Josué Alvarado
Desde diciembre del 2022 los técnicos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) detectaron una disminución en los embalses, los grandes cuerpos de agua que están disponibles en sus plantas hidroeléctricas para producir energía cuando cesan las lluvias y bajan los caudales.
Para ese momento el fenómeno climático conocido como El Niño, que provoca una disminución de lluvias, no terminaba de consolidarse en el territorio. Esto ocurrió hasta junio y desde entonces la baja en las precipitaciones es todavía más marcada.
Como resultado bajan los caudales de los ríos y la producción de energía hidroeléctrica. También es más bajo el nivel de los embalses, por lo que se tiene menos agua acumulada para hacer girar las máquinas que producen la electricidad en las plantas.
La energía hidroeléctrica, así como la eólica (fuerza del viento) y la geotérmica son consideradas fuentes limpias, pues no se requiere de la quema de combustible para la producción.
Y durante los últimos ocho años (hasta el 2022) Costa Rica logró producir más del 98% de su energía de estas fuentes, lo que le convierte en un país ejemplo y líder mundial en la materia. El mismo gerente de Electricidad del ICE, Roberto Quirós, reconoce que en algunos países se han puesto metas ambiciosas del 60%.
El gerente de Electricidad del ICE, Roberto Quirós.
Pero los efectos de El Niño y la incapacidad de Costa Rica para hacer crecer su matriz renovable durante los últimos años provocará que ese porcentaje baje al 95% para el 2023 y un año después descenderá hasta el 93%.
Hasta el 2025
Todavía el verano del 2025 el país requerirá del encendido de las plantas térmicas para abastecer a los hogares y empresas, pero se espera que con el invierno de aquel año se revierta la falta de lluvias. Se recuperarían los caudales y los niveles de embalses.
Quirós dice que a pesar de la reducción en ese porcentaje el 93% sigue siendo un "excelente resultado". Sin embargo, considera que esta reducción es señal de que la matriz todavía puede mejorarse y de que durante los últimos cuatro años no se invirtió en nuevas o mejores fuentes renovables de energía.
Durante el actual fenómeno climático también hay una variabilidad en el viento, lo que disminuye la producción en las plantas eólicas.
Planta de Garabito se enciende
Para poder suplir la demanda nacional este 2023 el ICE ha tenido que recurrir al encendido de la planta térmica ubicada en Garabito de Puntarenas. Es una de las más modernas de Centroamérica, no solo por su disminución en el impacto ambiental si no que es una de las más eficientes.
Durante los últimos años las plantas térmicas de Costa Rica como la de Orotina, Guápiles y Moín están prácticamente "apagadas", su operación es "casi que nula". Quirós le llama "en reserva fría", según lenguaje técnico.
Con la de Garabito ocurre distinto. Todo el año está a la espera de órdenes para entrar en operación debido a que en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) distintos eventos podrían disminuir la producción renovable.
Entre ellas problemas en los embalses o que alguna planta eólica salga de operación.
"Es una de las plantas más eficientes de Centroamérica y ante cualquier variación Garabito puede entrar a aportarle al sistema", comentó el gerente de Electricidad a El Observador.
Unas 70 personas trabajan en esta planta. Cuando no produce electricidad está en mantenimiento constante, también podría estar haciendo otras funciones que no necesariamente son la producción energética.
La capacidad instalada de producción de todo el engranaje traído de Alemania y que opera desde el año 2010 es de 200 megavatios. La demanda nacional es de 1.754 megas.
Según el gerente general durante este año hasta un 15% de la energía que se consume a diario proviene de fuentes no renovables, o bien, se importa desde el Mercado Eléctrico Regional (MER), lo que también reduce el porcentaje de renovabilidad.
