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Cuando el Príncipe de la Canción parte, se abre la caja de Pandora

Descansar en paz. Ese deseo que, como un estándar se manifiesta cuando el cuerpo físico ya no tiene sentido, es…

Por Ana María Parra A.

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Cuando el Príncipe de la Canción parte, se abre la caja de Pandora
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Descansar en paz. Ese deseo que, como un estándar se manifiesta cuando el cuerpo físico ya no tiene sentido, es lo menos que ha sucedido para quien, a punta de una voz ejemplar, lleva el título de El Príncipe de la Canción.

José José, el elegante; el intérprete impecable; el ejemplo a seguir para cantantes, productores y compositores de varias generaciones de Latinoamérica; partió a los 71 años y con ello se ha abierto la Caja de Pandora.

Los males ocultos, los hechos – los supuestos o los no revelados – alrededor de sus últimos meses de vida, y quizás un tanto más allá, emergen. Y a la gran antagonista de esta historia, Sarita Sosa, como a Pandora, quizás de nada le servirá cerrar la caja.

Habiendo partido el sábado 28 de setiembre lejos de su natal México – en Miami – las oscuras circunstancias alrededor de los conflictos entre sus hijos José Joel, Marysol y Sarita – de 25 años – no se detienen, ni siquiera en su funeral al cual llegó la policía.

Como una telenovela

Desde los primeros años de fama, la vida de José José tenía ya hilos complejos de tejer; demasiado dinero del que algunos echaron mala mano, excesos, problemas de salud y el amor en pareja. Tuvo tres matrimonios.

Nada de eso fue un secreto. Todo ello era de dominio público. A diferencia de lo que sucede hoy: demasiado y sospechoso misterio.

En 1970 se casó con la actriz Natalia “Kiki” Herrera Calles, nieta del Presidente Plutarco Elías Calles; para 1976 ya estaban divorciados. El final de Kiki fue trágico, murió en un accidente automovilístico siete años después de rota la relación.

Estaba reciente el divorcio de Kiki, porque fue en 1976, cuando contrajo matrimonio con Ana Elena Noreña (conocida como Anel). De esa relación nacieron José Joel y Marysol.

Manejos fraudulentos de su carrera por quien era su mánager y cuñado, terminaron trayéndose abajo aquel matrimonio.

Así que, en 1995 rehace su vida en pareja al casarse con la cubana Sarita Salazar quien fue, además, su mánager hasta el momento de su muerte. Sarita Sosa, nació de ellos el 22 de julio del mismo año en que se casaron,

Clara la cronología de los matrimonios de El Príncipe de la Canción es cómo se puede entender una parte del conflicto que hoy empaña el luto por José José.

Sara Salazar tomó primero el control de la carrera, y la vida, de José José. Sarita lo acaparó con documentos firmados por José José y ejecutando decisiones a ton y son.

OBSERVE MÁS: Hijos de José José se reconcilian pero el misterio de dónde está su cuerpo continúa

Un febrero extraño

Los actos fúnebres del cuerpo que dejó José José han despertado tristes enfrentamientos familiares. (Douglas Campos)

Fue un día de febrero del 2018 cuando Sarita, sin dar parte a sus medios hermanos, trasladó a José José del hospital en México donde era tratado por cáncer de páncreas a Miami.

Ahí se clarificó el drama para los primeros vástagos del cantante porque tuvieron prohibido ver a su padre. “Incluso, se sabía de la existencia de una lista, en el primer nocosomio donde fue atendido, que no les permitía el acceso”, reportó la revista People, lo mismo que muchos medios.

Desde aquel momento, se mantuvo un hermetismo general alrededor del intérprete de “Gavilán o paloma”. Solo Sarita, con quien vivía el cantante, tuvo contacto en los últimos meses con José José.

¿Por que el hermetismo y la barrera del contacto? Es hoy la pregunta. Lo poco que se sabía desde el 2018 sobre El Príncipe de la Canción era canalizado desde las Saras; la madre y la hija.

El misterio del cuerpo

¿Dónde está el cuerpo de José José? Fue la otra gran pregunta que desataron los hijos mayores cuando llegaron a Miami al enterarse de la partida del padre.

