempos sobre el trastorno de la personalidad Clúster B, definido por el doctor Robert Hare hace más de 40 años, de este modo: antisociales, límite, histriónicos, narcisistas, perversos narcisista, sociópatas y psicópatas.

Cada una de estas clasificaciones tiene diferencias entre ellas y derivaciones;  por ejemplo, existen 37 tipos diferentes de narcisismo. La  característica fundamental que los une  a todos es la falta de empatía y el narcisismo en concreto. Desde jóvenes van a demostrar ciertas características como la falta de culpa o remordimiento, sentimientos superficiales, promiscuidad sexual y encanto superficial.

La mayoría de estas  personas no van a cometer crímenes violentos ,pero si danzarán siempre en el límite de las normas sociales “crímenes encubiertos” como son los cibernéticos  y se consideran como, ”integrados”.

 

Los estudios de este tipo de personalidad

La información sobre los Clúster B,  “overachivers” o “superadores” es algo limitada, ya que poco se aborda. Aparecen  como  personas exitosas, que “no tienen falla”. Tristemente, para las víctimas de estos depredadores la historia es muy diferente y el nivel de devastación puede ser fatal.

Los denominados  Clúster B de cuello blanco van a encontrarse en puestos jerárquicos en las corporaciones, a nivel político, como cirujanos, o en algún espacio donde puedan adquirir poder sobre los otros. El  mayor motivador en sus vidas es el poder y la depredación sexual; por ello,  invertirán recursos y tiempo para lograr sus objetivos más anhelados.

El doctor Hare, en su libro “Serpientes en traje” o “Snakes in suits”, los describe de la siguiente manera:  las relaciones con este tipo de personalidad son superficiales, de poca profundidad, le dan suma importancia a la forma y no al fondo, usarán todos los recursos necesarios para impresionar y poner a los individuos donde los puedan manipular e intimidar, por medio del engaño, mentiras patológicas, cálculos y estrategias. Constan de una imagen grandiosa de sí mismos,  se consideran como el centro del universo, mejores y más inteligentes, más atractivos y seductores que el resto.

Este tipo de personalidad es la preferida particularmente en el sector corporativo, ya que consta de  una imagen sobresaliente  y la energía del ser el número uno.  Siendo encantadores, metódicos y con un coeficiente intelectual superior es el tipo más peligroso dentro de las clasificaciones.

Sin embargo, quedan expuestos  por los caos que generan en las dinámicas de trabajo,  que se manifiestan  como acosos sexuales o laborales, malversación de fondos, falsificación o alteración de documentos y otros, que pueden llevar a una compañía a la ruina.

Algunas veces construyen vidas “normales”,  que nunca serán reales,  pues no serán padres amorosos, ni buenos compañeros. Harán la puesta en escena para que así lo parezca en el exterior y por los beneficios que les puedan otorgar mantener una imagen de “estabilidad “.

Una vez estructurada la imagen serán crueles, abusadores controladores, dominantes y creerán que todo les es permitido, solo por el hecho de ser ellos. Tienden a ser impulsivos de una forma controlada.  Generalmente viven una vida nómada y llegan a  tener comportamientos irresponsables, por una necesidad excesiva de excitación.  Esto hace que sean personas que violan fácilmente las normas sociales y la reglas, pueden tender a comportamientos crueles o cometer crímenes no violentos como, fraudes, estafas y extorsión.

En general, estas personas van a asegurarse una buena posición económica dado que a partir de ahí pueden controlar su entorno.  La sensación y demostración de “poder “ les da acceso tener a otros a su disposición. En la comunicación cotidiana, utilizarán métodos como el gaslight y ensalada de palabras que les permite desconcertar y manipular a los demás.

En el fondo, una patología

Según el Dr Blair, el trastorno clúster B es considerado un desorden de nivel emocional, ya que tienen dificultades en identificar y procesar información emocional, van a manifestar mínimamente reacción al dolor y al miedo que pueden provocar a otras personas o  a sí mismos.

A través de varios estudios de Imágenes de Resonancia Magnética (MRI) se identificó un bajo funcionamiento de la Amígdala en las respuestas emocionales a la ansiedad, la culpa o al miedo. Por esta razón no sentirán nada al ser descubiertos, debido a que no logran identificar la diferencia entre “bueno o malo” en el comportamiento de los otros o de ellos mismos.

