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Rodrigo Chaves recrimina políticas de seguridad de Chinchilla y Figueres al ver la crisis de Ecuador

El presidente insistió en el cambio de leyes que calificó como “marshmallows” por unas más duras contra la delincuencia.

Por Tomás Gómez

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Rodrigo Chaves recrimina políticas de seguridad de Chinchilla y Figueres al ver la crisis de Ecuador
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El presidente Rodrigo Chaves defendió las acciones de su administración y fustigó medidas de sus antecesores al referirse al escenario que está enfrentando Ecuador en materia de seguridad.

“La situacion de Ecuador es retrato claro de lo que ocurre cuando un Estado no hace lo que esta administración ha estado haciendo y que francamente las administraciones anteriores vieron o con negligencia o complicidad”, alegó.

El mandatario se refirió, particularmente a Laura Chinchilla y José María Figueres.

“Este presidente conoce el mundo, habla con gente y se da cuenta que la negligencia de Laura Chinchilla, por ejemplo, de quitarse la responsabilidad de poner escáneres, y de todos los que siguieron llevó a situaciones como la que estamos viendo en Ecuador”, dijo Chaves sobre la primera.

“En el 98, en el Gobierno de José María Figueres Olsen se empezó un proceso gradual de suavizamiento para respetar los derechos humanos de las personas criminales. Una cosa es robarse una gallina y otra cosa es meterle un par de balazos en la cabeza a sangre fría a un prójimo”, sumó.

Chaves se mostró optimista de la mesa de trabajo entre los Poderes del Estado, que empezó el lunes 8 de enero, para buscar acuerdos sobre las reformas legales que se requieren. 

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Políticas o guerra

Chaves puso ejemplos sobre la inseguridad y el narcotráfico en los puertos. Comparó el Puerto de Guayaquil y APM en Limón y como se han tomado opciones como los escáneres, pues según él, en el caso ecuatoriano hasta las fuerzas de seguridad dejaron de ingresar a ese punto por el poder de los carteles.

En respuesta, apunta a que hay que generar abordajes con los que se reconozcan las realidades de los diferentes grupos como los narcotraficantes.

“Al que se robó la gallina hay que rehabilitarlo, talvez tenga hambre, pero aquí en Costa Rica la cárcel se convirtió en un lugar para gente pobre nada más, y los narcotraficantes no son pobres”, dijo.

“Pobrecitos nada, esos son criminales curtidos y si no los enfrentamos ahora, vamos a tener que ir a guerra, tener ejército como lo están haciendo en Ecuador y otros países”, sumó.

El presidente cerró indicando que la población tiene el panorama de las áreas que se deben abordar y cambiar.

“La situación requiere claridad mental de diagnóstico y de comunicación y yo hoy siento, al pueblo de Costa Rica lo veo en las redes, sabe que es lo que hay que hacer y quien lo tiene que hacer para arreglar esta guerra de bandas”, cerró.

El mandatario insiste en la necesidad de cambiar las leyes por unas más duras contra la delincuencia y desde el año pasado insiste en la responsabilidad de los diputados para legislar sobre estos temas. 

Soldados ecuatorianos en un tanque patrullan la calle en el centro de Quito el 9 de enero de 2024, en medio de una creciente tensión después de que el presidente ecuatoriano Daniel Noboa declarara al país en estado de “conflicto armado interno” (AFP)

Ecuador agrava la crisis

En los últimos meses, Ecuador ha encendido alertas por el poder que pueden tomar los grupos del crimen organizado.

Una nueva etapa de agravamiento se dio en las eleccoiones del año anterior cuando asesinaron al candidato Fernando Villavicencio.

Ahora, las muestras se violencia se siguieron agravando y esta semana se dio la toma de la televisión pública por grupos armadas, además de la fuga de importantes narcotraficantes detenidos en ese país.

La medida más reciente del Gobierno de Daniel Noboa fue decretar el estado de “guerra interna”.

Ese país sudamericano registró en 2023 la tasa de homicidios más alta de la región. Las autoridades contabilizan unos 22 grupos que operan y que tienen alianzas con organizaciones extranjeras como el mexicano Cartel de Sinaloa y coordinan su operación desde la cárcel.

Todo ocurre ante la mirada cómplice de guardias penitenciarios, especialmente en Guayaquil (suroeste del país), según denuncias de organizaciones civiles.

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