Ni siquiera al hermano de José José, Octavio Sosa, las Saras le daban información de los restos del cantante. En un acto desesperado usó también los medios para pedirles que dieran información a él, y a todos los mexicanos.

Tuvieron que intervenir las autoridades mexicanas, en la figura del cónsul mexicano en Miami, Jonathan Chait, cuando José Joel y Marysol, levantaron la voz en cuello a través de los medios.

Fue quizás la exposición pública de los extraños procederes de la madre y la hija lo que hizo que, a cuentagotas, se revelaran detalles y se llegara a una “reconciliación” entre los hermanos, que finalmente, duró poco.

Pasaron cinco días para llegar a una respuesta inferida: lo embalsamaban en una sucursal que la casa funeraria Caballero Rivero tiene en La Pequeña Habana.

Y por las declaraciones del gerente de la casa funeraria se desprendió la conclusión de que hubo una orden expresa, de Sarita, de no revelar esa información a otros familiares. ¿Por qué? Es la tercera gran pregunta.

Porque la ley así lo permite y lo establece, su actual viuda, Sara Salazar, decidió, bajo el argumento de tener donde llorar sus restos, enterrarlo donde no es su tierra natal: Miami.

México, por tanto, no tiene en su suelo los restos de su hijo.

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El hombre del platino, el oro y los hits

La industria de la música, y especialmente la tierra mexicana, debería estar ocupada conmemorando la victoria total del que fue, y seguirá siendo gracias a los fonogramas, una de las voces más grandes que dio México.

Una larga lista de Discos de Oro y Platino por altas ventas confirmaron a José José como una máquina de hacer éxitos de calidad interpretativa y autoral, y como una figura que se había ganado el corazón de millones de personas.

En una época donde no existía el autotune, y el que cantaba, cantaba de verdad; donde la crudeza de la tecnología análoga para grabar no hacía fácil “la magia reparadora” de un ingeniero de sonido, mezcla y masterización; José José llegó a acumular cerca de 30 Discos de Platino y 40 Discos de Oro.

Solamente por el álbum “La nave del olvido” (1970) obtuvo 10 discos de Platino y seis de Oro. Y bien ganados.

En décadas donde las redes sociales y las plataformas digitales eran cosa de ciencia ficción – quizás ni Julio Verne ni Ray Bradbury las imaginaron – y no se podían manipular los likes, los views y las escuchas, José José fue el firmante de éxitos como “El Triste” (1970), “El Príncipe” (1976), “Volcán” (1978), “Amor, amor” (1980), “Romántico” (1981). “Mi vida” (1982), “Secretos” (1983) y “40 y 20” (1992), por citar algunos.

La Academia Latina de la Grabacion (Laras) le dio en el 2004 el Grammy a la Excelencia Musical por una vida dedicada a la música y por sus logros en ella. Ese mismo año fue colocada su estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood.

En el 2005 recibió nuevamente un Grammy Latino, como Persona del Año. Para el 2018 – el año donde se establece claramente el conflicto entre los hermanos – le llega un homenaje en los Premio Lo Nuestro. David Bisbal cantó en la ceremonia uno de los éxitos de El Príncipe de la Canción.

Bisbal no es el único exponente de habla hispana a quien tocó el trabajo de José Jose. Aleks Syntek hizo su versión de “Preso”; Cristian Castro publicó en el 2010 el álbum “Viva El Príncipe”; Yuri , Julieta Venegas, Eddie Santiago y hasta Il Divo hicieron versiones de “El Triste”.

La lista de versiones de los temas de José José es larga y versátil porque hasta en salsa y género regional mexicano fueron retomadas.

Todavía hoy, a nueve días de su fallecimiento, las acusaciones entre sus retoños, amigos cercanos, testigos y gente de la industria de la música y del entretenimiento siguen alimentando el guion de un melodrama que pinta perverso.

Aparecen testimonios de allegados que revelan cuestionables manejos de los dineros del artista por parte de las Saras. Las especulaciones vuelan, y están lejos de detenerse.

Cada día parece que hay más tela por cortar en esta historia. Lo salido de la caja, salido está y cobra vida propia.

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