A pesar que intelectualmente lo saben, no lo sienten. Por esta razón una de sus frases predilectas es : “ El fin justifica los medios” y utilizarán todo a su disposición para lograr lo que se proponen ( “Donde pongo el ojo pongo la bala”).  Sus movimientos y relaciones van siempre en miras de obtener algún beneficio personal y  harán lo que sea necesario para lograr su objetivo.

Emparejamiento selectivo

Una vez clarificado el panorama de los clúster B superadores nos adentraremos en la dinámica del emparejamiento selectivo y el modus operandi que manifiestan a la hora de movilizarse en este campo.

De ser hombres, buscarán como en un catálogo una mujer que tenga atributos físicos, inteligentes, educadas, refinadas y de una entorno socioeconómico atractivo para ellos. Esta mujer poderosa, presentable ante la sociedad y su entorno, con una personalidad marcada, empática, amorosa, emocional, sin embargo, debe tener  alguna herida, alguna debilidad que ellos logren identificar rápidamente a la hora de hacer esos primeros contactos.

Hablarán poco, pero pondrán mucha atención a lo que ellas expresan; se presentaran como “buena escucha”, fingirán empatía y tejerán una red de espejo, haciéndose ver como “almas gemelas” . Esto es mimetismo, nada más.

Esos hombres impresionarán a su pareja  con estilos de vida, regalos,  viajes, sexo (el cual se vuelve una herramienta fundamental de enganche ), interés y cuidos desmesurados; se involucraran en la economía dando extensiones de tarjetas de crédito o cash que se torna en si una forma de control y dependencia, creando además un vinculo cercano con las familias de la victima .

La mantendrá ilusionada con expectativas a futuro, sueños, proyectos que no se cumplirán y crearán esta burbuja de amor perfecto.  Habrán escogido como vitrina de imagen ante su entorno, a colegas,  familia y público, en general, en esta primera fase de bombardeo de amor.

Se agrega a lo anterior, que las cosas se vuelven una especie de fetiche.  A ellos les encanta “marcar” a sus mujeres con obsequios, porque les da la sensación de que las poseen, al  ser cosificadas. 

El cerco del abuso

Una vez solidificado el vínculo poco a poco y muy sutilmente empezarán con las estrategias de dominio y abusos  de orden económico, emocional y psicológico y profesional. Escogerán la ropa que ella va a utilizar y hasta  el color de uñas; la privarán de la libertad de circulación; le  indicarán  el tono de voz y los temas que se puedan conversar.

Por supuesto,  todo girará en torno a los gustos del clúster B y sus necesidades, hasta despojar a su “pareja” de su propia identidad, creando en ellas una falsa idea de que sin ellos no son nadie. Así,  la convertirá en su satélite, la aislarán de sus familias y amigos.

Seguidamente,  se dará la fase de la devaluación, donde se cosifica la pareja eliminando su valor como persona y creándole inseguridad baja autoestima en su victima, le dirá cosas derrogativas y devaluantes; el gaslight , los actos perversos y las manipulaciones se intensificaran.

Es importante señalar que  esta situación llevará  a un “abuso reactivo” de parte de la víctima, que tratará de defenderse.  Entonces, el Clúster B lo usará para hacerse parecer como “victima” de su víctima, ante el círculo social, a la hora del descarte, que acompaña con un proceso de difamación.

 

Los triángulos y el descarte

La siguiente fase es la de refuerzo intermitente, para no dejarla ir: premios (demostraciones de amor, joyas, viajes, lujos) y castigos, lo cual hace que la víctima entre en disonancia cognitiva.

Muchas parejas mampara de los clúster B quedan colgadas en esta etapa por múltiples razones,  sea económicas, miedo, amenazas  y  sobre todo, y una de las más importantes, es que se crea una adicción,  a partir de un bombeo en el cerebro de dopamina a la hora del premio y cortisol a la hora del castigo.  Lo mismo ocurre con el consumo de drogas fuertes. Y entre más tiempo trascurra con el Clúster B mas difícil se vuelve salir de la relación.

Seguido de esta fase se da la triangulación, es decir, la aparición de una nueva pareja en escena, para descartar a la víctima también ocurre cuando el Clúster B ya no tiene intenciones de seguir ocultando su estilo de vida y revela su verdadera identidad de una forma cruel y perversa.

Empezará a alejarse, esto lo expresará  con la falta de demostración de “amor” mediante  “cosas” regalos, atenciones  y dinero, entre otros.  El abusador  estará dirigido hacia los nuevos objetivos y necesita provocar terror por su comportamiento y por la presencia de “las otras”.

Esto provoca un cuadro histérico en “la pareja” mampara, que se obsesionará en buscar evidencias de infidelidad  y buscará confrontarlo, a lo cual   él contestará con gaslight ( negar las evidencias, por más claras que sean), mentiras y haciéndole creer que esta “loca”,  pues según él, lo que vio no lo vio, aunque tenga las pruebas más concretas.

En este mismo periodo, los abusos de el Clúster B a su víctima pueden  acrecentarse y tornarse físicos. Estos juegos perversos los sobreexcitan. La víctima en esta etapa va a tender a tratar de modular sus emociones, ya sea a través del alcohol, o los psicotrópicos, para mitigar el dolor, el terror y la ansiedad.

La siguiente fase es la del descarte ya sea por que la víctima llegó a su limite psicoemocional ,esto hará  que la víctima decida dejar la relación por sobrevivencia, o el clúster B ya encontró un nuevo suministro y cortará contacto abruptamente, aunque la relación tenga años de gestarse.

La víctima va manifestar una serie de síntomas como son  el estrés postraumático, síndrome de abstinencia, depresión, ataques de pánico entre otras. En esta misma fase, el Clúster B va a devaluar socialmente a la anterior pareja, por medio de la difamación  y dirá a sus allegados que estaba “loca” que “era abusiva” y utilizará  a su favor incluso argumentos de los propios abusos que el cometió.

Seguidamente, vendrá la fase del Hoovering . El clúster B volverá a hacer contacto porque está “arrepentido” con promesas de cambio y  terapias, se siente “abandonado”, o la nueva víctima no cumple sus requerimientos o no le funcionó.

También puede ocurrir que  la pareja anterior aún tenga algún tipo de beneficio personal, algo que el desea, y se apega a la idea  de continuar, creada por el canto de sirena del abusador.  Tras un nuevo cortejo, la víctima será descartada, en el momento menos esperado, por el Clúster B, quien saldrá con su orgullo ileso.

Paralelamente a esto, estas personas tendrán una lista de mujeres ( u hombres) a las cuales les crearán una falsa idea de relación y de inmediato les aplicaran las mismas fases mencionadas anteriormente, o se verán rodeados de una promiscuidad sexual despreocupada e impulsiva, no tendrán preocupación por las consecuencias que esto pueda conllevar a nivel de su salud física, ni la de su pareja “oficial”.

 

El pez en el anzuelo

Finalmente, este tipo de personas no cortarán relaciones del todo con sus exconquistas y algunas parejas descartadas, sobre todo cuando no lograron  identificar que fue lo que les sucedió y salieron de la relación sintiéndose culpables, o que fallaron en “algo”.

A esas  exparejas las  mantendrá enganchadas, con la ilusión de un posible regreso que puede durar años. Esto se le denomina “benching”:  mantener contacto e ideas amorosas  en las expareja, sin tener la intención de volver, por  el placer  que produce dejarlas a la espera, volviéndose una vez más en objeto deseo.

En estas circunstancias, las relaciones son una especie de juego y un reto, como un juego de ajedrez, para lograr el objetivo, que es la dominación total, el control despiadado.  Entre más involucradas estén las víctimas, mayor satisfacción tendrá al destruirlas y descartarlas.

El fin es convertirse en ese objeto de amor desmesurado y de admiración, que jamás van a corresponder, y el gozarse en la destrucción. El objetivo es la estafa emocional y la depredación sexual que, de alguna forma,  viven como un deporte.

Si usted se siente identificada o identificado con una experiencia similar los invito a comentar y compartir su vivencia . Las consecuencias mentales, emocionales y físicas son devastadoras pero siempre hay luz al final del túnel.


 

*La autora tiene 16 años de investigación de la personalidad Clúster B

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